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‘Krol Roger’ en el Liceu

El compositor visitó Sicilia en 1911 y desde aquel viaje pensó en ubicar allí alguna de sus composiciones. Krol Roger está basada en Las bacantes de Eurípides y se desarrolla en el siglo XII, durante el reinado de Roger, monarca de origen normando que representa el orden, la responsabilidad y la seguridad. Frente a él, aparece en las tierras sicilianas un pastor de bellas facciones que incita a la población al deseo, la libertad, y la sensualidad desenfrenada. Se establece, por lo tanto, el enfrentamiento entre lo apolíneo y lo dionisiaco. El pastor es acusado por algunos y defendido por otros, encontrándose entre sus defensores Roksana, esposa de Roger, y Edrisi, sabio árabe de la corte.

Juicio y fascinación

Ante las diferencias surgidas entre la población, Roger decide citar al pastor en palacio y cuando éste llega, con su sonrisa luminosa, el rey decide juzgarle. Roger empieza a sentirse fascinado por el pastor, mientras que Roksana se ha decantado definitivamente por su doctrina dionisiaca, al igual que una gran multitud que aparece extasiada y que baila una danza ritual.

El pastor abandona el palacio, seguido por Roksana, sus seguidores y Roger, dirigiéndose a unas ruinas donde el pastor y sus seguidores ofrecen a Baco danzas y sacrificios rituales. Cuando amanece, el rey entona un himno al sol naciente poniendo de manifiesto que ha vencido a la tentación dionisiaca, triunfando finalmente la razón de Apolo.

La dramaturgia es de David Pountney y consta de un gran anfiteatro que, gracias a una brillante iluminación, logra cambios que sirven para el seguimiento de la historia. A la llegada del pastor, el coro ocupa en el anfiteatro una posición en forma de cruz, que nos indica la rigidez de la corte. Cuando el pastor consigue cambiar las costumbres de la población, el coro pasa al baile desenfrenado. Además, el vestuario negro inicial se va transformando en rojo a medida que cambia la actitud apolínea a la dionisiaca.

El director musical, Josep Pons, define la música de Krol Roger "de una sonoridad y un tipo de armonía sensual con una línea melódica que se puede considerar como extática, éxtasis que es necesario subrayar por la orquesta de manera versátil para contraponer el conflicto de las dos interpretaciones del sentido de la vida propuestas en la obra".

Pons, buen conocedor de la obra de Szymanowski, logra transmitir esa versatilidad obteniendo un muy buen rendimiento de la orquesta a la vez que dirige a los cantantes solistas y coro con eficiencia, si bien el volumen en ciertos momentos apaga la voz de algún cantante.

Los aciertos escénicos van en contra de los cantantes, ya que estos a veces están colocados en posiciones que no resultan beneficiosas para la correcta audición. Efectuada esta precisión que puede condicionar la apreciación de los cantantes, Scott Hendricks fue un gran intérprete del rey Roger, dotado de un timbre y calidad de voz que, unidos a una gran proyección, le hicieron conseguir un gran éxito pese a la dificultad del papel.

Anne Schwanewilms (Roksana), cantante dotada de una bella voz, no consiguió en ningún momento brillar, y aunque pueda tener algunos atenuantes, como la de la dirección escénica y el volumen de la orquesta, no respondió a las expectativas que se esperaban de su extenso currículo.

Will Hartmann (el pastor), con grandes dificultades, alcanza un aprobado justo y deja la duda de si era necesario un tenor más apropiado para la ocasión. Francisco Vas (Edrisi), siempre comprometido con el teatro para papeles comprimarios, tuvo en esta ocasión un triunfo remarcable.

Gran acierto programar esta ópera. El día al que se refiere esta crítica el teatro estaba lleno y la representación tuvo una buena acogida.

Barcelona. Krol Roger. Gran Teatre del Liceu [1].

13 de noviembre de 2009.

Fotos: Cortesía de Juan Luis García [2].