En esta ocasión, de la mano de los comisarios Jesús María González de Zárate y Gloria Patón, y con la coordinación de Charo Sanjuán, Afundación centra la mirada expositiva en estampas y grabados que giran alrededor de Pantagruel de François Rabelais, Le bestiaire de La Fontaine y El ingenioso hidalgo don Quijote de Miguel de Cervantes.

Salvador Dalí (Figueres, 1904-1989), lector empedernido, se inspiró en grandes obras de la literatura universal para crear obras con estilos y técnicas diferentes, dependiendo de lo que quería expresar en relación a la historia narrada.

Es en el arte gráfico, en la estampa, donde ilustró argumentos universales, pues, a través de la gran literatura y gracias a sus figuras expresivas explicó como nadie el eterno y atormentado devenir del ser humano.

Series

Les songes drolatiques de Pantagruel. Dalí coge el título de la obra de François Rabelais, editada en 1565, Los sueños caprichosos de Pantagruel, de cuyas 120 entalladuras Dalí toma 25.

Paradigma de la fantasía, de la sátira, del absurdo y de lo grotesco de la condición humana, Dalí recrea en esta serie las ilustraciones del Pantagruel que había hecho Desprez en el siglo XVI sobre la obra de Rabelais. Estas estampas unen a ambos artistas en un juicio feroz a la naturaleza del ser humano, pero, sobre todo, manifiestan el momento en que fueron creadas, la Francia del siglo XVI, y la crítica que hizo el médico y escritor satírico François Rabelais a las instituciones de su tiempo. Así, vemos en ellas personajes como el pontífice Julio II o los reyes franceses Francisco I y Enrique II.

Dalí no cambia los personajes semihumanos de Desprez, sino que los copia, los recrea como en un sueño, introduciendo composiciones que muestran el carácter fantástico del genio y su propio estilo artístico. Los elementos que añade no saturan la obra, sino que la enriquecen, dando al espectador una visión más completa, exagerada y caricaturizada de las descaradas críticas a los pecados capitales que reflejan.

Le bestiaire de La Fontaine dalinisé. Dalí era conocedor de las fábulas y así lo comprobamos en el Journal d’un génie que redactó entre los años 1952 y 1964. Con esta serie de 12 grabados confiere a las fábulas del poeta francés Jean de La Fontaine su toque personal y casi mágico.

Dalí se presenta en estos grabados como un hábil y extraordinario dibujante. Con ágiles y rápidos rasgos muestra un mundo irreal que pretende moralizar sobre los comportamientos humanos. Representa estos relatos críticos con los animales dicharacheros del fabulista, que encarnan las virtudes y los defectos humanos, y que recrean una exótica fauna en la que se distingue algunos de los motivos más conocidos de su iconografía como, por ejemplo, los elefantes con patas de jirafa.

El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Dalí reflejó las aventuras de don Quijote en varias composiciones y series, quizás porque es un personaje con el que estableció una relación muy particular al introducirlo en su personal mitología. Entre ambas figuras, don Quijote y Dalí, podemos observar muchas similitudes; así identificamos en los dos el extremo de la locura, la fascinación por los sueños, la fantasía desbordante, la visión irracional o el apasionado y fervoroso amor por una dama, Dulcinea y Gala.

La representación en espiral de don Quijote que hizo Dalí será uno de los motivos más recurrentes en su obra y se apropia del personaje al plasmarlo también con frecuencia en dedicatorias y autógrafos. Un remolino incapaz de distinguir el sueño de lo real, que se contrapone con la figura, casi cubista en ocasiones, del realista Sancho Panza, reflejo muchas veces de la racional Gala.

Las obras que se presentan en esta exposición provienen de la Fundación Museo de Artes del Grabado a la Estampa Digital.

Salvador Dalí, contador de historias (Foto: Marta P. Murado).

Salvador Dalí, contador de historias (Foto: Marta P. Murado).