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‘Lapsus calami’ y otros yerros

«…mejor es de risa que de llanto escribir,

pues lo propio del hombre es reír».

(Rabelais)

Y es que de la misma manera que los lapsus linguae saltan a la boca, los lapsus calami y sus distintas variantes de gazapos, erratas, deslices, indiscreciones y otros yerros y equivocaciones surgen como duendes escondidos en el texto escrito. Antes, en aquel entonces, lo hacían con el correr del cálamo o la pluma, después, cuando el érase una vez el siglo XX, con la máquina de escribir y, ahora, en el que se dice nuestro tiempo, con el teclado del ordenador, a pesar de los sistemas de corrección lingüísticos incorporados en los sistemas informáticos.

No obstante, en los días anteriores a la era digital, cuando las imprentas valían lo que sus linotipistas, los errores más frecuentes eran los conocidos en la jerga tipográfica como “mochuelos”, los cuales podían surgir en la transcripción del texto. Así un buen día, un periódico regional publicó: «Sigue grave el minero muerto ayer en León», y, en una revista de papel cuché, un famoso, en su irreprimible deseo de estar en candelabro, se metía a crítico literario y atribuía Ensayo sobre la ceguera a Sara Mago, sin que nadie tuviera conocimiento de ese heterónimo del Premio Nobel portugués.

Con unos y con otros se podría construir una gazapera en la que guarecer esos equívocos, “vivos como ratones coloraos”, que, muchas veces, nos descubren mundos invisibles, aunque hay eminentes psicólogos que creen ver en estas “inoportunas confusiones de una palabra con otra” la revelación de intenciones o preocupaciones reprimidas. Es lo que vamos a tratar de hacer a lo largo del artículo, aunque, eso sí, renunciando a facilitar fe de ratas alguna en aras a una mejor interpretación individual.

El DRAE contiene algunos gazapos intrínsecos, como es llamar a la Tierra “Tierra”, cuando en realidad está compuesta de tres cuartas partes por agua, o hablar de ella como de un planeta cuando sabemos desde hace mucho tiempo que no es plana, sino redonda.

En cambio, el diccionario del español o castellano mejoraría mucho sus tesoros si admitiera algunos lapsus enriquecedores con algunos términos para definir algunos fenómenos muy en boga en la actualidad, como es el caso de los necionalismos.

Mary Poppins

En lo que sí está acertada la Real Academia Española es en reservar los vuelos domésticos para aquellas excursiones que solemos hacer alrededor del salón de nuestra casa montados en la escoba de Mary Poppins o de una bruja amiga, no sacándole billete de ida y vuelta a un desliz de traducción cada vez más utilizado para designar a los viajes nacionales.

Otro tanto puede decirse de otros diccionarios técnicos y científicos, en los que algunos yerros dan mucho juego, como es el que describe las principales etapas de la vida humana: infancia, adulterio, madurez y vejez, o como el concepto de adherencia terapéutica, cada vez más utilizado en medicina y farmacia, que, a diferencia de adhesión o cumplimiento, exige la pegadura del paciente al tratamiento (para lo cual el médico debe tener siempre a mano un buen pegamento y medio). Tampoco queda claro por qué llamamos “bebida” a la bebida, incluso antes de beberla. Por el contrario, no hay enciclopedia en la que aparezca el nombre del árbol al que pertenece el fruto del trabajo.

Los errores que nos hacen reír son de distintos tipos y se manifiestan de formas diversas. Unas veces, se trata de una simple errata tipográfica –por exceso, por defecto o por cambio–, que afecta solo a una letra o a una sílaba, pero que puede llegar a volver una palabra completamente del revés; otras veces, lo que se cometen son faltas que afectan a la estructura sintáctica o al léxico; en fin, otras veces son traspiés lingüísticos que cambian palabras enteras y, con ellas, las frases en las que éstas se encontraban como pez en el agua.

