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¿Con la música a otra parte?

¿Tendrán que irse con su música a otra parte? En los diccionarios del español coloquial, instar a que alguien se vaya «con la música a otra parte”» es, textualmente, «despedir y reprender al que viene a incomodar o importunar». No parece que los músicos de los que hablamos incomoden o importunen si nos atenemos a la larguísima ovación y a los gritos que, reclamando-exigiendo su permanencia, coronaron su actuación al aire libre en Madrid.

Episodio (re-corte) I

Naturalmente lo que se aduce desde RTVE es, cómo no, la necesidad de recortar y a alguien no se la ha ocurrido otra cosa que plantear la transformación de la relación laboral de los 150 músicos que integran la formación y convertirlos en «fijos discontinuos». Es decir: de octubre a mayo fijos y de junio a septiembre parados.

Eneida García Garijo, contralto del coro y portavoz de la formación, es categórica al asegurar que una orquesta profesional no puede estar un tercio del año en paro, «hace inviable su trabajo y es preludio de su desaparición».

Quienes conocen el fondo de la cuestión son sabedores de que ha costado mucho darle a la orquesta una estructura estable (fue creada en 1965) y lograr el elevado nivel de calidad técnica que atesora. «Somos la memoria histórica musical del país. Todo ese esfuerzo y ese trabajo puede perderse. Esto es una forma de aniquilarnos», lamenta García Garijo.

Con un sólido prestigio internacional, la Orquesta y Coro de RTVE despliega una actividad intensa a través de sus ciclos de conciertos, presencia en festivales, grabaciones para televisión, radio y cine, acciones pedagógicas, discos, etc.

Su presupuesto anual ronda los 11 millones de euros que, según afirman los expertos, la convierten en una de las formaciones orquestales menos caras de España. Sirva como ejemplo, apuntan los mismos especialistas, que lo que económicamente carga sobre las arcas de la organización pública que la soporta supera en muy poco al coste por temporada de algunas de las series televisivas financiadas por la casa.

Episodio (re-corte) II

La música en directo se apaga. La crisis, salvajemente agravada por el incremento en 13 puntos del IVA cultural, del 8 al 21 por ciento, ha sumido al sector en una caída libre que, a estas alturas, nadie sabe dónde va a parar. El Gobierno, según propia confesión, pretendía con esta drástica medida incrementar la recaudación del Estado, pero lo que ha provocado es un dramático desplome en el número de espectadores.

La caída media de la recaudación, según un estudio elaborado por asociaciones del sector que agrupan a 400 empresas, en los primeros tres meses tras la subida del IVA en septiembre de 2012, superó el 28%, en torno a 17 puntos por encima de la media anual. La misma fuente aduce que el Gobierno ha recaudado cerca de 9 millones de euros con la subida del IVA, pero ha dejado de ingresar casi 12 en concepto de IRPF, Seguridad Social e Impuesto de Sociedades.

«Si el objetivo era recaudar, se ha confirmado que no lo han conseguido. Nos obligarán a quedarnos en casa porque ya no podemos perder más. Estamos con el agua al cuello. ¡Qué rectifiquen, por favor!”, suplica el presidente de la Asociación Arte, de representantes y directores, Emilio Santamaría.

Desde las asociaciones del sector, los augurios son muy pesimistas y estiman una caída de entradas e ingresos en este próximo verano cercano al 50% respecto al mismo período de 2012, que ya no fue para tirar cohetes.

Episodio (re-corte) III

Teatro y cine transitan entre la debacle de las taquillas y la impotencia de quienes lo sufren. Quienes soportan los escenarios hablan de situación dramática: uno de cada tres espectadores ha dejado de acudir al teatro. En sólo siete meses se han quedado por el camino más de 1,8 millones de espectadores y se han dejado de ingresar casi 34 millones de euros. La Federación Estatal de Asociaciones de Empresas de Teatro y Danza habla de más de 600 puestos directos de trabajo perdidos.

Por lo que respecta al cine, en lo que va de año ha reducido su recaudación en más del 13% y el volumen de espectadores en torno al 16%.

Canarias es una excepción muy significativa ya que en las islas en lugar del IVA se paga el IGIC que es del 7%. El resultado es que en esa comunidad la taquilla ha aumentado más del 5% y el número de espectadores casi el 10,5%. ¿Hacen falta datos más concluyentes?

Pero… ¿hay alguien ahí?

Rectificar es de sabios dice el chascarrillo popular. Todos los implicados, e implicados somos todos o casi todos, pues todos o casi todos somos espectadores-escuchantes, urgen, urgimos al Gobierno para que rectifique.

Alguien, entre los que toman estas (terribles) decisiones tiene que hacerse eco y actuar en consecuencia. ¿O es que esas personas, fuera de las fotos y los momentos oficiales, no van nunca a un concierto, a un ballet, a un estreno teatral, a una exposición, a una película? ¿O es que nunca escuchan a Bach, a Bruce Springsteen, a Mozart, a Norah Jones, a Shubert, a Wilco? ¿No miran nunca hacia los atardeceres de Monet, la genialidad de las luces de Velázquez, el drama de Caravaggio? ¿No…?

Quien corresponda tiene que asumir que desde que el ser humano hoya este planeta eso que conocemos como cultura es un valor cualitativo y cuantitativo. Cualitativo por cuanto nos hace mejores. Cuantitativo por que incluso desde la descarnada óptica de los dineros, también genera riqueza.

Nadie, absolutamente nadie, quiere irse «con la música a otra parte». Queremos que suene alta y clara y oírla aquí. Nos asisten derechos y razones múltiples entre las que por supuesto figura el sentido común.

Sin eso que llamamos cultura (música, libros, arte, cine, teatro, etc., etc., etc) somos más, infinitamente más pobres. En todos los sentidos; en el económico, –que en los tiempos que corren parece ser el parámetro único–, también.

Que nadie se vaya con la música a otra parte. La cultura no merece ser «ni despedida, ni reprendida» porque –¿hay alguien ahí. Alguien que escuche. Alguien que se entere. Alguien que actúe con coherencia?–, «ni incomoda, ni importuna», sino todo lo contrario.