El hombre que vendió su piel se presentó en la Sección Horizontes de la 77 Mostra de Venecia, donde su protagonista, Yahya Mahayni, ganó el premio al mejor actor. Posteriormente, y tras su paso por el festival Europeo de Cine de Sevilla, se posicionó como una de las películas independientes del año al ser nominada al Óscar de la Academia como mejor película internacional.
 
A través del mundo del arte y más concretamente sobre el mercado del arte, la película plantea también una reflexión nada superficial sobre la libertad individual y sobre el papel y el destino de los refugiados. Sam Ali, el protagonista sirio de la historia, es un joven sensible y decidido que abandona su país a través de la frontera con el Líbano para huir de una guerra que ni tolera ni comprende.

En su difícil situación y con el objetivo de lograr el dinero para poder viajar a Europa y reencontrarse en Bruselas con el amor de su vida, acepta que un conocido y transgresor artista le tatúe la espalda, utilizándola como si de un lienzo se tratase.

Tras convertir su cuerpo en una prestigiosa obra de arte, tras transformarlo, como él mismo señala en una de las escenas de la narración, “en una especie de mercancía para recuperar libertad y humanidad”, Sam comprende poco a poco que su decisión implica todo lo contrario a los ansiados objetivos que con su decisión buscaba.  

Al comentar el origen de la película su directora y guionista, Kaouther Ben Hania, señala que la imagen de un hombre sentado con la espalda tatuada quedó grabada en su cabeza: “Supe que tenía que rodar una historia sobre él. Usarlo como punto de partida para hablar de otras cuestiones y pronto comprendí que era necesario que fuera una persona refugiada pues me preocupa enormemente el destino de los refugiados. La película intenta imaginar el viaje interior de esa persona. Siempre se habla de los refugiados en términos estadísticos y yo quería y he pretendido darles voz”.

Y en relación con la complejidad del mundo del arte que la película trasluce, la cineasta afirma: “El mundo del arte contemporáneo y el de los refugiados son dos ámbitos opuestos. Uno representa el lujo y el otro la supervivencia. Pero ambos, como la película refleja, giran en torno a la libertad, ya sea desde el capitalismo o desde la imposibilidad de elección”.

El hombre que vendió su piel

Dirección y guion: Kaouther Ben Hania

Intérpretes: Yahia Mahayni, Dea Liane, Koen de Bouw, Monica Bellucci, Saad Lostan

Fotografía: Christopher Aoun

Música: Amine Bouhafa

Túnez, Francia / 2020 / 104 minutos

Surtsey Films