La obra está compuesta por 10 paneles que conforman un monumental lienzo de dos metros de altura por 10 de largo en el que Ibarrola vincula los motivos picassianos con elementos de su propio universo creativo. Se compone por elementos figurativos simbólicos del bombardeo representado por Picasso con un insistente y dramático motivo de líneas que simbolizan las rejas de la opresión y el clima de la dictadura franquista. La pieza homenajea la obra original del malagueño y simboliza el anhelo de que el cuadro fuese instalado en la villa vizcaína junto con otras piezas de artistas contemporáneos que lo homenajeasen.

Guernica Guernikara ha sido adquirida por 300.000 euros gracias a una aportación extraordinaria del Gobierno vasco, la Diputación Foral de Vizcaya y el Ayuntamiento de Bilbao. Ibarrola ha donado otras dos pinturas fechadas hacia 1973-1979 y que forman parte del montaje expositivo que el pintor concibió para la muestra de 1979, con geometrías y sus características escenas de obreros y fábricas.

Fue en el año 2020 cuando José de la Mano, que estaba preparando una exposición del artista vasco, descubrió en un antiguo catálogo lo que podría ser una versión del Guernica entre pinturas geométricas.

“Como obra que juega a ser mural sin serlo -afirma Rocío Robles, autora del texto publicado con motivo de la presentación de la obra-, y por lo tanto se asigna el valor de monumento y permanencia que le correspondería por ello, Ibarrola entendió las claves de la obra de Picasso: de la obra como alegoría y de la posibilidad de insistir en la (aparente) desarticulación de los distintos temas y grupos que la componen. (…) El artista extiende la composición de 1937 y quiebra su carácter triangular para actualizar, también desde la noción de muro, además de calle y horizontalidad, la denuncia de aquella y presentar la que su obra encarna”.