Son muchas las visiones que el cine ha dado sobre la vida y obra de la única mujer que logró por dos veces el Premio Nobel. El de Física en 1903 y el de Química en 1908. La que ahora se presenta se basa en la novela gráfica de Lauren Redniss Radioactivo: Marie y Pierre Curie. Una historia de amor y efectos colaterales.

Es la primer vez que Marjane Satrapi dirige un largometraje que adapta una obra gráfica de la que ella no es autora, tras hacerlo en las reconocidas Persépolis y Pollo con ciruelas.

Y, pese a lo manido del tema, logra que lo que vemos en pantalla tenga interés para atrapar al espectador y eso que, como ella misma ha confesado, “cuando mi agente me presentó el reto pensé: ¿Otra película sobre Madame Curie? Pero si hay miles. Pero cuando leí el guion vi que estaba ante algo diferente pues trataba de una mujer que no se disculpa. Un ser que tiene convicciones y va a por ellas. Eso fue clave a la hora de decidirme”.

La historia

París, 1893. Mayra Sklodowska es una joven, brillante y rebelde científica dispuesta a cambiar la forma de entender la ciencia. Para intentarlo y llevar a cabo sus investigaciones deberá enfrentarse a la conservadora élite académica del momento.

Tras unir fuerzas con el también científico Pierre Curie y casarse con él logran el Premio Nobel gracias a sus estudios sobre la radioactividad. La pareja se convierte en el centro de atención internacional. Pero en un trágico accidente él pierde la vida y ella deberá continuar avanzando sola en su trabajo, enfrentarse a los efectos transformadores de sus descubrimientos y, en definitiva, como madre de la física moderna, cambiar el curso de la historia de la humanidad.

Del carácter de la protagonista habla con admiración Satrapi: “Me dejó fascinada la carta que escribió cuando fue nombrada catedrática de la Sorbona, la primera vez que una mujer accedía a ese cargo. Tras soportar no pocos desaires encabezó aquella misiva con un valiente ‘Estos imbéciles han decidido nombrarme…”.  

El personaje

Mayra Sklodowska nació en una pequeña vivienda al lado de las murallas de ladrillo rojo de la vieja Varsovia el 7 de noviembre de 1867. Última de los cinco hijos del matrimonio formado por Wladyslaw, profesor de física y matemáticas, y Bronislawsa, directora de una conocida escuela femenina de la ciudad que falleció cuando la pequeña tenía nueve años, un hecho que dejó profunda huella, como recuerda la propia científica muchos años más tarde en su autobiografía: “Aquella catástrofe fue la primera gran pena de mi vida y me sumió en una profunda depresión. Mi madre tenía una personalidad excepcional. A pesar de todo su intelectualismo poseía un gran corazón y un sentido del deber muy elevado… Su influencia sobre mí era extraordinaria, ya que al natural amor de la niña por su madre se unía la admiración apasionada”.

En 1891, a los veinticuatro años, Mayra se instala en París en donde se licencia en Ciencias Físicas y Matemáticas con las máximas calificaciones en la Universidad de la Sorbona. Cuatro años más tarde se casa con Pierre Curie, del que heredará su apellido para siempre. A solas y en colaboración con él estudiará las sustancias radioactivas y descubrirá la radiactividad del torio (1897), el polonio y el radio (1898). Posteriormente logró aislar el radio y obtener su peso molecular.

El jueves 19 de abril de 1906 su vida cambió cuando Pierre Curie fue atropellado por un camión tirado por caballos y cargado con cuatro toneladas de material militar. Su muerte fue instantánea. Iba a cumplir cuarenta y siete años. Marie tenía treinta y ocho.

“Me es imposible, escribió ella en su autobiografía, expresar la profundidad e importancia de la crisis que trajo a mi vida la pérdida de quien había sido mi más cercano compañero y amigo. Destrozada por el impacto, no me sentí capaz de afrontar el futuro. No podía olvidar, sin embargo, lo que mi esposo solía decir a veces, que, incluso desprovista de él, debía continuar mi trabajo”.

Y, para bien del mundo, lo continuó. Marie heredó la cátedra de Física en la Sorbona, aunque por el hecho de ser mujer no fue admitida en la Academia de las Ciencias. Ajena a críticas sobre su vida privada y profesional, la fundadora en 1914 del Instituto del Radio murió el jueves 5 de julio de 1934. Tenía sesenta y seis años.

Iréne Curie, la única de sus dos hijas que se dedicó a la ciencia, obtuvo en unión de su marido, Frédéric Joliot, en 1935 el Premio Nobel de Química por el descubrimiento de la radioactividad artificial.

Madame Curie, la película que ahora se estrena, aporta una mirada clara, nada edulcorada, de una mujer extraordinaria que, gracias a sus investigaciones y descubrimientos, hizo del mundo un espacio mejor.

Madame Curie

Dirección: Marjane Satrapi

Intérpretes: Rosamund Pike, Sam Riley, Yvette Feuer, Aneurin Barnard, Sian Broke

Reino Unido, Hungría / 2019 / 109 minutos

A Contracorriente