Tras estudiar Bellas Artes en la Universidad de Teherán, trabajó como diseñador gráfico y creó una sección de cinematografía en el Centro para el Desarrollo Intelectual de Niños y Jóvenes Adultos. Allí, a los 30 años, comenzó su carrera cinematográfica con el cortometraje neorrealista El pan y la calle.

Miembro de la llamada Nueva Ola del Cine Iraní, nacida en los 60 y popularizada una década más tarde, Kiarostami participó en esta corriente que mezclaba filosofía y política a través de representaciones entre realistas y metafóricas. Tras varios cortometrajes, se lanzó al largo con La experiencia y El viajero, aunque su primer éxito le llegaría en 1987 con ¿Dónde está la casa de mi amigo?, que inauguró la bautizada por los críticos como la «trilogía de Koker», llamada así por el pueblo en el que se ambienta, una etiqueta algo aleatoria en opinión de Kiarostami y completada por Y la vida continúa y A través de los olivos.

En 1997 logró la consagración internacional al alzarse con la Palma de Oro del Festival de Cannes por El sabor de las cerezas. Su colección de galardones no pararía de crecer en los años siguientes, ganando el Gran Premio del Jurado en Venecia por El viento nos llevará y el Leopardo de Honor en Locarno en reconocimiento a su trayectoria.

Tras la revolución iraní de 1979, Kiarostami decidió quedarse en su país natal pese a las dificultades de la censura, que terminó haciendo casi imposible la labor de un cineasta comprometido, por lo que marchó a rodar al extranjero a principios de la década. Así, la Toscana acogió el rodaje de Copia certificada, cinta prohibida en Irán con la que Juliette Binoche ganó el premio a mejor actriz en Cannes, y Tokio fue el escenario de Like someone in love, su último largometraje, rodado en 2012.

Como poeta, Kiarostami publicó en nuestro país los poemarios Compañero del viento y El viento y la hoja. Con motivo de la exposición Correspondencia: Víctor Erice – Abbas Kiarostami, una serie de cartas cruzadas grabadas en vídeo, el iraní presentó tres instalaciones museográficas: Durmientes, Mirando al Ta’ziye y Bosque sin hojas. Los museos acogieron también sus obras pictóricas y fotográficas.