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Diseñando la falta de gusto

Dos enfoques intentando hacer frente a este reto podrían ser el de ofrecer una selecta variedad de sabores diferentes, como ha hecho Vitamin Water, y el de envasar el producto de una manera atractiva.

El hecho de añadir sabores no es una idea nueva. Ya hace muchos años que los destiladores, para eliminar o tapar el gusto causado por los nada refinados métodos de producción en crudo de los vodkas jóvenes (algunos incluso se filtran a través de arena o de fieltro), añadían frutas, hierbas o especias, como por ejemplo bellotas, cerezas, o rábano picante.

Hay sabores…y sabores

Pero sólo en este siglo XXI  en que vivimos se nos podría haber ocurrido la idea de fabricar un vodka con proteínas, como Devoción Vodka, que ha añadido a su licor básico la caseína, una proteína que figura en la composición de muchos alimentos tipo yogures y batidos. O la marca Bakon, que ofrece un vodka con sabor a tocino, como su propio nombre indica.

Todo parece indicar que el planteamiento de los fabricantes está basado en el hecho de que para convencer a un consumidor para que compre una determinada marca de vodka, el envase es un elemento previo y fundamental que debe atraer su atención. Stolichnaya, por ejemplo, optó por mantener su botella tradicional, pero modifecando el diseño de la etiqueta para cada una de sus versiones de sabores. Las ilustraciones intemporales que utiliza trasladan al cliente la novedad de las versiones, pero siempre manteniendo la imagen de una marca cercana, familiar, de confianza.

Otra marca importante en el sector, Smirnoff Twisted, ha centrado sus esfuerzos en la comercialización de sus diferentes sabores –nada menos que 12 versiones, incluyendo melón y granada – pero le ha dado un toque especial de diseño a su botella, “rasgándola” por el centro, como si  hubiera pasado un tornado por ella. En este caso, la marca apuesta claramente por un tipo de cliente más joven, menos sofisticado.

¿Una bebida o una obra de arte?

En esta tesitura, algunas marcas han decidido elevar su punto de vista, tratando de calar en la mente del consumidor como si realmente fueran una obra de arte. Es el caso de Absolut, que desde su lanzamiento en 1979 se ha posicionado visualmente con un gran esfuerzo artístico, tratando de situarse como un referente de diseño, una especie de icono que vincula la imagen del producto con la interpretación creativa. Pero como Stolichnaya, mantiene la forma tradicional de su botella cambiando constantemente la tipografía y sus esquemas de color según sus diferentes variedades.

En fin, que parece que el desafío de diseño para reinventar la manera de vender algo tan básico y sencillo como un simple vodka todavía no ha terminado, sino que le queda mucho recorrido por delante. Así que sea cual sea, ¡Brindemos por la próxima gran idea!