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Muere Günter Grass

Günter Grass nació en 1927 en Danzig (hoy Gdansk, Polonia), ciudad en donde creció y que es escenario de muchas de sus novelas. Se hizo escritor después de haber recibido una sólida formación como escultor y dibujante y su obra comprende poemas, dramas y, sobre todo, novelas.

El tambor de hojalata, una de las cumbres de la literatura europea contemporánea, compone junto con Años de perro y El gato y el ratón la famosa ‘Trilogía de Danzig’. Su fama se cimentó sobre estas y otras obras maestras como El rodaballo, Es cuento largo o A paso de cangrejo.

Testigo de su época en permanente lucha contra el silenciamiento del pasado, entre su producción de carácter ensayístico y autobiográfico destacan Mi siglo, Del diario de un caracol, Cinco decenios, su controvertida Pelando la cebolla, La caja de los deseos y De Alemania a Alemania. Diario, 1990.

Tras la guerra

Tras la guerra –al final de la cual fue reclutado por las SS– tabajó como picapedrero, y estudió pintura y escultura en Düsseldorf y Berlín. En los cincuenta viajó por Italia, Francia y España, e inició una prometedora carrera poética. Su primer libro, al borde del surrealismo, fue Las ventajas de las gallinas de viento (1956). En ese mismo año, Grass fijó su residencia en París, en donde escribió algunas obras de teatro y la novela que lo haría mundialmente famoso: El tambor de hojalata (1959). En una línea que enlaza con la novela picaresca española, su protagonista Oskar Matzerath, el niño que se niega a crecer como protesta contra las crueldades del pasado alemán, ha pasado a formar ya parte de la literatura universal.

Grass, miembro del Grupo 47 que desempeñó un papel esencial en la literatura alemana de la posguerra, recibió desde entonces numerosas recompensas, entre ellas, en 1965, el premio Büchner, el más prestigioso de su país, y en 1999 el Nobel de Literatura y el Príncipe de Asturias de las Letras.

De vuelta a Berlín

En los años sesenta, de vuelta a Berlín, Grass escribe otras dos novelas que, con la anterior, forman lo que se conoce por ‘Trilogía de Danzig’: El gato y el ratón (1961) y Años de perro (1963), y en 1966 su obra teatral más importante: Los plebeyos ensayan la rebelión. Políticamente muy activo, Grass hace campaña en esos años por el partido socialdemócrata y deja constancia de sus experiencias en el Diario de un caracol (1972).

Grass viaja por Asia y América en los setenta, se dedica al grabado y la litografía, y escribe numerosos ensayos sobre una amplia variedad de temas y, finalmente, otra novela de gran envergadura: El rodaballo (1977), que abarca miles de años y se desarrolla en nueve épocas, mezclando cuentos infantiles, mitología e historia.

Escultura y dibujo

En los ochenta, Grass esculpe y dibuja con intensidad. Su principal obra literaria es La ratesa (1986), novela apocalíptica en la que las ratas heredan la Tierra. En 1986, Grass se va a la India, de donde vuelve unos meses más tarde con muchas ideas, un cuaderno lleno de dibujos y un nuevo libro: Sacar la lengua (1988).

Malos presagios (1992) es una obra relativamente menor: una sencilla historia amorosa entre dos personas de edad, sobre un fondo muy actual: Pero la gran novela de Grass en los años 90 es, sin duda, Es cuento largo (1995), en la que se trata el difícil problema de la reunificación alemana, estableciendo un paralelismo entre un personaje ficticio, Theo Wuttke, y el escritor decimonónico Theodor Fontane, inmortal autor de Effi Briest. Otras obras suyas a destacar son Mi siglo (1999) o Últimas danzas (2003), donde mezcla dibujos con poemas.

Compromiso moral

También realizó obras de ilustración, como en Der Schatten (La sombra. Los cuentos de H.C. Andersen vistos por G. Grass), por la que obtuvo el premio Hans Christian Andersen de Ilustración en 2005.

La relación de honores que recibió Günter Grass durante su vida sería inacabable, pero, según confesión propia, uno de los que más aprecia es el «Hidalgo» que la Asociación Presencia Gitana le concedió en 1993. Porque, tan importante como la obra artística y literaria de Grass, y quizá más aún, es su constante defensa de los derechos humanos y su permanente compromiso moral con la época que le tocó vivir.