Algunos consiguieron salir de la serie lo suficientemente pronto como para no quedar estigmatizados por su personaje, como fue el caso de Shannen Doherty, que encarnaba a Brenda Walsh. Otros fueron habituales durante los 10 años que duró (1990-2000), como Jennie Garth en su papel de la atractiva Kelly Taylor; Tori Spelling como Donna Martin; Steve Sanders interpretado por Ian Ziering, o Brian Austin Green que hacía de David Silver.

Varios secundarios consiguieron cierta notoriedad en su momento, pero hoy en día casi nadie reconocería sus caras. Luego está el caso de Jason Priestley en el rol del ‘bueno de ojos azules’, Brandon Walsh, que se fue al comienzo de la novena temporada pero siguió siendo productor hasta el final. Abandonó, sin embargo, demasiado tarde. Su destino ya estaba sellado y le persigue allá adónde va.

Y también está Dylan. El malote Dylan McKay, interpretado por el inolvidable Luke Perry, que murió hace una semana en Los Ángeles. Dejó la serie en la quinta temporada, pero regresó varias veces, en esa búsqueda que emprenden los actores en el “más allá”, cuando abandonan el rol que les catapultó a la fama. Y en ese ir y venir que no cesa, cuando esperan que lo más grande les esté esperando “ahí fuera”, regresan al calor del hogar cuando comprueban que la realidad no es tan amigable como imaginaban.

Treinta años después, cuando apenas se le había vuelto a ver en alguna producción, Perry desaparecía para siempre y con él crecía aún más la nostalgia de los jóvenes de los noventa. Después de años de silencio, la noticia consternó a una legión de admiradores. Las chicas recordaban como alguien muy cercano a ese actor con el que muchas experimentaron su primer flechazo.

Y así te das cuenta de que hay actores que, si bien quedaron encasillados en sus papeles y quizá llegaron a lo más alto demasiado pronto, lograron dejar huella a toda una generación. Todo tiembla cuando los ídolos juveniles desaparecen. Con ellos se va también un poco de ti.

Pero la nostalgia es poderosa. Y regresan los recuerdos de aquella década en la que no existían móviles ni mensajes de texto. La gente se perdía y preguntaba direcciones al quiosquero de la esquina. Apuntaba los recados en papeles. Los vaqueros llegaban por la cintura… esas blusas anchas de seda con estampados imposibles. Y los grandes debates planteaban: ¿Kelly o Brenda? ¿Dylan o Brandon?

A quién no le gustaría cerrar los ojos y regresar a esa etapa. Años coloridos con crestas que contaron con sus propios protagonistas. Nosotros los seguimos como pudimos y participamos con ellos de un gran momento que hoy deja solo vacío. Pero hay antídoto. Bajarse de nuevo los capítulos desde la primera temporada y creer en esa idea absurda de que cualquier tiempo pasado fue mejor. De hecho, siempre lo fue.