El primer vuelo de este gigante venido del más allá comenzó a gestarse a principios de los años 30 del pasado siglo en la cabeza de dos jóvenes de Cleveland y Toronto. Jerry Siegel escribía y Joe Shuster dibujaba. Lo hacían desde siempre. El destino les unió en la Glenville High School, un instituto de Cleveland en el que habían ingresado al comienzo del curso escolar de 1930.

Los dos vivían ‘colgados’ de la ciencia ficción y de los relatos de Amazing Stories, una revista en la que a ambos les había llamado la atención una portada en la figuraba un sonriente héroe volador vestido de rojo.

La genésis

El crack bursátil del 29, que arruinó a cientos de miles de estadounidenses, una muerte y una novela, juegan papel decisivo en la génesis de Superman.

Estados Unidos vivía una situación más que convulsa como consecuencia de la quiebra económica. La depresión y la violencia se habían adueñado de ciudades enteras. Cleveland no era una excepción. Una tarde-noche de 1930, cuando estaba a punto de cerrar su pequeña tienda, Mitchell Siegel, padre de Jerry, fue asaltado por un tipo que le robó la recaudación del día y le metió dos tiros. Murió en el acto. El asesino nunca fue detenido.

Jerry Siegel jamás habló en público del tema, pero no olvidaría nunca que aquel dramático hecho, que provocó una debacle en la economía de su familia, le obligaría a buscar trabajo. Lo encontró en una imprenta, “en aquel lugar, diría, entre papel y tinta, tuve la oportunidad de ver e idear historias, unas historias que pedían ser ilustradas”.

La maquinaria se ha puesto en marcha. Siegel, que compagina trabajo y estudios, necesita un dibujante y Shuter un guionista para sus dibujos. Ambos tienen 16 años y la cabeza llena de ideas. Por fin se encuentran en The Glenville Torch, el periódico del instituto, descubren que viven en la misma calle y se hacen inseparables.

Gladiator

Gladiator es el título que Philip Wylie, un semidesconocido escritor de relatos fantásticos, da a una obra escrita en 1927 publicada bajo el reclamo: “La impactante novela sobre un superhombre americano”. El personaje de Wylie une a su fuerza descomunal un carácter benefactor.

Los expertos son unánimes a la hora de señalar Gladiator como la influencia más determinante a la hora de la creación de Superman.

Previamente, el tándem Siegel-Shuter crea en 1931 su primer personaje “a pachas”, Goober, el poderoso, un individuo marcado por la ironía. Para entonces e influenciados por lo que ven y leen ya empiezan a pensar en la creación de un héroe literario de poderes ilimitados.

Se ha prendido la llama, solo falta aproximar la mecha para que se produzca una explosión que conmocionará al mundo. Se está fraguando Superman.

Enero del 33, verano del 34

Ese nombre, el hombre súper, Superman, queda impreso para la historia por primera vez en enero de 1933 en el número 3 de la revista Science Fiction que, tras rechazar otros trabajos firmados por ellos publica The Reign of the Superman, una historia de ocho páginas que incluye ilustraciones en tres de ellas y que Siegel firma con el pseudónimo de Herbert S. Fine.

En esta primera entrega vemos a un Superman que todavía no es capaz de volar pero tiene una vista y un oído excepcionales. Puede captar los pensamientos de los demás e incluso mentalmente doblegarles y obligarles a pensar lo que él quiera. El gran mito poco a poco va perfilándose.

Lo hará de todo en el caluroso verano del año siguiente. Siegel y Shuter se encierran en casa del segundo y no volverán a abrir la puerta hasta que gestan la historia definitiva. Nos sitúan en un planeta abocado a desaparecer al que llaman Krypton. En el ánimo de que la extinción no sea total, uno de los krytonitas es enviado a la tierra. El hecho de que la gravedad en el planeta azul sea distinta a la del lugar de donde aquel extraterrestre proviene convierte al último hijo de Krypton en un ser superior. Un individuo de fuerza descomunal capaz de volar y dotado de sentidos hiperdesarrollados.

Así pues, aquella tórrida jornada de 1934 emergió el Superman literario que, con las variantes que el tiempo y la historia han dispuesto, ha llegado hasta nosotros.

Por el bien de la humanidad

Pero hay algo que no ha variado en absoluto, sea cual fuere el formato (tiras en prensa, cómics, seriales radiofónicos, televisión, cine…) en que Superman se presente y que se resume en la conversación que ya en 1939 tienen con él, con el pequeño Clark que así se llama como humano, el matrimonio que lo recoge tras aterrizar en la Tierra:

«Escúchame Clark –dice el padre. Este gran poder que tienes…debes esconderlo del resto de la gente o te tendrán miedo». La madre añade: «Pero cuando llegue el momento deberás usarlo por el bien de la humanidad».

Esa es la filosofía clave. La que convierte literariamente a Superman en un superhéroe benefactor. Alguien que cuida y nos cuida por siempre, para siempre.

Aquel al que Umberto Eco ha elegido como paradigma del mito contemporáneo: “Una creación cultural que permite analizar la forma de entender el mundo desde la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad”. Casi nada.

Ahora, 75 años después de iniciada la aventura, se estrena en los cines del mundo El hombre de acero. Nuevas andanzas, nueva iconografía, otra vuelta de tuerca directa al corazón de los entregados.

La epopeya de la capa roja y la gran S sigue pues surcando el cielo.

La historia continúa…