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¿Somos todos voyeurs?

Las dudas en relación con cuanto de ficción hay en el texto las alimentó el propio Talese al renegar de lo escrito para, poco después, retractarse y defender la veracidad total de la extraordinaria historia que el libro relata. Enero de 1980, Gay Talese recibe una carta en su domicilio neoyorquino. La remitía Gerald Foos, un misterioso hombre de Colorado que le hacía partícipe de un secreto sorprendente: había comprado un motel para dar rienda suelta a sus deseos de voyeur. En los conductos de ventilación había instalado una «plataforma de observación» a través de la cual espiaba a sus clientes y tomaba minuciosas notas de sus hábitos sexuales.

Cuando Talese recibió aquella misiva estaba enfrascado en el proceso de investigación que le llevaría nueve años y que culminaría con la publicación de La mujer del prójimo, un retrato de la revolución sexual para el que se vio obligado a trabajar en saunas eróticas, vivir en comunas nudistas y visitar lugares de intercambio de parejas. La preparación de aquel libro tuvo eco notable en los medios de comunicación y llegó a oídos de Foos, que reconoció que esa fue una de las razones que le animaron a ponerse en contacto con el periodista.

Pocas semanas después de conocer el secreto, Talese viajó a Colorado, donde conoció a Gerald Foos y pudo comprobar con sus propios ojos la veracidad de lo que le había contado. Además tuvo acceso a algunos de sus muchos diarios: un registro secreto de cientos de parejas que reflejaban el cambio producido en las costumbres sociales y sexuales de su país.

Pero Foos había sido también testigo de un asesinato y no lo había denunciado. Tenía, pues, muchos motivos para permanecer en el anonimato, un anonimato que en todo momento le exigió al periodista de modo que Talese pensó durante décadas que esta historia nunca sería desvelada públicamente. Pasó el tiempo, cambiaron las circunstancias y ahora, treinta y seis años más tarde, Foos se mostraba dispuesto a hacer públicas sus andanzas y Talese a convertirlas en un libro más que atractivo.

El motel del voyeur, cuyos derechos para su adaptación cinematográfica están en manos de Steven Spielberg, es una extraordinaria obra de periodismo narrativo, otro despliegue de la capacidad de Talese para convertir un reportaje en una pieza literaria de primer orden. Un libro polémico que ha abierto ya un intenso debate ético en relación con los límites del ejercicio periodístico, sobre las fronteras entre ficción y realidad y sobre las razones que pueden convertir en delito el hecho de guardar un secreto. Al margen de que, al asomarnos a sus páginas y no ser capaces de abandonarlas, plantee si, en el fondo, no seremos todos voyeurs encubiertos. Simples y llanos mirones clandestinos.

EAL26648 [1]El motel del voyeur [2]

Gay Talese
Traducción: Damià Alou
Alfaguara
230 p
19,90 euros / e-book: 9,99 euros