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Los papeles de Juan Negrín vuelven a casa

El acto, que coincide con el 80 aniversario de la proclamación de la II República, ha contado con la asistencia del director general del Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura, Rogelio Blanco; la nieta de Juan Negrín y propietaria del archivo, Carmen Negrín; el presidente de la Fundación Juan Negrín, José Antonio Medina; la directora general de Cooperación y Patrimonio Cultual del Gobierno de Canarias, María Aránzazu Gutiérrez Ávila, y la consejera de Cultura del Cabildo Insular de Gran Canaria, Luz Caballero.

La entrega de la copia digital forma parte de la colaboración entre el Ministerio de Cultura, la Fundación Juan Negrín, Carmen Negrín y otras administraciones canarias para recuperar y difundir digitalmente los importantes testimonios documentales del que fuera presidente del Gobierno durante los peores años de la historia de España del siglo XX.

Biografía de un científico y hombre de acción

00520057_Page_1_Image_0001_540La denominada Junta para la Ampliación de Estudios (JAE), una de las obras más señeras de la Institución Libre de Enseñanza fundada por Francisco Giner de los Ríos, fue uno de los principales factores que propiciaron a finales del siglo XIX y principios del XX el resurgimiento de la investigación científica española, la conocida como “Edad de Plata”, y el marco adecuado para la promoción de la ciencia y el contacto con las corrientes científicas más importantes de la época. Es precisamente en este contexto histórico en el que se desarrolla la labor científica del Dr. Juan Negrín López, una de las personalidades de mayor relieve en la historia española del siglo XX.

Nacido en el seno de una familia acomodada, perteneciente a la pujante burguesía comercial isleña, en 1906, finalizado prematuramente el bachillerato a los 14 años, se traslada a Alemania para estudiar en dos de los centros universitarios de mayor prestigio internacional, las universidades de Kiel y Leipzig. En el modélico Physiologisches Institut del centro universitario de la segunda de las citadas, considerado centro de referencia de la investigación fisiológica mundial, cursó la segunda parte de los estudios de medicina bajo el magisterio de Theodor von Brücke, uno de los fisiólogos más reconocidos de su tiempo, doctorándose en 1912, con apenas 20 años. Al finalizar sus estudios, Von Brücke lo aceptó como ayudante numerario del Instituto de Fisiología, al tiempo que cursaba estudios complementarios de Ciencias Químicas, muy útiles para la investigación que solían realizar los fisiólogos. Negrín fue médico y científico de principio a fin. De hecho, su personalidad pública tuvo siempre como referente de identidad su condición de médico.

El Laboratorio de Fisiología General

00520057_Page_2_Image_0004_540Negrín, que nunca perdió el contacto con la élite científica española, cursó en 1916 una petición de ayuda a la JAE para trabajar en diversos laboratorios estadounidenses de fisiología. Sin embargo, sus proyectos americanos no cuajaron porque la fundación en Madrid del Laboratorio de Fisiología General (1916), y su nombramiento como director, impulsado por Santiago Ramón y Cajal, le permitieron participar, con tan sólo 24 años, en el histórico despliegue científico de los laboratorios de la JAE y la Residencia de Estudiantes.

El nuevo, y reducido –tenía apenas 100 metros cuadrados–, Laboratorio de Fisiología General se ubicó en un sótano del mítico “Transatlántico” de la Residencia. Gracias a la labor del Dr. Negrín, y pese a sus dificultades de financiación, el laboratorio fue adquiriendo instrumental –en parte diseñado por él mismo– y una gran biblioteca científica internacional.

El grupo fisiológico encabezado por Negrín centró sus investigaciones en el sistema nervioso, en temas como las terminaciones nerviosas simpáticas, la regulación del tono vascular o los reflejos vasomotores, aunque también profundizó en otras áreas científicas, como la dieta y la alimentación, la fisiología de la actividad muscular, los estados carenciales, las vitaminas o el análisis químico de los líquidos biológicos.