Pero también hay errateros profesionales, como es el caso de algunos publicistas formados en la escuela darwinista, que plantean que, si la bebida preferida del hombre es el “anís del mono”, la del simio no puede ser otra que el “anís de hombre”; o, como el de Woody Allen y su traductor, que se atreven tanto con el refranero español (“hazlo bien y no mires con quién”) como con los mismísimos textos bíblicos (“amaos los unos sobre los otros”). Por su parte, el escritor uruguayo Eduardo Galeano nos dejó una invitación a desdudarnos.

Parece que la errata es consustancial con la vida misma: “El mundo es una errata… y en ella vivimos tan contentos”, decía el poeta Gerardo Diego. La errata, como todo ser humano, aspira a la divinidad, pues trata de ser omnipresente e inmortal (José Esteban). Sin embargo, la errata también muestra, como el propio hombre, su parte más demoníaca y puede llegar a convertirse en un arma de destrucción masiva. Y es que la errata se cuela como una intrusa y nos acongoja o nos divierte, o las dos cosas a la vez, aunque hay ocasiones en que la errata es invisible, sin que nadie se dé cuenta de ella.

Universal

La errata es universal y no perdona lenguas, géneros literarios, categorías…, y ni siquiera a la medicina. Algunas veces, la errata duele como una caries (Pablo Neruda) o como la mordedura atroz de una serpiente venenosa (Ramón Gómez de la Serna), otras veces es silenciosa, pero tremendamente morbosa, como una «especie de viciosa flora microbiana siempre tan reacia a todos los tratamientos de la desinfección» (Alfonso Reyes).

Sin embargo, en otras ocasiones, previene, cura o alivia los más variados síntomas o síndromes, utilizando para ello el diagnóstico del humor y el tratamiento de la risa. El incomparable Mark Twain advertía: “Hay que tener cuidado con los libros de salud; podemos morir por culpa de una errata”. Pero, ya que tenemos que morir, más vale hacerlo de la risa provocada por una errata. Con toda seguridad no nos abandonará en el último suspiro y nos acompañará hasta el final, pues, como asegura Manuel Seco, “la errata es la última en abandonar la embarcación”, aunque ésta sea la de Caronte. En definitiva, las erratas son como las huellas que siguen nuestros pasos… y por nuestros pasos nos conocerán.

Todo lo dicho sirve para los lapsus, bien sean resbalones del cálamo o pluma de escribir o bien sean tropiezos involuntarios al hablar. Y también para los gazapos (errores que, por inadvertencia, deja escapar el que escribe o el que habla con el correr de la pluma o de la lengua), los equívocos y los otros yerros y disparates varios con la que hemos tratado de confeccionar la colorida jarapa que aparece al final del artículo, muchos de cuyos trapos nos han sido proporcionados por tejedores del lenguaje bastante más cualificados.

Sólo mencionaré aquí como paradigma o ejemplo –que no ejemplo paradigmático– de tales jirones aquel que hace referencia a las consecuencias tan distintas que tiene para la salud de cualquier joven “ponerse en huelga de hambre” o “ponerse en huelga de hombre”. Todos estos “errores”, como las propias erratas, tienen un deseo absoluto de eternidad. Así se explica que en la necrológica periodística del gran Melville se mencionara que había fallecido Henry, en lugar de Herman, y de que su obra maestra, Moby Dick, estuviera clasificada durante décadas en la sección de cetáceos, y no en la de novela o en la de ciencia ficción, de bibliotecas tan reputadas como la de Yale.

Diversión

Aunque no podemos obviar que los lapsus calami y otros yerros afines a veces pueden causar daños al diccionario, lo cierto es que, en no pocas ocasiones, permiten crear situaciones divertidas, aún en las circunstancias más adversas, ya que “haciendo el humor” se puede superar lo rutinario (o, al menos, evitar que a la rutina se le caiga la t y las nefastas consecuencias que ello puede tener), liberar tensiones y encajar con espíritu deportivo las derrotas, ya que es preferible que “a todo Napoleón le llegue su waterpolo”, que no su Waterloo.

