Kreutzer, como casi todas las personas de su generación y de alguna otra, creció con la dulce, bellísima imagen de Romy Schneider como Sisi. Aquella trilogía suficientemente pastelera que todavía se sigue proyectando en las televisiones del mundo representa a la emperatriz como una joven monarca sumisa y sonriente en un entorno entre romántico y kitsch. Sin embargo, la Isabel de Kreutzer es una mujer ya mayor para los estándares de la época, que lleva una existencia nada glamurosa a la que se enfrenta en el intento de escapar de los corsés que su implacable entorno le impone.  


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La emperatriz rebelde nos instala en la Navidad de 1877. La emperatriz celebra entonces su 40 cumpleaños y no hay atisbo de felicidad a su alrededor. Cualquiera de sus actos es férreamente juzgado incluso por sus propios hijos. Entre sometida y obsesionada por una belleza que el tiempo le está robando y asfixiada por las normas contra las que se rebela, no puede reprimir un apetito voraz por saber, por vivir, por sentirse libre.

Para la directora y guionista, «Sisi está en un punto de cambio en su vida, y eso es lo que quería retratar. Ya está muy harta de esa imagen tan pesada que tiene que mantener todo el tiempo y, por otro lado, no está segura de si sigue interesada en cumplir el papel de monarca, así que empieza a preguntarse qué más puede hacer. Para mí, la película transmite su zozobra al enfrentarse al hecho de que quizás haya otra versión posible de ella misma».

El peso de lo que vemos lo carga Vicky Krieps, quien interpreta con maestría a la infeliz monarca. Su papel, como ella misma confiesa, le supuso todo un reto: «Creo que Isabel fue presa a lo largo de su vida de una cierta melancolía, como era habitual en aquella época. Las tendencias depresivas también están documentadas en su familia. A Isabel le fascinaba la poesía, los poemas de Heinrich Heine. Además, los narcóticos se consideraban entonces un tratamiento médico. La cocaína y la heroína penetran de forma natural en el cerebro y alteran las percepciones de las personas. Siempre debemos tener en cuenta esa influencia cuando pensamos en Isabel. Y luego, por supuesto, está el apretado corsé, esa sensación de estar siempre asfixiada, de no poder respirar. Además se sometía constantemente a una especie de tortura lenta, con dietas y deportes de resistencia. Eso era, por supuesto, para poder entrar en contacto con ella misma de alguna manera. Todo eso significaba que el posible camino que podía seguir se estrechaba cada vez más, haciendo cada vez más improbable que encontrara una salida. Como me di cuenta de eso como actriz empaticé gradualmente con las limitaciones a las que se enfrentaba mi personaje, a menudo intentaba dar a Isabel un poco de libertad a través de mi interpretación. Cuando estábamos rodando, a menudo pensaba: Le estoy dando la oportunidad de hacer todo lo que no podía hacer entonces. Fumar o cortarse el pelo. Como actriz, me gustan los enfrentamientos y las sorpresas. La gran pregunta para mí era: ¿Qué nos pasa cuando dejamos de fingir?».

La emperatriz rebelde

Dirección y guion: Marie Kreutzer

Intérpretes: Vicky Krieps, Florian Teichmeister, Katharina Lorenz, Jeanne Werner, Alma Hasun Manuel Rubey

Fotografía: Judith Kaufmann

Música: Camille

Austria, Luxemburgo, Alemania, Francia / 2022 / 113 minutos

Distribución: Adso Films