Pero, además, el laboratorio también se convirtió en lugar de encuentro cultural, donde podían coincidir Unamuno y el físico Blas Cabrera, o las experiencias plásticas del poeta y pintor José Moreno Villa, que utilizaba el papel ahumado en que se registraban los resultados de aparatos de laboratorio para realizar singulares dibujos que llamó “grafumos”.

Tras instalarse en Madrid, Juan Negrín tuvo que convalidar en 1919 su licenciatura alemana, lo que consiguió con premio extraordinario. En cuanto al doctorado, su tesis, titulada El tono vascular y el mecanismo de la acción vasotónica del esplácnico, obtuvo la calificación de sobresaliente lo que le abrió la posibilidad de acceder a la docencia universitaria, algo que lograría en 1922, a los 30 años, cuando ganó la Cátedra de Fisiología de la Universidad de Madrid, adonde trasladó el Laboratorio de Fisiología General en su función docente.

Escuela de prestigio

00520057_Page_3_Image_0001_540El principal mérito de Negrín no fue desarrollar una interesante obra científica personal, sino haber impulsado con su legendaria tenacidad una escuela formada por, entre otros jóvenes investigadores, Severo Ochoa, José María del Corral, Rafael Méndez, Blas Cabrera hijo, José Puche, José María y Francisco García- Valdecasas, Pedro de la Barreda, Francisco Grande Covián o José Domingo Hernández Guerra. Todos ellos difundieron por el mundo el prestigio de la investigación fisiológica, farmacológica y bioquímica española.

José Puche, discípulo de Negrín, cuenta así su labor: «El laboratorio adquiría interés inusitado cuando su titular hallábase presente. D. Juan, como le nombrábamos respetuosamente sus discípulos y amigos, confería un dinamismo peculiar a aquel modesto recinto. El tiempo parecía discurrir más aprisa y el trabajo era más efectivo. La amplitud y seguridad de los conocimientos de Negrín ahorraba, a quienes le escuchábamos, muchas horas de lectura y no pocas perplejidades. (…) Cuántas veces se me ocurrió pensar lo que pudo haber hecho esta persona excepcional de haber podido concentrar sus esfuerzos en la estricta investigación científica».

Además, el Dr. Negrín realizó una encomiable labor como precursor de la modernización y europeización de España. En 1922 fue nombrado secretario de la Facultad de Medicina de Madrid y, en 1927, secretario general de la Junta Constructora de la Ciudad Universitaria de Madrid, cargo que desempeñó hasta el comienzo de la guerra civil. Fue, en definitiva, uno de los primeros gestores de la ciencia y de la reforma universitaria en la España de entreguerras. Además, tuvo tiempo para cofundar la editorial España, que tradujo y publicó con gran éxito editorial importantes obras literarias, científicas y políticas.

En la hora trágica

En cuanto a su figura política, Negrín ingresó en 1929 en las filas del PSOE, en los años finales de la dictadura de Primo de Rivera. Durante la Segunda República fue diputado en las tres legislaturas, dos veces por Las Palmas (1931 y 1936) y una por Madrid (1933), abandonando su vocación científica y también su trayectoria universitaria.

En septiembre de 1936, atravesando España una de las etapas más dramáticas de su historia, fue nombrado ministro de Hacienda en el Gobierno de Largo Caballero, y en mayo de 1937 asumió el cargo de presidente del Consejo de Ministros al que sumó, un año más tarde, la cartera de Defensa Nacional. Si al hombre de Estado le fuera posible escoger el momento para el desempeño de su labor, nadie habría optado por momentos tan trágicos.

00520057_Page_6_Image_0004_540Su estrategia –formulada en su “resistir es vencer”– se basaba en dos horizontes distintos: resistir hasta que estallase en Europa el inevitable conflicto entre las democracias y el Eje, o en el peor de los casos para conservar una cierta posición de fuerza desde la que negociar las mejores condiciones posibles para la capitulación. La determinación y fortaleza de carácter de Negrín –según los que le conocieron era un hombre expeditivo, eficaz y seguro– hizo posible que la República resistiera contra todo pronóstico, y sin esperanza alguna de victoria, hasta el 1 de abril de 1939. En cualquier caso, erró por sólo 5 meses. La Segunda Guerra Mundial estalló el 3 de septiembre de ese mismo año.

