Se trata de una obra arquitectónica de origen romano que ha sufrido numerosas reformas por parte de sus sucesivos ocupantes, visigodos, árabes y cristianos. En la actualidad, cuenta con varias salas tematizadas en las que se recrean épocas pasadas, como la Cámara de la Condesa, la Armería o las Mazmorras, dos niveles de subterráneos donde se exponen más de 30 instrumentos y máquinas de tortura. Desde los torreones del Castillo de Niebla se pueden contemplar unas magníficas panorámicas del río Tinto y la ciudad.