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Mondrian, héroe de las artes visuales

Mondrian y sus compañeros operaban en un mundo en el que también se desarrollaban otras corrientes artísticas. De ahí que en cada una de las nueve salas de la muestra se ponga en diálogo la filosofía de este movimiento con otras iniciativas que perseguían crear un arte genuinamente contemporáneo. El público que visite la exposición podrá contemplar 95 obras, 35 de Mondrian y 60 de artistas de De Stijl como Theo van Doesburg, Bart van der Leck, Georges Vantongerloo o Vilmos Huszár, entre otros, así como diversa documentación de la época (ejemplares, correspondencia, fotos, catálogos, etc.).

La belleza

La concepción de la belleza de Mondrian, basada en la superficie, en la estructura y la composición del color y las líneas pretendía rebasar los límites tradicionales del espacio pictórico. De Stijl, la revista creada por el pintor y crítico Van Doesburg fue la plataforma para difundir las ideas de esta nueva plástica y superar el tradicional provincialismo holandés. Hasta 1931 ésta ofreció información sobre el desarrollo del arte abstracto internacional. Mondrian, que nació 15 años antes que el resto de los componentes de De Stijl, era una suerte de patriarca del movimiento.

Sus integrantes perseguían un mundo que, gracias a la colaboración entre todas las disciplinas, pudiera abolir la jerarquía entre las artes. Pretendían así que estas se liberaran, se mezclaran y pudieran dar lugar a algo nuevo, una realidad que se adaptara mejor a la sociedad que empezaba a vislumbrarse, a la modernidad. Creadores de todo el mundo adoptaron este enfoque multidisciplinar y desarrollaron un intenso trabajo conjunto. Un proyecto en el que sus participantes se comunicaban a través de la revista y mediante cartas.

Nuevo arte

Mondrian había comenzado su carrera en 1892 como pintor de paisajes, un género clásico que durante casi veinte años le permitió adquirir una increíble pericia. Pero a partir de 1905 concluyó que la belleza —el objetivo último de todo pintor— no reside en el sujeto o en la función representacional de una pintura, sino en el modo en que las formas y los colores producen una plasticidad pictórica perfectamente capaz de apelar directamente al ojo del espectador.

Durante un tiempo, Mondrian asumió que la fuente de la belleza se escondía dentro del cuadro, lo que le condujo en un inicio a emprender algunas incursiones erráticas en el terreno de la teosofía. Hacia 1914, sus experimentos le llevaron a concluir que la belleza reside en la superficie, en la estructura y la composición del color y las líneas. Invertiría otros tres años en averiguar el funcionamiento exacto de este esquema, pero en 1918 dio vida a una nueva forma de arte abstracto.

La plasticidad del nuevo estilo demostraba que la pintura podía liberarse del marco y otras influencias e, incluso, determinar el propio entorno en que es presentada. Las artes visuales del siglo XX quedaban así redefinidas con el nacimiento de una nueva forma de arte abstracto geométrico que conquistó el mundo y configuró la modernidad.

Hoja de sala: Mondrian y De Stijl [1]

Artista moderno por antonomasia

La muestra, que se enmarca dentro de la conmemoración del 30 aniversario del Museo Reina Sofía y cuenta con la colaboración de la Comunidad de Madrid, revisa la trayectoria y enorme influencia de Mondrian, considerado junto a Picasso como la gran figura de referencia de la Modernidad. Una idea que corrobora en el catálogo de la exposición su comisario, Hans Janssen, al señalar que “existen razones de peso para afirmar que Piet Mondrian, un héroe en las artes visuales, es el artista moderno por antonomasia”.


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