¿Qué podemos encontrar en La Bella Durmiente?

Es una exposición de pintura victoriana de la segunda mitad del siglo XIX, toda procedente del Museo de Arte de Ponce de Puerto Rico. Son diez cuadros y siete dibujos. La selección es interesante para el Prado ya que es un tipo de pintura que no puede verse en España. Ninguna de las obras se ha expuesto en este país, salvo el paisaje Léhon desde Mont Parnasse, Bretaña de Thomas Seddon. Esta muestra tiene para mí una rara belleza.

Sorprende el emplazamiento de unas pinturas británicas del siglo XIX en Puerto Rico…

Puede parecer curioso que en Puerto Rico haya una colección tan importante de pintura británica, pero es así porque su fundador, Luis Ferré, tuvo un interés especial en este tipo de pintura que adquirió en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, es decir, en un momento en el que el mercado no se interesaba por este tipo de artistas. Ferré resulto ser muy inteligente, ya que a partir de los años ochenta la pintura Prerrafaelita sí suscitó gran interés para coleccionistas e historiadores del arte. Ferré supo ver, por encima de las modas, la calidad de las obras que compraba.

¿Cómo se puede contextualizar esta exposición dentro de las colecciones del Museo del Prado?

Las conexiones no son muy evidentes. Es un tipo de pintura muy distinta a la que tenemos en el Prado, tanto en la colección histórica como en las colecciones modernas. De hecho ninguno de estos pintores Prerrafaelitas tuvo mucho contacto con la pintura española. Son artistas que se fijan en el mundo de la mitología británica, con intereses que se alejan de los de otros pintores del continente del siglo XIX.

¿Qué destacaría de estos pintores?

Uno de los elementos cruciales de la pintura Prerrafaelista es lo que ellos mismos denominaban “la fidelidad a la naturaleza”, que siempre ha sido un elemento bastante importante dentro de la pintura británica (es decir, ponerse delante de la naturaleza y pintar directamente lo que se ve, la hoja de cada árbol). En ese sentido, los pintores Prerrafaelitas tienen el aval de quien fue uno de los grandes críticos del siglo XIX, John Ruskin, que entendía que la renovación de la pintura sólo se produciría tomando como modelo la naturaleza.

¿Puede esta exposición servir de conexión o nexo entre el mundo del norte (pintura holandesa) y el ámbito del sur (Italia, Venecia…)?

Los Prerrafaelitas se denominaron a sí mismos casi como una especie de “espíritu adolescente”, buscando lo que ellos percibían como el arte más puro, sobre todo el arte que precedía a Rafael, es decir, el arte esencialmente del siglo XV. Se cuenta que los jóvenes Millais y Holman Hunt, mirando un libro de estampas basado en las pinturas de Benozzo Gozzoli sobre el Campo Santo de Pisa, vieron un nuevo modo de hacer arte. Se fijaron en el detallismo del siglo XV, pero no sólo en el italiano, sino fundamentalmente el del norte de Europa: Van der Weyden y Van Eyck, que además eran pintores bien representados en la National Gallery de Londres, una galería cuya colección conocían muy bien. Lo que es interesante es que, en la segunda fase del Prerrafaelismo, aquí representada por Burne-Jones y Rossetti, los parámetros se amplían mucho más: Jones fue un admirador incondicional de Miguel Ángel, algo que queda patente en sus magníficos dibujos que también pueden situarse en la estela de Fra Bartolommeo.

Mujer, sueño y belleza parecen ser los temas claros en estos pintores, ¿qué lectura simbólica pueden ofrecer?

Las mujeres son inspiradoras del prerrafaelismo y están muy presentes en esta exposición. La Bella Durmiente hace referencia a los tres cuadros de Burne-Jones inspirados en el poema The Day Dream (1852) de Alfred Tennyson. Si vemos el cuadro, descubrimos que casi hay más figuras en horizontal que en vertical. El sueño y el ensueño se convierten en temas centrales de los Prerrafaelitas, como vemos en la obra de El sueño del rey Arturo en Avalon, que representa el sueño de los justos y que Burne-Jones no pudo acabar, algo que queda reflejado en la inscripción latina de la parte inferior… Igualmente en el Sol ardiente de junio de Leighton la luz mediterránea y el mar remiten a una paz no lejana de la muerte, representada en la flor (una adelfa) del fondo. Sueño y muerte son temas importantes.

¿Revaloriza esta exposición el sentido del Prado como la mejor pinacoteca del mundo de pintura veneciana?

Sí. Yo diría que aquí se trata de dar forma visual a los grandes mitos, lo clásicos y los ligados al mundo artúrico. En este sentido, se encuentran diferencias con los mitos y temas de los cuadros venecianos (Danae de Tiziano se fija en el mundo clásico de Ovidio), pero, en definitiva, unos y otros son siempre mitos. En este sentido la pintura del XIX se convierte en una forma de mediar entre el mundo contemporáneo y el gran mito de los tiempos clásicos.

¿Cuál es la clave para que el espectador disfrute en una muestra como esta?

Yo diría dos cosas: los Prerrafaelitas eran artistas altamente literarios, por tanto, hay un elemento ilustrativo en su pintura (ilustrar la leyenda de la bella durmiente, ilustrar la leyenda del Rey Arturo)… por otro lado, son pintores fundamentalmente visuales, es decir, que representan un festín para los ojos. Hay que disfrutar mirando. Basta con ver la gran obra de Sol de ardiente de junio de Leighton, es una poesía visual que no deja indiferente a nadie. Nadie puede estar delante de este cuadro sin disfrutar las calidades de luz sensuales que proyecta esta obra.