La vida de un padre de familia da un giro radical tras la muerte de su mujer. Tras esa inesperada ausencia, pierde el control de la realidad cuando empieza a sentir la presencia de un gran cuervo que le acecha desde los oscuros recovecos del apartamento que comparte con sus dos hijos pequeños.

Enfrentándose a esa perturbadora compañía, él y los chavales intentarán superar el duelo para recuperar la paz y la convivencia, y poder afrontar el futuro con esperanza.

Aunando drama psicológico, thriller, metáfora y fantasía, Dylan Southern construye un desgarrador relato cinematográfico que tuvo su origen, como confesó en su presentación, cuando le regalaron el libro El duelo es esa cosa con alas (editado en castellano por Random House). La profunda conexión emocional que sintió con la novela le hizo tener claro que quería adaptarla, y se propuso convencer al escritor de que él era la persona adecuada para llevar la historia al cine. Y lo logró.

«En la adolescencia perdí de forma inesperada a mi mejor amigo, y un año después murió otro amigo mío. Aquellas muertes me dejaron desconcertado. Estoy seguro de que ahora estoy mucho mejor, pero entonces, así de joven, no disponía de las herramientas para afrontar la enorme magnitud de ese tipo de pérdida. Lo guardé. Lo llevé conmigo. Sin saberlo, dejé que creciera. Años más tarde, leer El duelo es esa cosa con alas fue una de las experiencias más catárticas de mi vida. Me dio perspectiva sobre emociones que los hombres (y quizá, en particular, los británicos de cierta edad) no aprendemos a gestionar. Me dio el lenguaje para hablar de lo poco sutil, desordenado, caótico y persistente que puede ser el duelo. Y, lo más importante, lo hizo entrelazándolo con maestría con ese mismo tipo de absurdo, humor negro y honestidad, con la misma huida del sentimentalismo con la que afronté mi propia experiencia de pérdida».


La poética novela corta de Porter explora los límites de la esperanza y el miedo a través de la historia de una familia enfrentada a una fuerza invisible que transforma su realidad. Un relato narrado desde tres perspectivas: la de un padre viudo al que se denomina Padre, sin más; la de sus dos hijos pequeños; y la de un cuervo gigantesco, perturbador e indomable, que parece cobrar vida a partir de los dibujos que está realizando el protagonista para su próximo libro como autor de cómics.

La obra, celebrada como una de las novelas británicas más singulares de la última década, se considera ya un clásico moderno, ganó el Premio Dylan Thomas en 2016, se ha traducido a más de treinta idiomas y llevado al teatro en numerosos países.

La adaptación a la gran pantalla corrió a cargo del propio Southern. El resultado ha sido elogiado por el escritor, que incluso hace un breve cameo en una de las escenas: «Creo que Dylan ha hecho una película que significará cosas distintas para cada espectador. Cuervo es cambiante, indómito; es como tú decides que sea, salvajemente cómico y mortalmente serio al mismo tiempo. Los Chicos son tremendamente reales: los dirige con una ternura y una compasión extraordinarias, y ellos responden con una de las mejores actuaciones infantiles que he visto nunca. La interpretación de Benedict como Padre es un análisis salvaje que se hace sobre el propio espectador: eres parte de ello, estás con él, eres él. No existe la distancia segura a la que estamos acostumbrados al ver actuar. Está más allá del virtuosismo: es un milagro. La película es desgarradora porque trata sobre perder a la persona que amas, pero, en esencia, también es muy divertida y muy extraña. En ese sentido, pese al pájaro de dos metros y al demonio asesino, resulta profundamente real; fiel a la vida».

El proyecto requería tres intérpretes capaces de sostener el peso de una historia que, por su carácter, podía despeñarse en el delirio de lo fantasmagórico. Pero no: tras una laboriosa selección de actores, el realizador los encontró en Benedict Cumberbatch —nominado al Óscar en dos ocasiones y también productor del filme— y en los gemelos Richard y Henry Boxall, que debutaban en el cine con siete años de edad. El reparto lo completan Eric Lampaert, Vinette Robinson, Sam Spruell y David Thewlis, que da voz al personaje de Cuervo.

Conocido por su trabajo en el campo del documental musical —actualmente dirige el filme sobre la gira Oasis Live—, al referirse a su debut en el largometraje de ficción Dylan Southern añade: «Con esta adaptación, mi objetivo y prioridad era crear un lenguaje cinematográfico que honrase el ADN del libro de Max y, al mismo tiempo, fuese una obra propia. Igual de poco convencional, pero accesible para el público que quizá no esté al tanto de su origen literario. Quería que la película fuese un documento visceral de una experiencia humana: catártica para quienes hayan vivido lo que retrata e iluminadora para quienes no. Salvaje. Caótica. Desordenada. Divertida».

Desde un planteamiento muy creativo y original, Esa cosa con alas cumple todos esos deseos y deja en la pantalla una propuesta de atractivo sobrado para no perdérsela.

Esa cosa con alas

Dirección: Dylan Southern

Guion: D. Southern sobre la novela El duelo es esa cosa con alas, de Max Porter

Intérpretes: Benedict Cumberbatch, Richard Boxall, Henry Boxall,  Sam Spruell, Vinette Robinson, David Thewlis y Tim Plestera

Fotografía: Ben Fordesman

Música: Zebedee C. Budworth

Reino Unido/2025/98 minutos

Distribución: Avalon