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El juego de los descubrimientos

Como no podía ser de otro modo, unos metros más allá soportamos abochornados la reprimenda del encargado. Nuestro amigo se defendía, “la comida era ya suficientemente cara, qué menos que llevarse la manta de recuerdo”, “además, está llena de pelotillas y tampoco calienta tanto”, hasta que fue cediendo y concluyó con un sincero, “lo siento, no pude evitarlo, era tan fácil cogerla”.

La sinceridad y el sonrojo produjo sus réditos y la apelotillada manta descansa hoy en el maletero de mi coche –ese insondable armario vital–, como tantos otros trastos y «porsiacasos».

Suponen por dónde voy, ¿verdad? Entenderán que me acordase de ustedes y de mis sermones sobre las descargas ilegales de música, así que ahí queda la ya tradicional proclama. Espero que me disculpen. Ya.

A otra cosa. Les propongo un juego.

Con más o menos éxito, Melofilia pretende servirles en cada entrega recomendaciones de música poco habitual o, cuando menos, no demasiado frecuente en los circuitos de consumo masivo. Pues bien, les invito a que compartan con todos los lectores sus descubrimientos, sus joyas escondidas, sus rarezas musicales, esas que cuando encuentran, o les cuentan o les recomiendan, les despiertan un regusto especial. O aquella canción que escucharon de madrugada en la radio y no pararon hasta encontrar, o aquel disco que un amigo les grabó y ya forma parte de su colección para los momentos de estar-con-uno-mismo, o esa banda sonora de esa peli de arte y ensayo, o… Bueno, ustedes ya saben de lo que hablo.

Para no complicarlo demasiado, habrá tres categorías: Canción Descubrimiento, Disco Descubrimiento y Artista Descubrimiento. Se aceptará cualquier estilo, disciplina, época y procedencia. Por supuesto, serán bienvenidas todas las recomendaciones de música clásica y sinfónica, faltaría más.

De entre todas sus recomendaciones, se elegirá una canción, un disco y un artista que protagonizarán una entrada de Melofilia. Anímense, es una forma de compartir nuestras bibliotecas musicales, nuestros gustos. Pero si necesitan más motivación les adelanto que aquel o aquella que remita la canción, el disco o el artista premiado se llevará un disco de regalo. El que quiera, el que pida. En el formato que quiera. Tres discos, tres. ¿Qué les parece? ¿Jugamos?

Abrimos el juego-concurso hoy mismo aquí, en los comentarios, o en Facebook, y recopilaremos propuestas hasta el 30 de abril.

Mientras tanto, y para celebrar o lamentar que Zapatero nos deja solos y desamparados, les ofrezco algunas cositas buenas:

Entre cajones

THE_LITTLE_WILLIES [1]The Little Willies

The Little Willies

EMI, 2006

Tenía muchas ganas de recomendarles este disco. Cuando cinco grandes músicos se juntan para divertirse siempre sale algo bueno, y este es el caso. Incluso aunque lo hiciesen sin ánimo comercial y sin promoción alguna. O quizá por eso. Cinco admiradores de Willie Nelson, el eterno rey del country, capitaneados por lady Norah Jones, se reparten el brillo y el mérito de despacharse un homenaje a clásicos del género Americana –rhythm & blues, honky tonk y country a partes iguales– como Hank Williams, Kris Kristofferson, Van Zandt o el propio Nelson, y añadiendo temas propios e inéditos. La guitarra eléctrica de Jim Montilongo, la acústica de Richard Julian y el piano de Jones protagonizan un disco de colección. Love Me, It’s Not You It’s Me –¡qué canción!–, o Roll On son ejemplos de lo que les digo. Es verdad, este disco no sería lo mismo sin Norah Jones, pero su talento hace grande todo lo que toca. Lástima que no puedan recomendarlo en el concurso.

 

GRACE_POTTER_AND_THE_NOCTURNALS [2]Nothing But The Water

Grace Potter & The Nocturnals

Fontana Hollywood, 2006

Grace Potter y su banda. Ella canta, toca el Hammond, el piano eléctrico y la guitarra, y los Nocturnals le acompañan con más guitarras, el bajo, y hasta la mandolina. Algunos la comparan con Tina Turner, a otros les recuerda por momentos a los Rolling Stones. A mí me gusta por su versatilidad, su fuerza, su personalidad. Es un grupo moderno, con mil registros, que trae aire fresco al rock. Podemos encontrar baladas como Left Behind, blues sureños como 2.22 o despliegues rockeros como Sweet Hands combinados sin inmutarse. Calidad y frescura, como la guinda del disco, Nothing But The Water, con un punteo de guitarra de los de antes y la Potter a los teclados y luciendo voz cañera. Pura magia. A ver si les gusta.

 

ANGUS_AND_JULIA_STONE [3]A Book Like This

Angus & Julia Stone

EMI, 2007

Vayamos ahora con algo más tranquilo. Angus y Julia, este par de hermanos australianos, nos regalan un disco muy personal. Su forma de hacer música es fácil –easy listening, dirían algunos con un punto de desprecio– y sin embargo atrae, engancha y seduce por sus voces, la limpieza y desnudez de sus guitarras acústicas y sus arreglos minimalistas a veces y desbordantes otras. Cantan los dos –él mejor que ella, o quizá sea ese acento australiano–, tocan los dos, componen los dos. Música universal, diría yo, y cuanto más la escucho más me gusta. No se pueden perder Just a Boy, Private Lawns ni Silver Coin. Un disco de los que hay que llevar siempre encima y que se puede recomendar a cualquiera.

