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Esencia y hermosura de María Zambrano

La realidad hace evidentes las lagunas y la falta de presencia pública del legado de esta creadora, acaso como consecuencia de que su obra no haya sido editada como a su valía corresponde. O, dicho de otro modo, como consecuencia acaso de que haya sido manoseada sin coherencia. Acaso, simplemente, porque en el dislate de las guerras civiles los que mueren en el bando de los vencidos tienden a ser ignorados.

Política editorial errática

O como apunta José Luis Pardo, que ha dedicado años al estudio de esta mujer de aspecto frágil y voz magnética, Zambrano vive, entre nosotros, un extraño destino.

Agasajada oficialmente, reconocida como escritora y como pensadora desde los poderes públicos, reivindicada desde signos políticos antagónicos, bandera del exilio republicano tanto como del feminismo y del catolicismo, la figura de su vida y peripecia ha llegado a imponerse públicamente con sus tintes dramáticos y sus flaquezas humanas, demasiado humanas, mientras su obra, sin embargo, sigue siendo parcialmente ignorada tanto por el público como por los especialistas de prestigio, y sus escritos han tenido como destino una política editorial errática, dispersa, desigual, incoherente, que hace que no dispongamos de una edición de sus obras completas, ni tampoco de un criterio de elaboración de unos textos que, debido a las condiciones difíciles y siempre transitorias y precarias en que se escribieron, forman una obra llena de manuscritos reelaborados, revisados, corregidos, delirados, extraviados y vueltos a encontrar, precariamente mecanografiados y marginales, ediciones defectuosas, grabaciones magnetofónicas imperfectas y líneas perdidas de una carta o de una conversación telefónica de larga distancia.

De la mano de Ullán

Por estas y otras razones es más que oportuna la voluminosa edición de la antología Esencia y hermosura que, compilada por el poeta José-Miguel Ullán, recoge textos de los libros Horizonte del liberalismo, El sueño creador, Claros del bosque, Los bienaventurados, Los sueños y el tiempo, Los intelectuales en el drama de España, Hacia un saber sobre el alma, El hombre y lo divino y Las palabras del regreso, publicado póstumamente.

La antología ofrece al lector una visión amplia de lo que nos dejó una de las figuras realmente grandes del pensamiento español e incluye una veintena de cartas, hasta ahora inéditas, que la escritora cruzó con el pintor mexicano Juan Soriano.

Los textos seleccionados van desprovistos de notas de editor, “para que así recobren de lleno su autoría, pero también porque ella misma consideraba tales notas como algo todavía peor que para un actor las toses de los espectadores en el teatro, violentas unas y otras retenidas”, como puntualiza Ullán en el prólogo de esta edición que es en sí mismo un texto lleno de matices a través del que se revive la amistad que uniera honda ya y para siempre a Zambrano y a un Ullán veinteañero, desde la tarde misma de aquel verano de 1968, en que el poeta acudió acompañando a José Ángel Valente a visitar a la escritora en La Piéce, la mítica casa ubicada en las faldas del monte Jura, próximo a Ginebra, en la que Zambrano vivió una parte sustancial de su exilio.

Amistad y retorno

Lo que sucedió aquella tarde, recuerda Ullán, -fallecido el pasado mayo sin haber podido concluir sus memorias sobre la escritora-, fue y sigue siendo un tanto desvaído; o de una borrosidad muy luminosa, niebla soleada, donde la nitidez de los detalles, que haría visible el hilo del relato, se debilita en beneficio de una sensación de conjunto, mezcla de bienestar y perplejidad, familiaridad y zozobra.

Aquella tarde, marcada ya para siempre en la memoria de ambos, nacería la admiración, el respeto, y el deseo en Ullán de estudiar a la pensadora, de ahondar en una escritora de múltiples registros y prosa envolvente, luminosa y desnuda, proclive e a la poesía.
Aquella tarde surgió la semilla inicial de lo que ahora, en forma de este libro, llega para nuestra suerte a nuestras manos. Bienvenido sea.

María Zambrano nació en 1904 en Vélez-Málaga. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid donde fue discípula de Ortega y Gasset y Zubiri, y en donde ejerció como profesora. Al término de la Guerra Civil, que sufrió entre Madrid, Valencia y Barcelona, se exilió. Viviría en distintas épocas en el París ocupado por el ejército nazi, donde fue torturada y sometida a todo tipo de vejaciones por la Gestapo, sin conseguir con eso evitar que detuvieran y extraditaran a España a su esposo, en dónde sería fusilado. Y en Nueva York, La Habana, México, Roma y, finalmente, Ginebra.

Tardaría 45 años en volver a España. Regresa a Madrid en donde se instala hasta su muerte siete años más tarde, el 20 de noviembre de 1984. Con anterioridad, dos de sus amigos habían localizado un llamador –una mano de bronce con anilla- que pudo ser el mismo de la puerta de su casa natal; le hicieron unas cuantas fotos y se las mandaron. Ante esta imagen supo, como nunca dejó de reconocer, que ya podía regresar a España: “Sí, fue la llamada del llamador. Para mí, estas cosas son las reales”, diría la propia Zambrano cuya obra bien merece, ahora de la mano de esta excelente antología, ser visitada.

María Zambrano. Esencia y hermosura.

Antología.

Selección y relato prologal de José-Miguel Ullán.

Galaxia Gutenberg [1] / Círculo de Lectores.