De entre todas las piezas de este amplio proyecto, contemplativas algunas e interactivas otras, el público quedó cautivado por un camino de adoquines amarillos que trazaba un recorrido hasta perderse en el muro del Malecón habanero. Más en concreto, la instalación estaba compuesta por unos 8.000 adoquines de madera (20 x 12 x 2,5 cm) y entrelazados con fleje de poliéster hasta formar una alfombra gigante. El camino medía aproximadamente cien metros largo y dos de ancho y llevaba desde el interior del Parque Maceo, dónde tiene su origen en forma de montículo, hasta derramarse en el muro del Malecón hacia el arrecife.

Convertidos en Dorothy

Como explica el comisario cubano Daniel G. Alfonso, «seducidos, los espectadores, iniciaban un viaje «utópico» en busca del final del sendero, para aparentemente encontrar respuestas a sus preguntas y descubrir sus sueños e ilusiones. Todos nos convertimos en Dorothy, un personaje literario creado por L. Frank Baum y llevado al cine por Víctor Flemming en 1939 con el título de El mago de Oz. Dos puntos de partida tomados por el artista para la realización de la instalación Lemon Way (2015), en la que aspiramos y tenemos esperanza, igualmente, de hallar prosperidad, desarrollo, bienestar; sin embargo, «todo es una trampa, una ilusión óptica que se localiza bajo nuestros pies». Todos los caminos llegan a Roma, el de Nicanor termina en el mar ubicado detrás del muro; un muro que desde su construcción hasta la actualidad es punto de referencia obligada en el imaginario urbanístico de la isla; un muro, que a su vez, se convierte desde el silencio en un espacio de encuentros y despedidas, alegrías y tristezas, donde grandes amistades puede nacer y morir».

El propio creador, fiel a su tradición escultórica y admirador de Brancusi y Giacometti, concibió este sendero para que formara parte intrínseca de los espectadores, sin ellos la obra no cumple con su cometido. «Todos queremos saber quién es el Mago de Oz, él solo tiene nuestras respuestas. Camine por la calle amarilla del Malecón y tal vez, con imaginación y suerte, logre descubrir sus deseos más íntimos y necesarios para poder continuar trascendiendo en un mundo donde la luz y la oscuridad andan juntas, solo nosotros somos capaces de elegir quien nos acompaña», concluye Alfonso.

No es oro todo lo que brilla

En la versión cinemtográfica de El mago de Oz, Dorothy, tras viajar al reino de Oz, comienza su camino por las baldosas amarillas en dirección a la Ciudad Esmeralda en la que vive el mago de Oz, quién ella cree que la devolverá a casa y resolverá todos sus problemas.

Esta búsqueda personal es sobre la que Carlos Nicanor pretende hacer reflexionar. Tras el embargo que en 1960 Estados Unidos impuso a Cuba, el gigante estadounidense ha vendido a los cubanos una imagen de éxito, fortuna y esplendor, tentando a los habitantes de la isla a correr en pos de este “sueño americano”. Pero Nicanor le da una vuelta de rosca a este camino de baldosas amarillas, que promete fortuna y bienestar, pero que se convierte en una trampa de la que sólo se es consciente cuando se pisa, pues este camino no es de oro. Es sólo una ilusión que se desdibuja y desaparece bajo nuestros pies.