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Zanjado el pleito por ‘La condesa de Chinchón’

El retrato de la esposa de Godoy, que ahora se exhibe en el Museo del Prado, iba a ser vendido en 1999 por sus propietarios, los hermanos Ruspoli Morenés, a un comprador particular por 24 millones de euros, pero, al amparo de la Ley de Patrimonio Histórico Nacional, el Ministerio de Cultura anunció el 18 de enero de 2000 que ejercería el derecho de adquisición preferente en nombre del Estado.

Unos días más tarde, los hermanos Ruspoli comunicaron a la Administración que las condiciones de venta serían idénticas a las convenidas con el comprador privado, consistentes en el pago del precio de manera inmediata a la entrega del cuadro o, en el caso de un pago diferido, la actualización del precio conforme la índice de precios al consumo aumentado en el interés legal.

En dos plazos

La condesa de Chinchón fue entregada al Estado el 17 de febrero de 2000. Sin embargo, la Administración no pagó los 24 millones hasta 2001 y, además, lo hizo en dos plazos: 15 millones el 30 de enero y 9 millones el 11 de julio. Los antiguos propietarios del cuadro alegaban en su demanda que tal retraso les había supuesto un perjuicio de 1,3 millones de euros.

En un criterio coincidente con el de los tribunales españoles que examinaron el contencioso, el TEDH afirma que, una vez que la Administración muestra su interés por la obra de arte, «el vendedor no puede fijar las condiciones (de venta) unilateralmente» sino de acuerdo con las normas jurídicas aplicables.

El Estado tiene la razón

La Corte Europa constata que la Ley de Patrimonio Histórico Nacional prevé la posibilidad de un pago fraccionado en dos veces y no contiene ninguna previsión sobre una eventual actualización del precio en caso de un abono diferido.

Tras destacar que La Condesa de Chinchón se exhibe ahora «en la más importante pinacoteca española», el Tribunal Europeo afirma que «el interés general se ha visto privilegiado».

Obra de arte excepcional [1]

Doña María Teresa de Borbón y Vallabriga, marquesa de Boadilla del Monte y condesa de Chinchón, era hija del infante don Luis Antonio de Borbón y de doña María Teresa de Vallabriga y Rozas. Nació en el palacio familiar de Velada (Toledo) el 26 de noviembre de 1780, en el alejamiento de la Corte a que estaba sometida junto a su madre y hermanos.

A la muerte de don Luis en 1785 la niña fue separada de su madre, ingresando en el Convento de San Clemente de Toledo, de donde salió en 1797 para casar con don Manuel Godoy [2], a petición de los Reyes. Con este enlace se reconoció su alcurnia, para ella y sus hermanos, pudiendo usar el apellido familiar de Borbón.

El retrato [3] se hizo a los tres años del matrimonio, en abril de 1800, cuando la joven, a los diecinueve años de edad, esperaba a su primogénita: la pequeña Carlota. La condesa va a la moda, con un vestido de gasa blanca decorada con pequeñas flores; sus abundantes rizos están recogidos en un tocado adornado por espigas de trigo, símbolo de fecundidad, promesa de la futura niña. Sentada en un elegante sillón, sus dulces ojos claros se vuelven hacia la derecha, esbozando una fugitiva sonrisa, que rehuye la mirada del espectador. Resalta el artista la actitud desvalida del gesto de las manos, que la joven cruza tímidamente sobre el regazo, y en la derecha lleva una gran sortija con el retrato de un caballero, sin duda Godoy, en cuyo pecho luce la banda de la Orden de Carlos III.

Es una obra de arte excepcional, quintaesencia del retrato cortesano, interpretado por Goya [4] con la natural agudeza psicológica y cercanía al modelo que caracterizó sus obras.