 

De sofá y copa de vino

PERICO_SAMBEAT_BALADASjpgBaladas

Perico Sambeat

Contrabaix/Karonte, 2010

Insisto en el saxofón. Creo que es el instrumento, junto al clarinete –una caricia, ese sonido…– que más invita a abandonarse en el hueco del sofá y a peinar los pensamientos y los sentimientos más profundos y revueltos. Han pasado varios saxofonistas por esta sección, pero hoy les quiero presentar a uno español, Perico Sambeat. Un jazzman que se ha recorrido medio mundo llamándose Perico, con un par, y que ha tocado con Pat Metheny, Brad Mehldau o Michael Brecker. Como dice el título, el disco es un cofre lleno de baladas desnudadas por el saxo de Sambeat y arrulladas por el bajo de su inseparable Javier Colina, bajista de talla mundial, ese que hizo que se entendiese el piano de Bebo Valdés con la raza de Diego El Cigala. No sabría recomendarles un corte del disco, pongan lo que pongan les gustará, aunque sugiero Please Tell Me Now para empezar a quitarse los zapatos y relajarse hasta caer en la sugerente Tú, Mi Delirio… Apaguen la luz.

 

El pasado también existe

LIVE_AT_BLUES_ALLEYLive At The Blues Alley

Eva Cassidy

Blix Street, 1997

No es antigua, pero ya pertenece al pasado. Eva Cassidy, una artista descomunal que deslumbró al mundo a finales de los noventa pero que no pudo llegar a disfrutar del éxito porque un agresivo melanoma no se lo permitió. De hecho, apenas saboreó reconocimiento alguno, todos sus premios, grabaciones de ventas millonarias y números uno de ventas llegaron tras su muerte. Este disco, de hecho, se editó tiempo después y hoy es uno de los más vendidos del mundo. Pero vaya disco. Vaya voz. Vaya concierto. Temas clásicos interpretados por una Cassidy que se comía el mundo. El Cheek To Cheek con el que comienza supera al mejor Sinatra, y su Bridge Over Trouble Water compite con la mejor versión de Simon & Garfunkel. Y qué decir de Tall Trees In Georgia, Autumn Leaves o What A Wonderful World. Su voz es… Dense un homenaje, escuchen Oh, Had I A Golden Thread y juzguen por sí mismos. Este disco hay que tenerlo.

 

¿Clásicos? ¿Qué clásicos?

Suites_Para_Violonchelo_Bach_Rostropovich_EMI_1995 [4]Suites Para Violonchelo

Johann Sebastian Bach

Mstilav Rostropovich

EMI Classics, 1995

Trasteando en una tienda de música –todavía existen– me topé con este disco y lo cogí de la caja como si me lo fuesen a quitar en una escena de rebajas. Todas las suites para violonchelo de Bach interpretadas por Rostropovich, uno de los mejores intérpretes de chelo de la historia. Digo uno de ellos porque él mismo reconoce que el mejor fue un español, Pau Casals, y porque otros como Yo-Yo Ma han recogido su testigo y jóvenes como Capuçon apuntan más que buenas maneras. De todos modos, Rostropovich es el de toda la vida, y estas suites un antídoto perfecto para esos momentos en los que no sabe uno qué música poner. Las primeras notas de la suite número uno son históricas, definitivas, conocidísimas pero nunca suficientemente escuchadas. Rostropovich las define como la alegría de respirar. Bach es el primero de los grandes, el que abre el camino. Si ha llegado hasta aquí merece que lo escuchemos y lo disfrutemos. Regálenselo.

 

Hace poco le preguntaban a Sergi Pàmies por qué escribía siempre sobre la melancolía y la tristeza. Él respondía que porque le gustaban las canciones tristes. Murakami dice que escribe a ritmo de jazz, con acordes atonales pero con una melodía de fondo; otro escritor, Ishiguro, de origen japonés pero inglés de vocación, dedica sus relatos a historias sobre la música. ¿Qué tendrá la música que siempre está por medio? Todos tenemos nuestras canciones. En la selva musical que nos rodea nos vamos abriendo paso eligiendo nuestras canciones, como en la ilustración de nuestro Iván Solbes [5]. Nos ayudan a escribir nuestra vida, son mojones en nuestra memoria. Cada descubrimiento lleva una música, una banda sonora, y vamos recorriendo la vida con ella. Descubriendo, escuchando, recordando. Por eso regalar música es una invitación a formar parte de uno mismo, es compartir algún episodio, o incluso todo el libro.

 

Les emplazo a participar en el juego-concurso, no me fallen. Recuerden, los seleccionados podrán elegir el disco que quieran y se lo enviaremos en el formato que prefieran. Además, claro, pueden comentar lo que gusten –incluso la espantada presidencial– aquí abajo o, como siempre, en mi casa, que es la suya: melofilia@hoyesarte.com [6]