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‘Desde la casa de los muertos’, una función redonda

Cuando iba a comenzar la ejecución de los primeros condenados, llegó la condonación de la pena capital por la de trabajos forzados en Omsk (Siberia). Allí pasó Dostoyevski los cinco años siguientes, tras los cuales fue destinado como soldado raso a Kazajistán, hasta que, transcurridos otros cinco años, pudo volver a San Petersburgo gracias a una amnistía decretada por Alejandro II.

Vida desordenada

Es opinión generalizada que estos hechos, unidos a su enfermedad epiléptica, hicieron transitar sus ideas hacia el conservadurismo, al tiempo que vivió una vida desordenada en la que el juego desempeñó un importante papel, pero dejó novelas y escritos que se pueden considerar obras maestras universales. En una de ellas, Memorias de la casa de los muertos, que publicó en una revista que había fundado con su hermano Mihail, describe la prisión, el frío, los duros trabajos forzados, la suciedad y su convivencia con los criminales en los que encuentra siempre su parte humana y fraternal.

Leoš Janáček (1854-1928), Bedrich Smetana y Antonin Dvorak forman el trío más importante de la composición operística checa. Las óperas de Janacek se están programando cada vez más durante los últimos años y de ello hemos tenido constancia en el Liceu y el Real. La última ópera de Janacek, escrita entre 1926 y 1928, se titula Desde la casa de los muertos, está basada en la obra de Dostoievsky y fue estrenada en el Teatro Nacional de Brno en 1930, dos años después de la muerte del compositor.

Ni trama ni acción principal

El libreto es del propio compositor y en los tres actos de los que consta no existe una trama ni acción principal, sino una serie de narraciones por parte de los reclusos de la prisión en las que expresan el sufrimiento y tragedia individual de cada uno de ellos. Estas narraciones están enmarcadas en un inicio en el que concurren la llegada de un nuevo prisionero político, Alexander Petrovich Gorianchikov y un águila herida en un ala y un final con la liberación de Gorianchikov y el águila tras su convalecencia, que serán celebradas por los prisioneros.

Janáček, para describir musicalmente la situación de Dostoyevski en la prisión junto a sus esperanzas de vivir, propone una orquestación original y de gran sentido dramático que sin abandonar la armonía parece a veces limitar con la atonalidad y otras recuerda al folclore o canto popular de su Moravia natal, tan presente en otras óperas como Jenufa.

La ópera fue estrenada en el Met el pasado 12 de noviembre y la representación a la que asistí era la sexta (en Madrid se representó en noviembre de 2005). Se hizo en el idioma original, en checo, lo que me parece un avance importante pues las dos veces que había asistido a óperas checas en el Met (Prodana nevesta y Vec Makropulos) se habían traducido al inglés.

Acierto del principio al final

La producción de Patrice Chéreau es un acierto desde el principio al final, con unos decorados que nos sugieren los patios de una prisión en un lugar y tiempo indefinido, con grandes muros y paredes en los laterales, que con algunos movimientos siempre logran transmitir la sensación de falta de libertad de los presos. Con la aparición de un graderío ocupado por el coro y figurantes, se da sentido a la representación teatral de los presos en el segundo acto, en la que se dan situaciones escénicas que rayan lo políticamente correcto para el público estadounidense, pero poco a poco el teatro va introduciendo puestas en escena más modernas. El movimiento escénico muy trabajado contribuye al éxito de la representación.

En el apartado musical, teniendo en cuenta la importancia que en esta ópera tiene el coro y la cantidad de solistas que intervienen, es de destacar la gran interpretación del barítono Peter Mattei (Shishkov), así como la de los tres tenores: Stefan Margita (Luka o Filka), Peter Hoare (Shapkin) y, sobre todo, Kurt Streit (Skuratov).

La dirección musical estuvo a cargo de Esa-Pekka Salonen, que desde el primer instante logró dar una vibrante y emocionada versión de la partitura con una respuesta magnífica por parte de la orquesta. Guardaba un buen recuerdo de la representación que vi en Madrid, del buen nivel de los cantantes y una producción sugerente, pero esta del Met la superaba por la prestación de la orquesta. Una función redonda.

Nueva York. Desde la casa de los muertos. Metropolitan Opera House de Nueva York [1].

4 de diciembre de 2009.