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España, país de acomplejados

El propio Neil Young ha confesado alguna vez poco conocimiento histórico del asunto. Caso muy distinto es –o debería ser al menos– el de la BBC con su colección de documentales sobre la época de los descubrimientos de los siglos XV y XVI de la mano de ingleses, holandeses, portugueses, turcos o españoles. Y sin embargo, oh sorpresa, en estos documentales, con distribución mundial incluida nuestra televisión pública, únicamente los españoles fueron los que “robaron, mataron y acabaron con edénicas culturas indígenas”. ¿Manía a los españoles? ¿Hispanofobia? Más bien, antipatía crónica a un país que fue un imperio, uno de los cuatro más grandes en términos de extensión territorial tras el británico, el mongol y el ruso.

Escrito en un tono de transparente indignación e incluso a veces de muy saludable cabreo, el libro de Roca Barea analiza todas esas leyendas negras asociadas a los imperios hasta casi formar parte de ellos, explicando al detalle cómo se producen y propagan y por qué oscuros intereses algunas de esas leyendas siguen vigentes tantos años después, hasta hoy mismo, sustituyendo a la historia como la canción de Young. Concretamente la obra repasa las fobias varias que despertó Roma y aún hoy despiertan Rusia, Estados Unidos y España.

No es imperio si no se le odia

Merece la pena sumergirse en un relato que comienza antes de Cristo y llega hasta la actualidad, que sabe trazar conexiones del pasado con el presente y está bien condimentado con no pocas reflexiones de enjundia. Cada imperio tiene su propia cruz, amplificada, pervertida o directamente inventada por la anti-propaganda de los envidiosos: la Roma imperial con la destrucción de Corinto; el todopoderoso Estados Unidos como fuente y plaga de todos los males del mundo (“ahora mismo, una parte grande de la humanidad está convencida de que los estadounidenses, además de medio tontos, son unos ignorantes”) y su “colisión con el islam”; o el gigante ruso contemplado desde los años de la Ilustración como un lugar moralmente inferior habitado por verdaderos bárbaros pese a su aspecto de gente civilizada.

El odio a los distintos imperios que en el mundo han sido no es exactamente igual en todos los casos, pero sí hay elementos comunes que la profesora Roca Barea desmenuza con claridad meridiana: el racismo aunque sea el que proyecta el débil hacia al poderoso; el rechazo al diferente a veces apoyado en el color de la piel y otras en la religión; o el apoyo de una clase intelectual capaz de transformar con eficacia los prejuicios en realidades aceptadas por todos que no admiten discusión.

La religión como arma arrojadiza

La religión fue el fundamento de la hispanofobia profesada por los ingleses desde que Enrique VIII se proclamara cabeza de la Iglesia anglicana en 1534. Desarrollaron un sólido y perdurable aparato propagandístico capaz, como escribe Roca Barea, de convencer “al mundo occidental (y sigue convencido) de que los anglicanos eran grandes defensores de la libertad de conciencia y de la tolerancia religiosa mientras que los católicos eran la encarnación misma de la falta de libertad, la intolerancia, el atraso y la barbarie”.

Una máquina de enorme eficacia a la hora de ensuciar la reputación española cuyas debilidades y contradicciones la autora no se cansa de poner en evidencia con multitud de ejemplos. Uno especialmente revelador: hasta 1850 estaba perseguida por ley la presencia de cualquier miembro de la jerarquía católica en Inglaterra mientras que en España hacía ya unos cuantos años que había desaparecido la institución encargada de velar por la pureza católica. Aun hoy los miembros de la familia real británica deben renunciar al trono si se hacen católicos.

Es éste un ensayo sin tiempos muertos que sin duda alcanza sus mejores momentos cuando pone el foco en las dos cargas más pesadas del imperio español: la Inquisición y su relación con las colonias. Roca Barea admite que es poco menos que imposible derribar la idea sesgada que la mayoría de la gente tiene de la Inquisición como sinónimo de mutilaciones y torturas. Éstas se realizaron en no más del 1 o 2% de los casos y no eran barbaridades de patrimonio exclusivo español. “En Inglaterra una persona podía ser torturada o ejecutada –descuartizada para ser más precisos– por dañar unos jardines públicos, y en Alemania las torturas podían llevar a perder los ojos. En la vecina Francia era admisible desollar viva a la gente”.

Batalla perdida de antemano

Lo que irrita a la autora es las pocas ganas, por parte del ‘personal’, de conocer hoy todo aquello que ayude a desmontar los mitos más denigrantes: a estas alturas parece dar igual que los inquisidores fueran abogados que apoyaban sus conclusiones en pruebas y evidencias y no en rumores ni acusaciones anónimas; o que resulte innegable el papel pionero que tuvieron los legisladores del imperio español en el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas.

A la luz del merecido éxito editorial de esta obra se acaba de reeditar La leyenda negra, de Joseph Pérez, que con un estilo bastante más neutro profundiza en los elementos definitorios (la Guerra de Flandes, la Inquisición, las matanzas en las colonias…) de ese periodo de nuestra historia. En la introducción, el hispanita francés se pregunta si España no ha sido desde entonces víctima de una discriminación de orden ideológico, religioso o racial.

La mirada del otro

Lo que es seguro es que la imagen actual de España –la que tienen los propios españoles y la que proyecta fuera de sus fronteras– tendrá no poco que ver con su imagen pasada por mucha modernización, globalización, turismo y redes sociales que hayan contribuido y contribuyan al cambio más favorable. Aun así las transformaciones del siglo pasado y lo que llevamos del actual son innegables. De ello dan buena cuenta en un volumen admirable una veintena de autores, especialistas en historia, política, economía, deporte, literatura o gastronomía. En La mirada del otro queda de manifiesto el papel del arte en el modo en que nos perciben desde fuera más de allá de don juanes y de cármenes, que también: puede ser como seres idealistas y generosos bajo la influencia de Cervantes; puede ser en el otro extremo como seres crueles, fratricidas y brutos con algunos dibujos de Goya en la cabeza; o divertidos, libres y desinhibidos gracias a la mirada almodovariana.

La obra es una excelente oportunidad para conocer cómo nos ven hoy los italianos, los ingleses o los chinos. No está mal que nos perciban como un país capaz de paralizar al planeta cuando se enfrentan sus dos equipos de fútbol más punteros. Y es estupendo que vendamos fuera nuestra cocina insuperable cada vez más y mejor. Pero sería bueno también que en esa poda de complejos nos desprendamos también de algunos otros asociados a nuestro pasado. Nunca es tarde.

9788416854233_L38_04_lImperiofobia y leyenda negra [1]
María Elvira Roca Barea
Editorial Siruela
460 p
26 euros

 

 

 

 

 

9788416247806La mirada del otro. La imagen de España ayer y hoy [2]
José Varela Ortega, Fernando R. Lafuente y Andrea Donofrío (eds.)
Editorial Fórcola
440 p
24,50 euros

 

 

 

 

 

91fiKXjABwLLa leyenda negra [3]
Joseph Pérez
Traducción: Carlos Manzano
Editorial Gadir
266 p
14 euros