Viudo que ronda los cincuenta, Justino vive apartado del mundo en una extensa y solitaria finca en la que solo cultiva un pequeño huerto. Salvo con una hermana que le visita de cuando en cuando, no se relaciona ni habla con nadie. Así, en esa especie de ostracismo, transcurre su vida.

Amira es una de tantas temporeras ilegales marroquíes que buscan en España un futuro mejor. Decidida y valiente, ha viajado sola desde su país con la esperanza de poder enviar dinero para ayudar a los que allí la esperan.

Una noche, cuando Justino regresa del pueblo cercano adonde bajó para vender sus tomates, la atropella. El accidente no es grave, pero ella, con un tobillo lesionado, pierde toda posibilidad de trabajar. Tras el accidente, él no sabe qué hacer, pero, obligado por su hermana —una mujer comprensiva—, le ofrece su casa hasta que se recupere.

Ella duda, pero al final acepta por pura necesidad, asumiendo el riesgo que conlleva enfrentar dos mundos antagónicos, abismados por la edad, el sexo, la cultura y la religión. Poco a poco, la distancia entre ambos se irá rompiendo.

Rodada con sensibilidad y un ritmo cinematográfico que hace partícipe al espectador, quien inevitablemente se convierte en cómplice de la historia, La tierra de Amira transpira verdad a través de un magnífico reparto encabezado por Mina El Hammani (El Príncipe, Raqa), Manuel Morón (Celda 211, Todo sobre mi madre), Pilar Gómez (Tarde para la ira, Adiós) y Jorge de Juan (Abre los ojos).


Con una ya larga trayectoria como guionista y productor de cortos, largos y series, el sevillano Roberto Jiménez (1980) señala que La tierra de Amira “es una apuesta por entendernos, por conocernos y por respetarnos; explora la diferencia entre las personas no como elemento disruptivo o disgregador, sino como punto de confluencia desde el que construir con lo opuesto para enriquecernos como individuos, pero también como sociedad. Vivimos tiempos de radicalización, de extremos, de polarización: o estás con unos o estás con otros. No hay espacio para el diálogo sereno y constructivo. Todo parece diseñado para que nos dividamos y enfrentemos. Y, en este complicado contexto, La tierra de Amira es una película que tiende puentes entre jóvenes y viejos; entre la España vaciada, que intenta sobrevivir, y la urbana, que no la conoce ni la comprende; entre una agricultura ancestral condenada a la desaparición y quienes intentan mantenerse firmes para conservar las viejas semillas heredadas; entre culturas y religiones que se venden como antagónicas sin razón alguna; entre aquellos y aquellas que llegan a España buscando la esperanza y quienes los necesitamos para apuntalar el futuro”.

Ganadora del premio Igualdad en el 25.º Festival de Cine Ópera Prima de Tudela —otorgado por promover valores de equidad—, y destilando empatía y respeto mutuo entre seres en principio destinados a no entenderse, La tierra de Amira deja en la pantalla, en tiempos en los que no pocos se empeñan en radicalizarse, razones para la esperanza.

La tierra de Amira

Dirección: Roberto Jiménez Bozada

Guion: Pedro García Ríos, Rodrigo Martín

Intérpretes: Mina El Hammani,  Manuel Morón, Pilar Gómez, Jorge de Juan, Joaquín Núñez

Fortografía: Tote Trenas

Música: Claudia Lively. Canción original: Javier Ruibal

España / 2025 / 85 minutos

Filmax