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María Tudor, 450 años de su muerte

María Tudor nació en Greenwich el 18  de febrero de 1516 siendo la única hija de Enrique VIII y de Catalina de Aragón. Gozó de muy buena educación y hablaba hasta cinco idiomas.

Su vida se complicó con la anulación del matrimonio de sus padres, la reina no pudo darle un hijo varón al rey y éste se casó en secreto con Ana Bolena. Thomas Cranmer, arzobispo de Canterbury, anuló el matrimonio de los reyes, Enrique VIII rompió con la Iglesia Católica Romana poniéndose, de esta forma, a la cabeza de la Iglesia de Inglaterra.

Tras la anulación del matrimonio real, María se convirtió en ilegítima, repudiada por su padre, perdió el tratamiento de princesa y fue rechazada por la Corte. Esa soledad, falta de afecto y rechazo influyó definitivamente en su personalidad, configurando un carácter difícil.

En 1553, al morir su hermanastro Eduardo VI, fue proclamada reina de Inglaterra. Representado en su figura la soberanía inglesa, fue justiciera con su pasado, destruyendo a los personajes que la habían despreciado y, lo más importante, restauró la fe católica en Inglaterra.

Retrato para una boda

Durante muchos años fue prometida de Carlos V pero, finalmente, éste declinó a favor de su hijo, el futuro Felipe II. El enlace se celebró el 25 de julio de 1554 en Londres. Ella era 11 años mayor que él y, además, su tía segunda.

Los documentos de la época atestiguan su carácter y aspecto físico, que supo representar a la perfección el pintor Antonio Moro. Realizó el retrato de la reina en menos de un mes, con el fin de ser enviado a Felipe para que éste conociera a su futura mujer. Este retrato le convirtió en uno de los mejores retratistas de la época, pues supo captar la personalidad de la reina y, a su vez, ser fiel al estilo de retrato de los Habsburgo.

Esta obra, que se exhibe en la colección permanente del Museo del Prado, muestra a María como una auténtica soberana. Moro tomó como modelo el retrato de Isabel de Portugal de Tiziano, hoy también perteneciente al Museo del Prado. Sentada en un sillón de terciopelo bordado, da la idea de un verdadero trono. María Tudor quiere parangonarse con la reina Isabel de Portugal, que había representado para España la belleza, la virtud y la capacidad de gobernar.

Para subrayar el carácter de gobernadora y esposa ideal utiliza elementos simbólicos como los nudos dorados del asiento, unión y vínculos de amor, la rosa roja, que recuerda a los retratos nupciales flamencos y simboliza el amor de María a Felipe. La rosa ligada a la Virgen alude a la virginidad de la retratada, a su deseo de florecer y poder dar descendencia, además de ser el escudo de la familia de los Tudor.

Amor a Felipe

Se ha dicho que en toda esta iconografía María va a aportar distintos detalles, como la elección del atuendo y las joyas que refuerzan la españolidad y la relación con los Habsburgo. El cuello alto refleja la moda española y los ricos encajes del mismo hablan de la promesa de amor y de matrimonio. Los guantes de piel contrastan con la rosa, muestran su carácter principesco. El anillo de casada de la mano izquierda choca con la opulencia de las otras dos alhajas, el medallón del talle es un relicario con una cruz de diamantes y figuras de los cuatro evangelistas en oro inscritos con el lema de Enrique VII. La alhaja del pecho, colgante de herencia española, es la  favorita de la reina que, cuando murió, fue devuelta al príncipe Felipe. 

A pesar de su aspecto avejentado, pálido y sin dentadura -la reina era una gran aficionada a los dulces-,  Antonio Moro supo retratarla con respeto y dignidad. Fue una mujer tremendamente enamorada de su joven marido, al que conoció a través de un retrato de Tiziano, que también se encuentra en el Museo del Prado.

Un día como hoy, 17 de noviembre, hace 450 años, murió Maria a la edad de 42 años en el Palacio de St. James, exigiendo a su heredera, la futura Isabel I, que mantuviera la fe católica, cosa que esta no hizo. Su cuerpo fue enterrado en la Abadía de Westminster. La victoria final de los protestantes hizo que éstos la llamasen María la Sanguinaria, Bloody Mary.