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De Torre, el humanista que vivió «al pie de las letras»

De la aventura al orden, nuevo título de la Colección Obra Fundamental que edita la Fundación Banco de Santander [1], recupera la figura y la obra de Guillermo de Torre (Madrid, 1900-Buenos Aires, 1971), uno de los grandes olvidados de la Generación del 27.

Primer historiador europeo de las vanguardias, –en 1925 publicó el revolucionario Literaturas europeas de vanguardia–, y uno de lo más sólidos y lúcidos ensayistas literarios del pasado siglo, De Torre ha sido víctima no sólo del olvido, sino también de una especie de «leyenda negra sobre su carácter».

Ni altivo, ni impertinente

Así lo apunta Domingo Ródenas, crítico y profesor de Literatura Española de la Universidad Pompeu Fabra, que ha prologado y recopilado los textos del volumen, al señalar en su presentación que uno de sus objetivos es «deshacer la idea de un Guillermo de Torre problemático, altivo e impertinente, y que cale otra, mucho más justa y acorde con la realidad, que lo refleja como un humanista que se volcó en la búsqueda de entendimientos. Un maestro de la literatura comparada que se marcó la meta de la promoción de la lectura y del impulso de la transferencia de saberes entre Europa y América. Un humanista que, siguiendo su autodefinición, ‘vivió al pie de las letras'».

Acaso, prosigue, le pudo la soberbia en sus primeros años, «pero a partir de los 25 años fue un erudito sensato, clarividente y ecuánime, como reflejan su actitud, su actividad y sus escritos».

Poeta y teórico del ultraísmo, cronista y topógrafo de las vanguardias, activista y abogado del arte moderno, ensayista y crítico literario, editor implacable y mediador entre España e Hispanomérica, entre lo antiguo y lo actual, entre el exilio republicano y los intelectuales del interior, Guillermo de Torre, rememora Ródenas, contribuyó a crear revistas míticas como La Gaceta Literaria o Sur en Buenos Aires, fue el impulsor de la Colección Austral y cofundador de la Editorial Losada.

Erudición y variedad

De la aventura al orden, titulo que juega con otro del propio De Torre, recopila ensayos, artículos, críticas y correspondencia inédita del autor –un gran epistológrafo con miles de cartas– con, entre otras personalidades, Américo Castro, Laín Entralgo, León Felipe, Juan Larrea y Victoria Kent.

La producción recogida abarca desde su época de beligerancia vanguardista hasta su revisión ponderada de los años de pugna a favor de la modernidad.

Desde una incuestionable erudición, De Torre habla de literatura y arte, de la libertad intelectual y de las erosiones de la sociedad de masas, de Rimbaud y Freud, de Picasso y Gómez de la Serna, de Azorín, Sartre o Vallejo, de los relevos generacionales y de su privilegiada condición de testigo de un tiempo al borde del abismo.

Labor de recuperación

La presentación al público en el Instituto Cervantes contó con la participación, además de Ródenas, del escritor Andrés Trapiello; el secretario de la RAE, Darío Villanueva, y el director de Fundación Banco Santander, Borja Baselga, que apuntó que la Fundación, con la presentación de esta obra, «intenta recuperar la figura de un intelectual y ensayista de primer orden, olvidado injustamente, y que contribuyó a comprender mejor qué son las vanguardias y cómo han influido en la literatura».

Baselga adelantó que los próximos volúmenes de la Colección Obra Fundamental serán un cuaderno de inéditos de Rosa Chacel y Viajes, crónicas e impresiones, de Ayala.

En opinión de Andrés Trapiello, «Guillermo de Torre no sólo leyó con entusiasmo todo lo que leyó, que fue mucho, sino que escribió de ello igualmente con entusiasmo. Es, para decirlo con dos de los esdrújulos vanguardistas que le hicieron famoso, el escritor español más gimnástico y elástico de todos».

Tras señalar que la literatura es un territorio abierto en el que todos los escritores son compatriotas, Villanueva incidió en el inconformismo intelectual de Guillermo de Torre. «Es probable que hoy, a los cuarenta años largos de su fallecimiento en Buenos Aires», afirmó el secretario de la RAE, «se imponga la consideración de De Torre como uno de nuestros más destacados cultivadores de los estudios literarios, en especial la crítica y, sobre todo, la literatura comparada, pero no hay que olvidar, concluyó, que estamos ante una obra al mismo tiempo rompedora y expresiva de un mundo nuevo».

Obra polimorfa

Por su parte, Domingo Ródenas insistió en el carácter polimorfo de la obra de De Torre y se refirió a él como «una figura gigantesca en la cultura española del siglo pasado». Un escritor que buscaba formas de escritura nuevas y que anduvo a la caza de la «fórmula rabiosamente virgen». Además destacó del autor su capacidad de «gestionar excepcionalmente el talento ajeno», como demostró en las diversas aventuras de renombre literario en las que se embarcó, como La Gaceta Literaria, junto a Giménez Caballero (Obra Fundamental) o la revista Sur en Buenos Aires y la propia editorial Losada.

Tuvo también un interés constante por las artes plásticas debido a la personalidad mágica de su mujer, Norah, hermana de Jorge Luis Borges –que nunca aprobó el matrimonio y del que De Torre comenta: “Sumido en su reaccionarismo hediondo, obsesionado por un clasicismo y un casticismo imposibles»– y a su bondad e imaginación naif, que cautivó a De Torre en cuanto la conoció, apenas salido de la adolescencia.

Sin duda, Norah hizo que aumentara su interés por la pintura moderna, sobre la que escribió textos fundamentales (su Itinerario de la nueva pintura española en 1931 o su estudio sobre Picasso en 1936), pero «su influencia fue más bien de índole personal, templando su carácter polémico y seguramente contribuyendo a centrar su visión de los debates de ideas», afirma Ródenas.

Admiración

Finalmente y haciendo una recapitulación de los gestos de admiración que despertó De Torres, el antólogo recordó que Corpus Barga dijo de él que «es uno de los tres o cuatro ensayistas españoles que superan la cultura subdesarrollada del ensayo en España».

Borges se referiría a su versatilidad enciclopédica «y que volando a la vez en tantas pajareras no se encierra en ninguna», y a su curiosidad insaciable, que se manifiesta en obras como su poemario Hélices y en sus colaboraciones en Revista de Occidente, El Sol, La Gaceta, Índice, Sur. Y, por supuesto, en los ensayos recogidos en obras como Nuevas direcciones de la crítica literaria o su obra capital, Historia de las literaturas de vanguardia.