El que antes fuera el Centro de Artes Visuales Helga de Alvear, inaugurado en 2010 y cuya sede se limitaba a un edificio modernista rehabilitado, pasa ahora a denominarse Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear, una institución cultural que permite cumplir el sueño de su impulsora: acercar el arte contemporáneo a la sociedad y a las generaciones venideras.

El nuevo edificio, diseñado por Emilio Tuñón y su equipo, ha sido galardonado con varios premios internacionales de arquitectura, es candidato al Premio Mies Van der Rohe y los medios especializados lo sitúan entre los más destacados proyectos del año en todo el mundo. Tuñón lo describe como “una caja mágica”. “Es una arquitectura de la discreción, que piensa que lo importante no es llamar la atención sino acoger con cuidado a las piezas que tiene en su interior, en este caso la hermosísima, importantísima Colección de Helga de Alvear, pero también a las personas que van a poder visitarlo”.

Para la muestra inaugural, José María Viñuela, conservador de la Colección, ha tenido el reto de seleccionar unas 150 obras de más de 100 artistas de la talla de Olafur Eliasson, Picasso, Kandinsky, Louise Bourgeois, Ai Weiwei o Helena Almeida: aproximadamente un 5% del total de la colección que De Alvear donará a la institución: “El primer problema era resolver la cuestión de la capacidad: qué cabe y qué tiene que caber. He ido introduciendo y definiendo unos espacios concretos que también giran en torno a las salas de vídeo y a las obras de grandes dimensiones. Lo que está dentro del Museo no se ha visto nunca en Cáceres”.

Más de un 60% de las obras expuestas en esta muestra fueron ejecutadas en los últimos 20 años y casi 50 entre 2011 y 2020.

Durante este año el acceso al Museo será gratuito.

Difuminar fronteras

El edificio diseñado por Tuñón tiene vocación de difuminar fronteras: ocupa la línea imaginaria que separa el casco histórico de Cáceres, Patrimonio de la Humanidad, de la parte más moderna de la ciudad, creando así una vía de comunicación fluida entre el pasado y el presente.

Como parte central del proyecto, un recorrido público peatonal reordena urbanísticamente la zona y amplía el espacio de uso público. En palabras de los arquitectos: “el proyecto intenta escuchar el lugar e imaginar una ciudad posible que, sin renunciar a nuestra época, sea capaz de preservar el modo en que la ciudad respira”.

Pilares de hormigón blanco, madera de roble, formas angulosas y un inteligente aprovechamiento de la luz denotan el sello del estudio de arquitectura que también fue artífice del cercano Restaurante Atrio, el MUSAC de León o el Museo de Colecciones Reales.