Jacek (Mateusz Kosciukiewicz logra que nos creamos las dos caras de su personaje) ama a su novia, a su perro y a los grupos heavy metal que suele poner a todo volumen en su destartalado coche. Su familia, su pequeña ciudad natal y sus compañeros lo ven como un friki divertidamente alocado.

Jacek se gana la vida trabajando en la construcción de la que se convertirá en la estatua más alta de Jesucristo del planeta, superando incluso a la que domina el cielo de Río de Janeiro. Pero un día, cuando un accidente en la obra desfigura gravemente su cara, su vida cambiará radicalmente. Todas las miradas se volverán hacia él mientras se somete al primer trasplante facial del mundo. Su regreso, con un rostro nuevo, pondrá a prueba a los demás y, sobre todo, a él mismo.

Si en Amarás al prójimo se adentraba en la hipocresía, el catolicismo y el miedo a la homosexualidad y en Cuerpo, con la que se alzó con el premio a la Mejor Dirección en Berlín y dos premios de Cine Europeos, en la enfermedad y la ignorancia, en Mug, Szumowska explora la falta de tolerancia.

“Hago películas sobre lo que me irrita en Polonia: el catolicismo, la hipocresía, las agresiones, la falta de tolerancia y la ignorancia profunda a la hora de aceptar lo diferente. Veo lo que está sucediendo en mi país, me preocupa, duele y me llena de ansiedad. Pero si hablaba de ello de esta manera, nadie querría escuchar lo que digo. Así que elegí el humor negro. Estoy interesada en él porque es refrescante y atractivo. Creo que es un valioso intento de mostrar a los polacos una perspectiva diferente al punto de vista serio, histórico o martirológico al que el mundo está acostumbrado”. Comenta la directora respecto a la vertiente más accesible y divertida de la película.

Tras Amarás al prójimo, en su séptimo filme, vuelve a contar con un soberbio Mateusz Kosciukiewicz en lo que define como “un cuento de hadas sobre un ser humano que se convierte en un inadaptado, no solo en un extraño, sino en un verdadero apóstata, incluso un pecador”. Le acompañan en el reparto Agnieszka Podsiadlik, Malgorzata Gorol y Roman Gancarczyk, habitual de las películas de la cineasta.

La idea de Mug tiene su base en hechos reales, como la construcción de una enorme estatua de Cristo en la población de Świebodzin. Una figura de 33 metros de altura y la realización de una de las primeros trasplantes faciales realizados en el mundo por un equipo de especialistas del Centro de Oncología de Gliwice.

Desde esos mimbres y la encomiable labor de un equipo de maquillaje que empleaba más de cuatro horas diarias con el protagonista, Mug concreta una apuesta muy interesante que aboca a la reflexión sobre la intolerancia.

Mug
Dirección: Małgorzata Szumowska
Guion: Małgorzata Szumowska, Michał Englert
Intérpretes: Mateusz Kościukiewicz, Agnieszka Podsiadlik, Małgorzata Gorol, Anna Tomaszewska, Dariusz Chojnacki, Robert Talarczyk
Fotografía: Michał Englert
Polonia / 2018 / 91 minutos
Vercine