Inspirado en su juventud por el artista francés Jean Lurçat, con el cual colaboró, Grau-Garriga abandona el plano bidimensional del entramado, alejándose de la tapicería clásica, y abraza un fenómeno creativo enteramente nuevo, que en la década de los 60 revolucionó el textil como obra de arte.

Más allá del uso tradicional de la urdimbre y la trama, el artista catalán exploró las posibilidades de la textura y el volumen, logrando un extraordinario efecto escultórico en sus tapices, experimentando con el espacio tridimensional y la monumentalidad. Sus obras, tan arriesgadas en el uso de la materia como del color y la composición, captan la intensidad de su búsqueda plástica.

Revolucionario

Josep Grau-Garriga (Sant Cugat del Vallès, 1929 – Angers, Francia, 2011) nació en el seno de una familia campesina que padeció las dificultades de la Guerra Civil y la posguerra y que vivió la prisión y el exilio. Es en este ambiente donde descubre su vocación por el arte, formándose como artista en la Llotja y en la a Escola Superior de Belles Arts de Sant Jordi en Barcelona. En los años 50 se dedica a la pintura mural y en 1956 el empresario Miquel Samaranch le propone revitalizar la antigua Casa Aymat de Sant Cugat dedicada a la producción de alfombras y tapices. Samaranch le entrega la dirección artística de la empresa en el seno de la cual se organizó un taller de tapiz experimental.

Un año después (1957) la empresa le financia su primer viaje de estudios a Francia, donde conoce de cerca la técnica del tapiz medieval y contemporáneo, una disciplina que él se encargará de revolucionar y que le otorgará relevancia internacional. Conoce personalmente al pintor y poeta francés Jean Lurçat, considerado un maestro de la tapicería moderna y uno de los referentes de su renovación, con quien, al año siguiente (1958) colaboraría en su taller de Saint Céré, en Òlt.

Aplica los conocimientos técnicos y conceptuales adquiridos en Francia al contexto local. Así, Grau-Garriga, como director artístico, y sus discípulos de la casa Aymat sientan las bases de lo que se ha denominado la Escuela Catalana del Tapiz. Se convirtió en el teórico del movimiento que allí se generó, con la participación, durante casi dos décadas, de los artistas más destacados del momento, tales como Joan Miró, Josep Maria Subirachs o Antoni Tàpies. Los nuevos conceptos surgidos del centro transformaron el arte textil tanto nacional como internacionalmente.

La Casa Aymat, en el Museo del Tapiz Contemporáneo-Casa Aymat, mantiene una parte importante de su obra, así como el MACBA. Además, su obra forma parte de la colección permanente del The Metropolitan Museum of Art en Nueva York, del Museo de Arte Moderno de París y del Museo de Arte Contemporáneo Internacional Rufino Tamayo de México D.F., entre otros.