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Cuando Nápoles irradiaba la cultura renacentista

Organizada con el Museo e Real Bosco di Capodimonte de Nápoles [1], el Prado plantea en las salas A y B del edificio Jerónimos un recorrido por uno de los capítulos más fecundos y desconocidos de la cultura del Renacimiento europeo: la de España y de la Italia meridional hacia “la maniera moderna”, el gran arte basado en la revolución llevada a cabo por Leonardo, Rafael y Miguel Ángel.

Comisariada por Andrea Zezza y Riccardo Naldi, con la colaboración en el Prado de Manuel Arias, esta muestra propone, en palabras de Javier Solana, presidente del Real Patronato del Prado, “emprender un viaje visual por una etapa cargada de interés, por un instante en el que se estaba descubriendo una nueva manera de expresión artística, que se interpretaba de otro modo y que llegaría a la península Ibérica digerida, metabolizada y diferente”.

Inscrita en un espacio arquitectónico que evoca las construcciones napolitanas de la época, Otro Renacimiento proporciona una idea muy aproximada de lo que supusieron las novedades de ese período sin circunscribirse a una sola disciplina artística. Se transmite de este modo una percepción global, ajustada a una realidad de convivencia de técnicas y materiales. La pintura sobre madera o lienzo, la miniatura, la madera policromada o la escultura en mármol presentan un panorama variado de tipologías y formatos que traslada de manera más verosímil al período que se ilustra.

Este proyecto expositivo, que tendrá su continuidad en el napolitano Museo e Real Bosco di Capodimonte, permitirá hasta su clausura completar narraciones y añadir matices a la colección permanente del Prado a través del conocimiento de lo que fueron las artes plásticas en Nápoles a comienzos del siglo XVI, y hablar del protagonismo de lo hispánico en un proceso enriquecedor de interacción e intercambio con el mundo italiano, porque, en palabras de Miguel Falomir, director del Prado, “podemos afirmar sin temor a exagerar que, sin esa experiencia napolitana, el Renacimiento español sería muy distinto”.

Para ello, la exposición –patrocinada por la Fundación BBVA– cuenta con 75 obras, entre las que cabe destacar la generosidad de los préstamos del Fondo Edifici di Culto del Ministero dell’Interno de Italia en su compromiso institucional de continuar afianzando los lazos culturales entre ambas naciones.

Extraordinario momento

En 1503, Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, tras derrotar al ejército francés que pretendía ocupar Nápoles, entra triunfante en la ciudad y se hace cargo del gobierno en nombre de los Reyes Católicos. Se trata de un paso importante en el proceso que llevó a España a consolidarse como potencia hegemónica europea. El resto de Italia, sumida en una profunda crisis política, asiste a la afirmación de su cultura humanista, con la Antigüedad como modelo de referencia admirado y respetado en el continente. Nápoles había vivido en las décadas anteriores un gran auge cultural, y la pérdida de su independencia política no supuso el final de ese brillante periodo, sino que contribuyó a definir un nuevo papel para la ciudad, fundamental en la difusión de la cultura renacentista italiana en la península Ibérica.

Carente de una fuerte escuela artística local, la capital del sur, si bien tradicionalmente cosmopolita, acogió en esos años la «maniera moderna», el nuevo arte basado en la revolución protagonizada por Leonardo, Miguel Ángel y Rafael. Este fervoroso periodo estuvo animado por artistas destinados a un prometedor futuro: fue en Nápoles donde los españoles Pedro Fernández, Bartolomé Ordóñez, Diego de Siloe, Pedro Machuca, y tal vez Alonso Berruguete, cosecharon sus primeros éxitos antes de convertirse en los protagonistas del Renacimiento español. Esta exposición pretende llamar la atención sobre este breve pero extraordinario momento y destacar la altísima calidad de las obras de arte producidas desde principios de siglo hasta 1530, cuando terminó la guerra entre el emperador Carlos y el papado.