Como tampoco es recomendable invadir la Polonia del vecino, a pesar del empeño que ponen cada mañana algunos tertulianos, tertuliantes o contertuyos y míos. Como señala José Esteban, autor del impagable Vituperio (y algún elogio) de la errata, “la errata es bella”, casi tanto como la vida y mucho más que la arruga, y “representa la rebeldía contra la perfección de lo humano”.

A lo largo de la historia de la literatura las erratas han aparecido por todas partes: en los catálogos de librería que afectan a los títulos de las obras, como le ocurrió a Dumas con La dama de las camellas; en alguna enciclopedia de renombre, como hizo notar Pío Baroja: su novela La feria de los discretos aparecía como La feria de los desiertos; en las referencias de alguna biblioteca, como la que convertía un conocido drama histórico en La expulsión de los mariscos.

Pero, sobre todo, las erratas han aparecido en los propios textos literarios, tanto en prosa como en verso: Vicente Blasco Ibáñez tuvo que sobreponerse con su naturalismo característico al soponcio de ver publicada en la primera edición de Arroz y tartana la siguiente frase: “Aquella mañana doña Manuela se levantó con el coño fruncido”, mientras que el poeta Ramón de Garciasol vio derrumbarse el homenaje que pretendía hacer a su mujer cuando, por el divaneo de una ene en la palabra final, apareció uno de los versos que había compuesto de la siguiente manera: «Mariuca se duerme y yo me voy de putillas»; también ha habido algún libreto teatral en el que la ternura de una dama con su esposo se traducía en “miradas de apasionada ternera”, una ópera bufa cuyo protagonista era el babero de Sevilla y un buen ensayo echado a perder al contar que “en el combate cuerpo a cuerpo hubo miles de pajas”.

Sin más, aquí está la prometida jarapa gazapera. Que ustedes la disfruten; si les apetece, complétenla con cuantos microrrelatos consideren oportunos… y, cuando acaben, no se preocupen por darle al interruptor del taller: la risa cuesta menos que la electricidad y da más luz, según me cuentan los que saben de esto.

LA BUENA PRESCRIPCIÓN

Se hizo escritora porque de niña el médico le prescribió ungüento de hadas al acostarse.

UNA CUESTIÓN DE COSMÉTICA

El aspezto es la apariencia que queda tras el tratamiento con aceite de hígado de bacalao u otros productos derivados del pescado.

EN BOCA CERRADA PUEDEN ENTRAR PLEONASMOS

¡Te he dicho que te calles la boca!

INTERPRETACIÓN CHINA DE LOS VERSOS DE JORGE MANRIQUE

La vida son los líos que van al mal.

SECRETOS MATRIMONIALES

En las tertulias con sus amigas, María siempre terminaba confesando que su marido era un tipo romántico y semental.

NAUFRAGIO

Después de la tormenta, el capitán no volvió a encontrar el libro de Pitágoras y la embarcación quedó a la deriva.

DOMINIO DEL LATÍN

Men sana in corpore insepulto.

UNA CUESTIÓN GENÉTICA

De tal falo, tal astilla.

UNA CARGA DEMASIADO PESADA

Nunca se debe echar el cuarto a espaldas.

CONSEJO AL ESTREÑIDO

A la vejez, ciruelas.

PRINCIPIO DE PRUDENCIA

Hay que evitar verle las orejas al bobo, sobre todo si es feroz.

EL SUEÑO DE TODO LATINO

No hay nada más placentero que dormir a pierna sueca.

LÓGICA IRREFUTABLE

Si marzo marcea, y mayo mayea, abril abrilea. No hay otra. Así es la primavera.

DEDUCTIVA

Dime con quién andas y te diré quién es.