Exilio y desesperanza

El fin de la Guerra Civil obligó a Negrín a abandonar España, con la esperanza de reconstruir el gobierno republicano en el exilio hasta que las circunstancias internacionales permitieran restablecer el orden democrático. Partió camino de París, donde permaneció refugiado hasta mediados de 1940. Allí organizó el Servicio de Evacuación de los Republicanos Españoles (SERE), principal organismo encargado del traslado a México de una cantidad ingente de refugiados.

La Segunda Guerra Mundial le obligó en 1940 a trasladarse a Londres, donde compaginó su labor diplomática con la participación en la vida académica. En agosto de 1945, tras años de duros enfrentamientos entre los distintos sectores del exilio, presentó su renuncia a la presidencia del Gobierno en el exilio para convertirse en un ciudadano anónimo –etapa que él denominaría “el anonimato del ciudadano Juan”– y en la que sólo de vez en cuando expresaba públicamente, a través de artículos de prensa, sus puntos de vista sobre la situación española.

Juan Negrín falleció en París el 12 de noviembre de 1956 a causa de un fallo cardíaco cuando apenas contaba 64 años. Fue inhumado en una sencilla tumba del centenario cementerio parisino de Père Lachaise, no lejos del Muro de los Federados, fusilados por Thiers en su implacable represión de la Comuna de 1871. Su deseo de anonimato e intimidad le hizo pedir que en su lápida no figurase ni nombre ni epitafio. Tres días después de su fallecimiento, The New York Times le dedicó un editorial que concluía así: «Jamás Juan Negrín tendrá que temer el juicio de la historia».

 

Un médico en el barro

00520057_Page_5_Image_0001_540Una anécdota de la primavera de 1938, extraída por Juan Marichal del diario del Presidente Azaña, muestra cuánto distanciaba al jefe del Estado republicano de su propio jefe de Gobierno. Azaña está muy impaciente porque no llega Negrín para informarle de la situación crítica en el llamado frente del Este. Se anuncia su llegada, y Negrín acude presuroso a saludar al jefe del Estado y le informa con detalle de los acontecimientos militares. Aquella noche observa Azaña que las botas de Negrín estaban cubiertas de barro, dando a entender que el jefe de su gobierno debería haberlas hecho limpiar para su visita con el presidente.

Para Juan Marichal, “Negrín, en verdad, era el hombre de acción que estaba justamente en el barro de la tormenta destructora que era la historia europea desde 1933. Se habla de aquella sin par catástrofe como un episodio peculiar español. Pero no lo fue.Y hay que repetirlo y gritarlo como lo hizo Juan Negrín: la España de 1936, al ser el resultado de una vasta europeización, era también la víctima de la destrucción de la cultura europea iniciada en la Alemania de 1933. De ahí que Negrín viera con excepcional lucidez que la Guerra de España tenía un carácter transnacional”. Defender hasta el último cartucho la España europeizada era defender la Europa de la cultura liberal.

 

Los últimos días de un fisiólogo

Carta a sus 3 hijos, de 4 de febrero de 1956: “Mi afección cardiovascular, sobre la que siempre he creído que los colegas no habían dado en el clavo, ha mejorado de una manera insospechada e inesperable, por lo menos en cuanto a los síntomas subjetivos se refiere. Los accesos de arritmia y los amagos anginosos, que hace unos meses eran casi diarios, son ya raros e imperceptibles. Creo, o me imagino, que la mejoría se debe a que empíricamente he llegado a encontrar la dosis de self-determination eficaz. Que quizá he exagerado, agotándome, de quinidina, que he tomado de una manera constante y, en ocasiones, en proporciones tóxicas; y sedativos variados, de los que no he abusado, pues paso temporadas sin tomarlos durante el día y algunas noches, y esto va para Juan [su hijo], tampoco los uso. Desde luego no me hago ilusiones acerca de mi miocardio, no de mis coronarias, ni de mi sistema de conducción intracardiaco, ni acerca de la elasticidad del resto…”.

Juan Negrín murió de un ataque al corazón el 12 de noviembre de 1956.