Rodada con las limitaciones impuestas por el confinamiento, Vortex encuentra otra de las palancas que la hacen crecer en fondo e interés precisamente en la parquedad de medios, personajes y escenarios. El realizador argentino afincado en Francia comenta: “Los productores con los que había trabajado en Climax me sugirieron la posibilidad de filmar una historia que requiriese pocos personajes y sencillos escenarios. Les conté una idea que me rondaba por la cabeza hace tiempo. Una película que exigía pocos medios. Sólo un mes más tarde estábamos rodando el cara a cara de esta pareja de ancianos que se enfrentan al ocaso de su existencia”.

Esa pareja la forman Lui y Elle, dos intelectuales que abordan cómo pueden las circunstancias de una vejez en la que ella también mentalmente va dejando de ser quien fue y él, con una grave afección coronaria, trastea la decrepitud como puede, con el agravante de un hijo adulto incapaz de cuidarse y cuidarlos.    

Argento y Lebrun aportan a sus personajes la conmovedora naturalidad de lo que vemos. Una desgarrada conmoción que, como apunta el realizador, es en buena parte fruto de la improvisación al no existir en casi todo el metraje diálogos previamente escritos y ensayados.

Estamos ante la película más personal y accesible de Gaspar Noé hasta la fecha. El guion, 10 páginas conceptuales que se desarrollaron en el mismo set, está inspirado en la propia experiencia del director. “Mi madre, que murió hace 10 años en mis brazos, padeció demencia senil. Poco a poco el cerebro se le fue descomponiendo. Asistí personalmente a aquella decadencia. Cuando eso te pasa, tu percepción de lo que es real cambia un poco. Además, a principios de 2020 sufrí una grave hemorragia cerebral con un diez por ciento de posibilidades de sobrevivir. Pero aquí estoy”.

Premiada como Mejor Película en la sección Zabaltegui del pasado Festival de San Sebastián, Vortex mantiene la habitual y arriesgada apuesta estética del director, dividiendo la pantalla en dos en la mayor parte del metraje.

La cinta inevitablemente remite a Amor, firmada por Michael Haneke en 2012, de la que Noé se siente deudor: “Aquella película rompió esquemas pues hasta entonces nadie mostraba interés por rodar crudas historias sobre el final de la vida. Pero Amor despertó admiración y eso cambió las cosas hasta el punto de que sin aquella experiencia seguramente nadie hubiera puesto apostado por la mía. La vi cuando mi madre estaba enferma. Me impactó de un modo profundo. Me hizo derramar entonces todas las lágrimas de mi alma”.

“Ya he hecho filmes (Love, Irreversible, Clímax) con los que los espectadores han pasado miedo, se han puesto cachondos o se han reído. Esta vez quería hacerles llorar tan fuerte como yo lo he hecho, tanto en la vida como en el cine”.

Prueba conseguida. Vortex es pura emoción.

Vortex

Dirección y guion: Gaspar Noé

Intérpretes: Dario Argento, Françoise Lebrun, Alex Lutz, Kylian Dheret

Fotografía: Benoît Debie

Montaje: Denis Bedlow

Francia, Bélgica, Mónaco / 2021 / 142 minutos

Filmin / Elastica