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‘Yo, la peor de todas’ o el retorno de los saberes excluidos

Comisariado por Maite Garbayo, este proyecto parte de la teoría crítica feminista para cuestionar el conocimiento dominante y proponer otras formas de saber y de conocer nuestra realidad. Entiende las identidades como fluidas, inestables y performativas, e intenta trabajar desde el conocimiento situado, desde el cuerpo y desde las existencias fronterizas.

Pero no estamos ante una exposición de mujeres artistas. Para su comisaria, la biología no puede convertirse en temática de una exposición. Las “exposiciones de mujeres” tuvieron quizá algún sentido en el pasado (años 70, 80), cuando todavía no se había reflexionado sobre su exclusión de los discursos hegemónicos de la historia del arte y del sistema artístico, y quizá fue necesario mostrar que eran también capaces de crear y producir, y propiciar la existencia de espacios libres de sexismo en los que pudieran exponer.

El interés de Yo, la peor de todas es pensar desde una crítica a las formas hegemónicas de producción, administración y circulación del conocimiento que instauran toda una serie de desigualdades en el mundo contemporáneo. En esta línea plantea cuestiones como ¿qué está legitimado como conocimiento y qué no?, ¿quiénes están autorizados a producirlo y a ponerlo en circulación?, ¿quiénes tienen acceso a él?, ¿qué formas de conocimiento y qué sujetos están expulsados del centro y transitan los bordes del saber hegemónico?

En este sentido pretende convertirse en un espacio de encuentro, de intercambio y de exploración de formas de conocimiento que posibiliten el retorno de saberes excluidos para cuestionar nuestra realidad contemporánea.

Tres sedes

El proyecto acoge obras de nueva producción y otras cedidas por sus autoras, realizadas en diferentes soportes y técnicas (pintura, escultura, fotografía, videocreación, fanzine), e incluye acciones en otros formatos como performances, participación en procesos de creación, talleres, residencias, laboratorios y conferencias. La mayoría de las propuestas que se presentan han sido producidas expresamente para la ocasión.

En el Museo de Navarra [1] se exhiben obras de 11 artistas en la sala de muestras temporales, pero también a lo largo de la exposición permanente, de manera que se produce un diálogo constante de las obras antiguas, incluso las piezas arqueológicas, con propuestas contemporáneas.

Una de las piezas de la colección del Museo protagonista de estos diálogos es el biombo colonial del siglo XVII procedente del Palacio de los Condes de Guenduláin, una pieza de excepcional importancia y que no se exhibe de forma permanente por razones de conservación. El biombo personifica cuatro continentes en alegorías femeninas, hipersexualizadas y racializadas como mujeres blancas, convirtiéndose en símbolo de la forma de conocimiento dominante.

Otra artista presente en la colección del Museo de Navarra que ha sido elegida por la comisaria para establecer esos diálogos con las propuestas contemporáneas es Francis Bartolozzi, lo que permite valorar y redescubrir genealogías propias y cercanas de mujeres artistas locales.

En la Fundación Museo Jorge Oteiza [2], siete artistas se sitúan frente a la figura de Jorge Oteiza desde sus intereses artísticos y personales, desde su experiencia y su formación, pero también desde sus afectos. La exposición se acerca a ese Oteiza que sitúa el arte como forma de conocimiento, y la educación estética como pedagogía fundamental, pero también como pedagogía fronteriza y contrahegemónica capaz de construir sujetos críticos y comprometidos con su entorno más cercano. Ese Oteiza que vuelve la vista a ciertas formas y tradiciones locales y las sitúa y legitima como formas de saber con la capacidad de horadar el discurso central y racional. Al mismo tiempo, las artistas tratan de interrumpir a ese Jorge Oteiza reformulador del arte y de la identidad vasca, y a su legado estético y escultórico.

En el Centro de Arte Contemporáneo de Huarte [3] tienen lugar distintos procesos de trabajo artístico y de investigación relacionados con las líneas conceptuales de Yo, la peor de todas. En octubre se realizó una residencia de producción de fanzine feminista que abordó la historia de la brujería en Navarra, en la que participaron artistas locales y foráneos. En el programa de encuentros con artistas Aperitifak y en el programa expositivo Habitación se abordan procesos de restitución de saberes populares y tradicionales o cuestiones relacionadas con los feminismos, la decolonialidad del conocimiento o distintos modos de resistencias. Además se realizan talleres sobre ilustración, autoedición y fanzine feminista.

Sobre el título

El título del proyecto, Yo, la peor de todas, es la versión de una frase escrita por Sor Juana Inés de la Cruz, monja mexicana de la segunda mitad del siglo XVII, que ocupa un destacado lugar en la literatura novohispana del Siglo de Oro.

Concretamente, en su Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (1691), Juana realiza una reflexión sobre el saber y la subalternidad: ¿quién construye el conocimiento hegemónico?; ¿quién está dentro y fuera del mismo?; ¿qué formas de conocimiento han sido excluidas?:

“Pues, ¿qué os pudiera contar, Señora, de los secretos naturales que he descubierto estando guisando? Veo que un huevo se une y fríe en la manteca o aceite y, por contrario, se despedaza en el almíbar; (…) Por no cansaros con tales frialdades, que sólo refiero por daros entera noticia de mi natural y creo que os causará risa; pero, Señora, ¿qué podemos saber las mujeres sino filosofías de cocina? (…) Y yo suelo decir viendo estas cosillas: Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito”.