MANDATO CAPITALISTA

Habrás de ganarte el pan con el sudor del de enfrente

OTRA FORMA DE VER, OTRA FORMA DE SENTIR

Amor sin amor, se apaga.

PREMISA DEL LEÑADOR ECOLOGISTA

Hay que hacer la leña del árbol caído.

EL INTERLOCUTOR

A buen entendedor, pocas palabras vastas.

HAY CONSEJOS QUE ES MEJOR NO SEGUIRLOS

Como le veía tan agotado, su jefe le recomendó que se tomara unos días de responso.

PARTE METEOROLÓGICO

El tiempo todo locura.

EL TERCO Y EL HERRERO

Herrar es humano; errar, solo umano.

UNA SITUACIÓN DELICADA

La otra noche un grupo de amigos le tomó por el pito al sereno.

HACIENDA SOMOS TODOS (UNOS MÁS QUE OTROS)

Cuando fueron a embargarle la cuenta bancaria, resultó que era disolvente.

LA BODA

Al terminar la ceremonia, el oficiante le indicó al novio: “Puede levantar el vuelo de la novia y besarla”.

LA AVARICIA ROMPE EL SACO

Antes de la tradicional cena de Navidad, el dueño de la empresa se dirigió a los empleados en estos términos: “Este año, los negocios nos han ido tan bien que podemos decir que estamos nadando en la ambulancia”.

UNA DECISIÓN INCÓMODA

Me acaba usted de poner entre la espalda y la pared.

LA HERENCIA

Este niño se parece mucho a su padre, ha sacado sus mismos gérmenes.

PRECAUCIÓN

Hay que tener cuidado con los alérgenos domésticos, sobre todo con el polvo en casa.

UNA MALA ESTADÍSTICA

En el último año ha aumentado considerablemente el número de parejas sometidas a las técnicas de incineración artificial.

UN DIAGNÓSTICO PRECISO

La autopista reveló que el accidente se produjo por un exceso de alcohol en la sangre.

… y OTRO, NO TAN PRECISO

Tras la ocultación, el médico no pudo poner en claro el diagnóstico del paciente y mandó que le hicieran una expirometría como prueba definitiva.

LA SOCIEDAD DE CONSUMO Y SUS PILARES

Es necesario establecer una cultura de orientación al sudario.

TRAVESURAS DE UN ANIMAL POLÍTICO

El gato del Estado está saltando por encima del PIB de forma continuada y nadie dice ni miau.

UN CAMPAZAS CUALQUIERA

Se dejó llevar por la oratoria y se fue por las ranas.

PREGUNTA PARA HACER VOLAR LA IMAGINACIÓN

¿Quién no ha echado alguna vez una cama al aire?

PRINCIPIO FILOSÓFICO QUE NO ADMITE DESCARTES

Coito, ergo sum.

NUEVA INTERPRETACIÓN DEL GÉNESIS

El linaje del género humano procede de la cosquilla arrancada a Adán.

UN GÉNERO LITERARIO DE MODA

La autobiografía, como la venganza, ha de servirse a baja temperatura.

UNA CUESTIÓN DE ETIMOLOGÍA

La aveja es un insecto himenóptero de alta velocidad caracterizado por la producción laboriosa y rápida de cera y miel.

UN BUEN PLAN ESTRATÉGICO

Hay que seguir las instrucciones del médico a la hora de tomar la Bastilla.

PRINCIPIO HIPOCRÁTICO QUE TODO EL MUNDO DEBERÍA SEGUIR

Más vale prevenir que currar.

POLIFARMACIA GALÉNICA

Los buenos fármagos pueden modificar los humores en acto y en potencia, es decir, que unos provocan risa per se y otros, por algún accidente.

NOTA: Con el seudónimo JGN Ruysol, José González Núñez ha publicado La medicina del revés y Fármago, con objeto de fomentar la risoterapia.