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‘La Biblia bastarda’, un sugestivo viaje de Mario y Fernando Tascón

Una noticia en el periódico La Voz, en enero de 1934, desata una compleja red de intereses en la que se ve envuelto un reportero de ese diario. Las calles de Madrid, sus edificios y los bajos fondos de la ciudad se convierten en escenario de una persecución tras el rastro de una Biblia, la más antigua conocida…

A poco de iniciar este sugestivo viaje que emprende quien se adentra en La Biblia bastarda, la historia se parte en dos. Cuando apenas se ha recorrido la mitad del camino, el trayecto ha ramificado tanto que no son dos, sino múltiples, las propuestas que nos adentran en tiempos y lugares muy diversos.

La acción se traslada de un monasterio a los pies del monte Sinaí al turbulento Madrid de la República; de las calles polvorientas de El Cairo del siglo XIX al París de principios de siglo XX o a la corte de San Petersburgo poco antes de la revolución. Y más, como la presencia de Orense allí, en Galicia, también. Y en esos marcos se desenvuelven hechos a lo largo de casi un siglo.

Bien señalizada

Así descrito pudiera parecer que en ese cruce de escenarios, situaciones y épocas el lector pudiera perderse; pero no. Desde los primeros pasos, La Biblia bastarda es una aventura muy bien señalizada y cada nueva bifurcación, en ese hipotético camino, orienta al viajero hacia un hecho, momento o circunstancia que atrapa.

Porque de entrada conviene advertir que estas 425 páginas sobre los avatares del Códice Sinaítico (Códex Siniticus), la Biblia completa más antigua que se conoce, engancha.

Dos novelas en una

Mario Tascón apunta que esta obra en realidad alberga dos novelas. Pero, ¡ojo!, tan sutilmente engarzadas como la labor que estos dos hermanos han llevado a cabo a la hora de conjugar sus respectivos textos.

Escribiendo a cuatro manos y apoyándose en la nuevas tecnologías, –»colgábamos lo que cada uno escribía en la ‘nube’ y así íbamos avanzando– los autores han ido abriendo su peculiar camino; la historia de esta Biblia en la que se funden hechos históricos constatados con los ires y venires de periodistas, empresarios, espías…

Así es. Por las páginas del libro van desfilando, entre otra veintena larga de personajes, un estudioso de la Biblia que encuentra un tesoro en un monasterio milenario; una zarina repudiada en posesión de un tesoro de valor incalculable; un fiel servidor depositario de un secreto por el que muchos están dispuestos a matar… y espías rusos, matones falangistas, una bibliotecaria que oculta un pasado traumático, un magnate sin escrúpulos y con aficiones secretas, un policía con gustos discutibles y Emilio Ruiz, un periodista curioso inmerso en una compleja intriga que estará a punto de costarle la vida.

Trama 1, el Madrid de la República

El viaje arranca en el turbulento Madrid de la República con un hecho real. En aquel 1934, el diario La Voz publica una escueta noticia firmada por Irene Falcón, corresponsal en Londres, sobre la llegada al Museo Británico del Códice Sinaítico.

Poco después, en el periódico se recibe la carta de unos libreros de Londres recriminando al rotativo no haber citado su firma como encargada de la compra-venta del códice. La misiva, sin interés para nadie, termina en la papelera de la Redacción, pero Emilio Ruiz, redactor de sucesos de La Voz, se da cuenta de que el censor enviado por el Gobierno ha recogido a hurtadillas la carta y se la ha guardado.

Intrigado por este hecho, Emilio envía tras el funcionario a Carrerilla, uno de los niños voceadores del periódico, que pronto vuelve con la noticia de que el hombre ha entrado en el Ministerio de la Gobernación y ha entregado un sobre para el ministro.

Emilio, periodista de vocación, antiguo barbero, camarero y varios oficios más, ve en el asunto una posible noticia y se lanza a la búsqueda de pistas. (Hasta ahí podemos contar…)

Trama 2, el monte Sinaí

A mediados del siglo XIX, Constantino von Tischendorf, erudito alemán, descubrió en el monasterio de Santa Catalina, en el monte Sinaí y bajo el patrocinio del zar de Rusia, un códice que resultó ser la Biblia más antigua conocida, un descubrimiento de valor incalculable que supuso, además, un gran escándalo.

El Codex Sinaiticus venía a confirmar la existencia histórica de Jesucristo, pero sus diferencias con los evangelios conocidos mostraban que el Mesías podía no ser Dios, en todo caso solo su hijo o, simplemente, un profeta más, un cuestionamiento que la Iglesia no podía permitir.

El Codex pasó a formar parte del tesoro del zar Alejandro II, que mandó elaborar varios facsímiles para regalar a las cortes europeas, entre ellas la española. El zar había sido objeto de varios atentados, pero no temía por su vida sino por el futuro de su segunda esposa, la zarina Catalina Dolgoruky, odiada por la familia del zar.

Cuando Alejandro, finalmente, fue asesinado, su cónyuge tuvo que salir de palacio y se llevó una de las copias del códice. Junto a ella viajó a París Francisco Pérez, el hijo del español que había ayudado a Tischendorf a traducir la obra y que siempre había sido fiel amigo de la zarina en desgracia. El códice permaneció en Rusia hasta que, a finales de 1933, Stalin lo vendió al Museo Británico por 100.000 libras esterlinas de entonces, una cantidad que hoy rondaría los seis millones de euros. Es decir, uno de los precios más altos que se ha pagado por un libro a lo largo de la historia.

Descubrimientos desconcertantes

«En el Códice Sinaítico –comentan los autores, entre otros descubrimientos desconcertantes no figuraba ninguna frase de los evangelistas que indicara que Jesucristo había ascendido a los cielos. Eso significaba que los versículos que en las biblias posteriores relataban ese episodio eran una simple y llana manipulación: se habían añadido sin el menor escrúpulo».

El misterio está servido y al aire de la narración y de las dudas cabe preguntarse si era el Codex Sinaiticus un documento único. O, incluso, si el ejemplar que se encuentra en el Museo Británico es el original, o es un facsímil, o hay un secreto aún mayor que no puede salir a la luz.

«La novela se ha ido escribiendo sola», concluyen sus autores. «Hemos ido trabajando en la recopilación de datos y, al tiempo, la trama ha ido tomando camino…».

Pues bien, dicho lo dicho, embárquense en La Biblia bastarda: el viaje lo merece.

 

Periodistas inquietos

Mario y Fernando Tascón, autores de 'La Biblia bastarda'. [1]Mario Tascón (izquierda) es periodista y uno de los expertos en Internet más conocidos del panorama de medios español. Ha dirigido las versiones digitales de periódicos como El País o El Mundo. Es asesor de empresas en proyectos de comunicación digital en España y América. Dirige el Manual de estilo para Internet y redes sociales de la Fundéu. Es coautor de los libros de ensayo Twinttergrafía y Ciberactivismo.

Fernando Tascón (derecha) es licenciado en Periodismo con Premio Extraordinario Fin de Carrera, licenciado en Psicología y diplomado en Magisterio. Tuvo a su cargo la emisora de Radio Nacional en Ponferrada y en la actualidad es director de Radio Bierzo (Cadena SER). Ha sido corresponsal de la Agencia EFE y colaborador de diversos medios.

 

La Biblia bastarda

Mario y Fernando Tascón

Planeta [2]

436 páginas

Precio:

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