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Agobio del bueno con Jon Bilbao

Cada uno tendrá sus pesadillas pero seguro que es bastante común la de tener un extraño en casa al que quizá supimos dar la bienvenida pero llegado el momento nos cuesta echar. No sabemos si Bilbao vio de adolescente De repente, un extraño, aquella película en la que un matrimonio comparte la planta baja de su casa con un inquilino de entrada agradable pero dispuesto a complicarles la vida. La viera o no, el tono y el nivel de contención de su relato no puede diferir más de aquella pesadilla hollywoodense centrada en los peligros de dejar entrar en el hogar a un desconocido.

Fascina de Los extraños la intriga creada con tan pocos elementos: el matrimonio que forman Katharina y Jon (que se llama como el autor y es también ingeniero de Minas), un caserón en Ribadesella propiedad de los padres de Jon, un fenómeno inexplicable como la aparición de varios objetos volantes que iluminan el cielo y atraen a la zona a los frikis de la ufología y, por último, Markel, que se presenta por sorpresa en la finca asegurando ser primo lejano de un Jon que no acaba de recordarle, y Virginia, misteriosa mujer que parece acompañarle en calidad de asistente.

Aquí todo es extraño: la relación íntima de la pareja que ha caído en esa rutina que si no se corrige pronto acaba por convertir al otro progresivamente en un extraño; son extraños los efectos luminosos del cielo nocturno; y, claro está, son extraños, muy extraños, Markel y Virginia. El efecto positivo inmediato de su presencia en la casa es patente: desaparece el tedio y hasta mejora la vida sexual de la pareja anfitriona. La novedad les ayuda a abrirse, a conocerse, de un modo que habría sido imposible sin visita tan inesperada. El lector, en cambio, se teme lo peor desde el principio. Consiguen que no venga más la mujer que les limpia la casa y les hace la comida, se traen por sorpresa unos perros, cotillean sin permiso, van colonizando la planta baja de la vivienda… Y cuando Jon y Katharina se ponen la pila tratando de averiguar sus intenciones lo que descubren es aún más turbador.

En esa tensión gradual resulta esencial la casa, el modo en que va tornando en territorio hostil y creando la atmósfera que necesita esta historia que podría ser un fabuloso thriller psicológico en la gran pantalla. De hecho, el autor de Estrómboli y Basilisco ha dicho que cuando era chaval percibía aquella casa familiar en Ribadesella como escenario idóneo para una de esas narraciones cinematográficas que tan bien se le dan al Polanski de Repulsión o El quimérico inquilino. Bien estaría que Los extraños tengan nueva vida en manos de un cineasta tan hábil y talentoso.

Los extraños [1]
Jon Bilbao
Editorial Impedimenta
144 páginas
17,25 euros