Realidad, imaginación y ficción se mezclan en la pantalla para contarnos, con una cadencia perfectamente ensamblada, la historia de Márta, una brillante neurocirujana húngara afincada en Estados Unidos que, en torno a los 40 años, toma la decisión de regresar a Budapest.

Las razones que guían tan súbito cambio de planes en su vida están provocadas con el apasionado y breve encuentro con un colega médico de su país en el curso de un congreso. En apenas unas horas se desata la pasión.

Tras una noche entregada, él tiene que regresar a Budapest pero ambos prometen reencontrarse en el Puente de la Libertad de la capital húngara, a donde ella, guiada por un amor irrefrenable, acude dispuesta a abandonar su anterior vida del otro lado del océano. Pero él no acude a la cita.

Desde ese momento, Márta emprende una búsqueda desesperada y cuando finalmente lo encuentra, aquel hombre, en el que cree haber encontrado el amor de su vida, afirma no conocerla: “Disculpe, se confunde, nunca la he visto antes”, le espeta ante el desconcierto de ella.

Con ecos de la la forma de manejar las historias del mejor Hitchcock, Preparativos para estar juntos un período de tiempo desconocido involucra al espectador en un sutil e inteligente juego en el que, al tiempo, la trama muestra y esconde, desvela y oculta, de forma que en la cabeza de cada cual la historia se puede llegar a estructurar de distinto modo.

Por todo ello, además de los premios mencionados la película, oficialmente presentada en Venecia y Toronto, ganó en el Festival de Philadelphia y el Fipresci de la crítica en el de Varsovia, siendo nominada como Mejor Película Internacional en los Independent Spirit Awards. Justicia pues para una propuesta de enorme atractivo.

Lili Horvát, su directora, confiesa haberse inspirado a la hora de perfilar el personaje protagonista en personajes femeninos obsesivos como la Käthchen von Heilbronn, de Heinrich von Kleist, la Madeleine de Vértigo de Hitchcock, Adèle H de François Truffaut y los personajes femeninos de Krzysztof Kieślowski.

“La mujer va a ciegas pero con decisión hacia algo, incluso en los momentos de mayor duda, la fuerza de la intuición brilla en ella”, comenta Horvát. “Aunque alguna vez está a punto de perder la razón, cualquiera que haya esperado en vano en una cita o que haya previsto algo cuando está enamorado puede sentir lo que ella siente. Márta es fuerte, un personaje intrépido pero también frágil… Lleva una existencia solitaria. Se ha adaptado a ella, e incluso le gusta. Tiene contactos (amistades, a veces relaciones románticas), pero no deja entrar a nadie. La soledad no le amarga, sino que se traduce en una vida interior muy intensa e interesante. Entonces, un encuentro fortuito la fulmina como un rayo. Es la primera vez en su vida que siente que hay una persona a quien permitiría entrar en su mundo interior. A partir de este instante de intuición, de pronto aquello a lo que se ha dedicado hasta ahora (su carrera, su vida como ciudadana estadounidense) le parece insignificante. Desechando todos los argumentos racionales, y sin pensárselo dos veces, sale en pos del hombre que le hace sentir así”.

Venida del teatro en donde atesora una carrera muy consolidada, Natasa Stork dota a su papel protagonista del enigmático y contenido tono que requiere. Sin un gesto de más vivimos las dudas que se apoderan de un personaje muy cerebral que se ve arrastrado sin remedio por la irracionalidad de la pasión. Una persona acostumbrada a la exactitud que ve como la futilidad de un espejismo, -¿espejismo?- lo pone todo patas arriba. Pero se sabe, y ella también, que de ilusiones también se vive. O se muere.

Preparativos para estar juntos un período de tiempo desconocido

Dirección: Lili Horvát

Intérpretes: Natasa Stork, Viktor Bodó, Benett Vilmányi, Zsolt Nagy

Fotografía: Róbert Maly

Música: Gábor Keresztes

Hungría / 2020 / 95 minutos

Karma Films