Es significativo el hecho de que, como han comentado sus responsables, antes de decidirse por el título definitivo de Sufragistas, la película fuera a llamarse La furia. Significativo por cuanto ese es el sentimiento de aquellas mujeres británicas que, provenientes en su mayoría de las clases menos pudientes -aunque poco a poco fueron sumándose a la causa personas de todos los estratos sociales-, lo expusieron casi todo -trabajos, casas, familias y vidas- en su lucha por la igualdad y por derechos tan elementales como el que legitima el voto.

Hartas de no ser escuchadas, cuando no directamente atacadas, muchas de ellas fueron radicalizando su cruzada. Es el caso de Maud Watts (Carey Mulligan), una joven luchadora de la clase obrera, explotada en una lavandería desde niña. Al comprobar que su modo pacífico de protesta no obtiene resultados, decide utilizar la violencia para forzar el cambio y conseguir que le sean reconocidos derechos elementales. En su lucha por la dignidad y la de sus compañeras, esta joven, que vivió realmente en el Reino Unido a principios del siglo pasado, sacrificó trabajo, familia y hogar. La película rinde homenaje a aquella decisiva entrega y a otras de similar calado.

Hace menos de un siglo

Aunque resulte poco menos que inconcebible, hace menos de un siglo el derecho de la mujer a votar no estaba reconocido en ningún país del mundo. En Gran Bretaña, las voces reclamando igualdad habían comenzado a sonar, sin aparente resultado, hacía varias décadas. Pero se les seguía negando, como a los pobres, a los discapacitados, a los enfermos mentales y a quienes estaban en prisión, el derecho al voto.

Aquello tenía que reventar, y en 1903 se crea la Unión Política y Social de las Mujeres, que en 1906, ya instalada en Londres, se lanza a una guerra sin cuartel contra el gobierno y los ultraconservadores que desoyen sus reclamaciones. Lideradas por la mítica sufragista Emmeline Pankhurst (en la película, Meryl Streeep en un muy corto papel de cuatro minutos lleno de verdad), aquellas mujeres no descartaron la violencia como método de protesta.

En junio de 1908, bajo el lema «Hechos, no palabras», el movimiento logró reunir en una manifestación que recorrió las principales calles de Londres a más de 300.000 personas. «Hemos dado el gran paso. Ese que no tiene vuelta atrás», diría Pankhurst. A partir de entonces se multiplicaron acciones como la quema de contenedores o el destrozo de escaparates.

Las detenidas solían declararse en huelga de hambre. Todo con el objetivo de reclamar la atención del mundo, algo que fraguaría, al menos en parte, cuando en 1918 el Parlamento inglés aprobó el derecho al voto para las mujeres mayores de 30 años de las clases sociales más altas.

«Me sorprendió que esta historia tan poderosa nunca hubiera sido contada en el cine», apunta Sarah Gavron. «Podía haber hecho un documental sobre un tema que me obsesionó hasta que logré rodarlo, pero opté por reflejar el movimiento sufragista a través de los ojos de una mujer corriente y desconocida, para así explorar cómo la injusticia puede radicalizar a la gente, cómo las personas pueden sentirse atraídas por una causa y estar dispuestas a sacrificarlo todo por un ideal».

Todavía en la lucha

El resultado de lo filmado convierte a Sufragistas en una película de enorme interés histórico. Lo es por su excelente ambientación, por su nada panfletario enfoque, por la buena dirección del conjunto y por las magníficas interpretaciones de Carey Mulligan en el papel ya descrito, Brendan Gleessn como el inflexible comisario de policía, Meryl Streep y Helena Bonham Carter como líderes del movimiento y Anne-Marie Duff como una de las más significadas activistas.

Tras su participación en la cinta, Carey Mulligan se ha mostrado muy concienciada con lo relatado: «Yo únicamente conocía el discurso edulcorado que nos enseñaban en la escuela, las imágenes de las mujeres con las bandas y los sombreros, marchando y coreando, muy animadas y bebiendo té. Ahora sé que la verdad es otra y que lo que se cuenta en el filme no es algo de una época pasada que ya no nos incumbe. Hablamos de un movimiento de vocación universal que aún continúa vigente. Y lo seguirá estando mientras haya un solo país en el que se le niegue el voto a las mujeres. Soy consciente de la desigualdad y el sexismo que aún están presentes en el mundo».

Hitos

La ‘Convención sobre los derechos políticos de la mujer’ fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en la resolución 640 del 20 de diciembre de 1952 y entró en vigor el 7 de julio de 1954. Basándose en el Artículo 21 de la Declaración de Derechos Humanos y explicitando el derecho de las mujeres al voto y su acceso a cargos públicos, en su Artículo I, la convención dispone: «Las mujeres tendrán derecho a votar en todas las elecciones en igualdad de condiciones con los hombres, sin discriminación alguna». Parece que fue hace mil años, pero apenas han pasado setenta.

En España, el derecho al voto de la mujer se contempló en la Constitución aprobada el 9 de diciembre de 1931. La primera vez que pudo ejercer ese derecho fue en las elecciones generales celebradas en noviembre de 1933.

Sufragistas en pantalla. Directas, heroicas y claras. Y como la película: imprescindibles.

SufragistasSufragistas
Dirección: Sarah Gavron
Guion: Abi Morgan
Intérpretes: Carey Mulligan, Helena Bonham Carter, Anne-Marie Duff, Meryl Streep, Brendan Gleeson
Fotografía: Eduard Grau
Música: Alexandre Desplat
Reino Unido / 2015 / 106 minutos