Se ha dicho que es escandalosa. Probablemente se ha utilizado mal, con mucha ligereza o conservadurismo, el término para calificar la biografía sexual de la protagonista de este recorrido. De una mujer que se autocalifica y se autodiagnostica como ninfómana.

Una noche de invierno, la nieve, constante, no deja de caer del otro lado de la ventana a lo largo de las cuatro horas de duración de las dos entregas de la película, un viejo asceta y enigmático solterón descubre semiinconsciente a la protagonista tirada en un callejón tras haber recibido una paliza. La lleva a su casa, la cura, la cuida y le hace preguntas sobre su pasado.

De ese relato surge Nymphomaniac, volúmenes 1 (110 minutos) y 2 (130 minutos. Se apunta desde la productora, la mítica Zentropa, que a lo largo de 2014 veremos una versión completa que superará las cuatro horas y que hasta ahora sólo ha sido proyectada en una sala de cine de Copenhague). Lo que ahora contemplamos se concentra en ocho desasosegantes capítulos en los que queda claro hasta que punto el sexo y la sexualidad pueden constituir una tortura.

Caras y “cuerpos”

La joven modelo británica Stacy Martin, la ya madura Charlotte Gainsbourg, hija de la cantante-actriz e icono sexual francés de hace cuatro décadas Jane Birkin, que ya trabajó con Trier en Antricristo y Melancolía, y Shia LaBoeuf, Uma Thurman y Willem Dafoe ponen sólo las caras, ya que en una “vuelta de tuerca” de difícil juicio, la tecnología digital ha posibilitado que los cuerpos fornicantes no sean los de ellos, sino los de profesionales del cine X.

Así es, los primeros planos genitales de actores de la pornografía han sido ensamblados en los cuerpos y los rostros de las caras oficiales. Dicho a las claras: el sexo puro y duro lo escenifican actores porno. De cintura para arriba el espectador contempla a los actores conocidos que ilustran los carteles de la campaña promocional, pero de la cintura para abajo el movimiento es el de otro tipo de profesionales.

Bueno, esa es la realidad. La propia Gainsbourg ha dicho, lo que sin duda no ayuda a la promoción de la película de cara a los morbo-curiosos: “Casi todo es falso. Mi trasero en la película no es el mío. La felación no fue real. Incluso mi vagina era una prótesis”.

Pero la carne es la carne y nadie debe asustarse por el tono, fondo y forma de esta película pues conviene no olvidar que von Trier fue en su momento, en los últimos años de los 90, productor de cintas porno. Esa propuesta ante la que estamos no es pornográfica, al menos no en el estricto sentido del término.

Combinando imágenes muy poéticas con planos descarnados y brutales secuencias de difícil digestión, el director danés parece disfrutar aplastando al espectador en su butaca como si lo considerase una más de las víctimas de esta demoledora cinta.

Pero, dicho todo lo dicho, sería un error desaconsejarla. Nynphomaniac, volúmenes 1 y 2, hay que verlas; las dos. Eso sí, a ratos echándole estómago y, como es obvio, por el orden de su numeración.

 

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Nymphomaniac, volúmenes 1 y 2
Dirección: Lars von Trier
Intérpretes: Charlotte Gainsbourg, Stacy Martin, Stellan Skarsgard, Shia Labeouf, Uma Thurman, Jamie Bell, Connie Nielsen, Jesper Christensen y Nicolas Bro.
Fotografía: Manuel Alberto. Zentropa.
Dinamarca/2013/ 110 y 130 minutos