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‘El rapto en el Serrallo’ en el Liceu, calidad notable

En cualquier caso, y a pesar de las aglomeraciones, es un gran día para tomar el pulso a la ciudad y, si coincide con una representación en el Liceu de calidad notable, como fue el caso, es un magnífico epílogo para un gran día en Cataluña.

El rapto en el Serrallo fue compuesta por Mozart por encargo del emperador José II, gran amante del teatro que quiso que la obra fuera un Singspiel (con tantas partes cantadas como habladas) y que fuera en alemán. Fue estrenada en el Burgtheater de Viena en 1782 y no se estrenó en el Liceu hasta 1928. Desde entonces se ha representado en pocas ocasiones en Barcelona, pues con la de este día, en que finalizaba la temporada, solo se contabilizaban 36, y no creo que sea debido a los largos recitativos, ya que del mismo género es Die Zauberflöte y se representa muy a menudo.

Genial y llena de vitalidad

Esta excelsa obra, genial y llena de vitalidad como todas las de Mozart, nos relata como una española llamada Konstanze, acompañada de sus criados, una inglesa de nombre Blonde y el novio de esta, Pedrillo, son apresados por los piratas y vendidos al pachá Selim de Turquía.

Selim se enamora de Konstanze, mientras que su intendente, Osmin, pretende a Blonde. Pedrillo hace llegar la noticia a Belmonte, noble español novio de Konstanze, que se presenta en Turquía para preparar la fuga de todos, pero falla su estratagema y cuando el pachá se entera de los planes de evasión se anuncian los peores augurios, especialmente para Belmonte.

Finalmente, Selim acaba cediendo y muestra su bondad al permitir la marcha de todos y que se concrete el primigenio amor entre ellos, olvidándose Konstanze y Blonde (mujeres de gran carácter en contraposición a las Fiordiligi y Dorabella de Cosi fan tutte) de la estima que comenzaban a sentir hacia Selim y Osmin.

La representación que propone el Liceu recupera todos los recitativos (en las anteriores ocasiones en que había presenciado esta ópera se recortaban de manera sustancial), lo que unido a los silencios que introdujo el director de escena (Christof Loy), hacen que la función se prolongue y dé lugar de nuevo a la polémica entre los que prefieren que se acorten los diálogos y los que opinan que su declamación ha de ser íntegra.

Más comprensible

He tenido ocasión de ver otras propuestas escénicas de Loy en Düsseldorf y, en mi opinión, es un gran hombre de teatro que en esta ocasión logra que el movimiento escénico y el tiempo de los recitativos hagan más comprensible la obra. Por lo que se refiere a los decorados, son sencillos y sin grandes alardes.

Konstanze es interpretada por Diana Damrau, bien en el primer acto y espléndida en el segundo, tanto en su melancólica aria (Traugkereit…), como en la posterior (Martern…). En la primera, nos ofrece su musicalidad con suspiros y en la segunda, todos los artificios vocales que es capaz de efectuar.

Excelente Olga Peretyatko en el papel de Blonde. Ofreció una proliferación de agudos de bella emisión que hace pensar que estamos ante una futura gran cantante. Fue aclamada.

Teatralmente, Franz-Joseph Selig fue un rudo Osmin. Mostrando su voz de bajo, se le apreció como un buen intérprete del papel. Pedrillo estuvo representado por Norbert Ernst, seguro en la emisión y de voz bien timbrada.

Christoff Strehl, tenor que representaba a Belmonte, me pareció muy justo para el papel y de voz no adecuada para la música de Mozart, con la dificultad añadida de que el director musical alargó la forma habitual de alguna de las arias que le correspondían. Se benefició del buen nivel musical del resto del reparto.

En cuanto al coro, en sus breves, pero musicalmente agraciadas intervenciones, apareció en los laterales del primer anfiteatro, contribuyendo con su actuación a la representación. La orquesta fue bien dirigida por Ivor Bolton cuya intervención podemos calificar con un aprobado alto, sin alardes pero sin fallos (en las últimas funciones siempre se suele lograr un mejor resultado).

En definitiva, Mozart siempre genial, con cantantes mejorables pero de muy buen nivel. En particular, las sopranos, una delicia.

Barcelona. El rapto en el Serrallo. Gran
Teatro del Liceu
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23 de abril de 2010.