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Tàpies, colección de artista

Ahora, la exposición Tàpies. Colección de artista [1] parte de este depósito y muestra, por un lado, una selección de obras de Tàpies, con especial atención a las menos conocidas; y, por otro, una selección de su colección privada, así como una representación de cartas, fotografías, invitaciones, catálogos y libros de referencia de su biblioteca personal que fueron cedidos a la biblioteca de la Fundación en 1990. La elección pone de manifiesto tanto las influencias de una etapa de formación como los gustos y las afinidades de una obra madura.

Historia de una colección

En términos generales, la colección de un artista se constituye a partir de obras de otros y de obras de sí mismo. Las obras de otros provienen de dos fuentes diferenciadas: una, la más activa, está constituida por los objetos comprados; la otra, más bien pasiva, la constituyen las obras recibidas de otros artistas, ya sea por intercambio o por donación generosa. La colección de Antoni Tàpies no es una excepción. Iniciada a mediados de la década de 1940 en paralelo a su trayectoria profesional, no será hasta la década de 1960, coincidiendo con la consolidación de su carrera artística, cuando tomará vuelo.

Tàpies tenía en mente dos referentes: por un lado, el modelo de artista coleccionista ofrecido por Picasso y Miró, cuyos talleres había visitado en su juventud –Picasso con una colección notoria de arte africano y moderno, Miró con una colección de objetos de la cultura popular y de la naturaleza–; y, por otro, el número especial de Navidad de la revista D’Ací i d’Allà de 1934, dedicado al arte del siglo XX, y algunos números de Cahiers d’art, especialmente el de 1936 dedicado al objeto, los cuales contribuyeron a su descubrimiento del arte moderno y a las vinculaciones que estableció con otras manifestaciones artísticas y populares.

Tàpies escribió: “Este número de D’Ací i d’Allà me ha acompañado toda la vida y aún lo tengo a mi lado, ahora dedicado por sus autores. La emoción de aquella Mujer con camisa de Picasso, de la naturaleza muerta de Braque, de las pinturas futuristas de Severini, de la fabulosa naturaleza muerta de Juan Gris que me desconcertaba con aquella ambigüedad de su minucioso realismo que a la vez no lo era, de la geometría de Kandinsky y Mondrian, de la magia de Max Ernst, del gran vidrio de Duchamp, del Hombre con pipa de Miró, que recuerdo que me hacía pensar en pinturas de las cuevas prehistóricas o en el estallido de los amarillos y los rojos de su pochoir, todo fue un choque que parecía iluminar cada vez más aquellos paisajes interiores de mi imaginación».

Tàpies construye una colección de carácter heterogéneo que incluye obras de arte occidental, así como manifestaciones artísticas de África, Asia y Oceanía, muestras de arte popular y de enfermos con trastornos mentales, películas, fotografías y libros de bibliófilo, una colección que abarca un período histórico amplio, del Egipto y la Mesopotamia de la antigüedad hasta el arte occidental del siglo XX, de las primeras vanguardias al neoexpresionismo alemán.

Esta colección documenta los intereses, las afinidades y las ambiciones del artista, y establece una red de relaciones con su trabajo, no tanto en términos de mimetismo como de inspiración común, en el sentido de que Tàpies se sentía atraído por los artistas que, como él mismo, querían crear un tipo de arte que fuera más allá del mero objeto decorativo y que tuviera la capacidad de hacer pensar al espectador.

Recorrido

Tàpies. Colección de artista ofrece una mirada a unas veinte obras de arte moderno occidental y unas cuarenta obras de Tàpies –estas últimas de todo el período representado en el depósito–. El recorrido se inicia con las obras de artistas que se encuentran en la base de su formación, tales como Paul Klee, Joan Miró y Max Ernst –de cuya obra se pueden encontrar referencias directas en sus obras tempranas– y Pablo Picasso, Kurt Schwitters, Vassili Kandinsky, Marcel Duchamp y Hans Arp, artistas por los que se sentía atraído.

A continuación se puede ver una selección de obras de coetáneos con quienes está vinculado por un sentimiento de afinidad, tales como Jean Dubuffet o los norteamericanos Franz Kline, Jackson Pollock, Willem de Kooning, Sam Francis y Robert Motherwell. Esta sección se acompaña de cartas, fotografías, invitaciones, catálogos y libros de referencia de su biblioteca personal. De entre estos últimos destacan ediciones del número especial de Navidad de la revista D’Ací i d’Allà de 1934, de los diarios de Paul Klee, de La Femme 100 têtes de Max Ernst, de una selección de escritos de Marcel Duchamp, y de algunos números de las revistas Cahiers d’ art y Documents, entre otras.

De 1945 a 1987

El itinerario continúa con las obras de Tàpies y se despliega en el resto de niveles del edificio. El periodo de formación está representado por una selección ecléctica de obras de 1945 a 1951, desde las tempranas de 1945, entre expresionistas y oníricas, cargadas de simbolismo y de reminiscencias nórdicas (sobre todo de Munch), pasando por aquellas de inspiración surrealista del período 1947-1949, hasta las que representan paisajes lunares, donde los procedimientos de composición y color son cercanos a algunas imágenes de Klee y Miró, y que Tàpies realizó en el período que va de 1949 a 1951.

La muestra también incluye una selección de obras matéricas que inauguran la producción de madurez de Tàpies a mediados de la década de 1950, con ejemplos del bienio 1955-1956 y de la década siguiente. Obras que se caracterizan por su apariencia de muro, por la densidad de las texturas y por el uso de un número muy reducido de colores, entre los que destacan el gris, el ocre y el marrón, y que, para él, son afines al mundo interior y el pensamiento.

La exposición continúa con una amplia representación de obras de la década de 1980, acompañada de ejemplos de la de 1970, en las que las pinturas cargadas de materia conviven con otras de superficies casi vacías donde el barniz es el protagonista. La reanudación del objeto, que Tàpies incorpora de forma generalizada en su trabajo a finales de la década de 1960 y durante la de 1970, también tiene un papel destacado en dos obras de 1987.

La muestra se acompaña de la proyección del documental inédito de Maria Lluïsa Borràs Antoni Tàpies, realizado en 1981, con música de Josep Maria Mestres Quadreny. El documental, concebido como un Fotoscop sonoro, hace un repaso por la obra del artista y sus referentes artísticos, literarios y culturales, y el contexto histórico y personal. La recuperación de este documental ha sido posible gracias a la generosidad de Adelaida Frías Borràs y a la colaboración de la Filmoteca de Cataluña. 

Temas recurrentes

La muestra pone de manifiesto muchos de los temas recurrentes en la obra de Tàpies, y que se repiten en diferentes momentos creativos. Así, los muros que sugieren el paso del tiempo, el enclaustramiento o la inscripción de grafitos de la década de 1950 reaparecen en las de 1970 y 1980; el paisaje, y en concreto el paisaje del Montseny, donde Tàpies trabajaba durante los veranos, es escenario y es autorretrato a la vez; las partes del cuerpo fragmentado –representadas de forma icónica o indicativa–; el objeto cotidiano que se incorpora a la superficie de la tela o que se representa iconográficamente para significar la importancia que adoptaban, a sus ojos, las cosas sencillas y pobres; la influencia de las filosofías orientales, apreciable en la representación de un buda sonriente o en la alusión al universo en una mano extendida; y la importancia de profundizar en el conocimiento que evoca la imagen de la escalera, entre otros. Unos temas que ejemplifican las preocupaciones que Tàpies fue desgranando con su obra en un intento de explicar a través del arte la forma en que entendía el mundo.