Autor de una cinematografía que ha calado tanto en su país como en el plano internacional, sus películas están marcadas por un profundo humanismo en el que lo social y el tratamiento de unos personajes que se salen de los parámetros convencionales transmiten un enfoque personal e innovador que, como él mismo confiesa, “se centra muy especialmente en la manera en que personas ordinarias y sencillas perciben y sufren las transformaciones de su país”.
La pasión por su profesión le viene de cuna: “Mi padre y mi madre eran actores. Crecí en un set de rodaje. En el lugar donde ellos trabajaban se proyectaban películas regularmente, pero, como las entradas eran difíciles de conseguir, nosotros, los niños, fabricábamos nuestros propios boletos falsos para poder entrar y ver todas las películas que nuestra generación no había podido ver hasta entonces… Esta experiencia es probablemente lo que más me ha influido y motivado. Hoy en día, el cine sigue siendo el oxígeno que alimenta mi creatividad”.
Tras debutar en el largometraje con Dirt, en 2009 Guan Hu dirigió Cow, comedia negra que recibió el premio al Mejor Guion Adaptado en los Golden Horse Film Awards. Tres años más tarde, con Design of Death, confirmó su gusto por un humor mordaz. Luego vinieron The Chef, the Actor, the Scoundrel y, en 2015, Mr. Six, llamativo thriller sobre un criminal retirado que se ve obligado a volver a la acción cuando su hijo es secuestrado. En ella, el cineasta explora las transformaciones de la sociedad china y sus múltiples repercusiones en la vida íntima de sus personajes. Posteriormente realizó The Sacrifice y Los 800, centrada en la guerra chino-japonesa, que se convirtió en uno de los mayores éxitos del cine de su país a lo largo de la historia.
—Y ahora, otra vuelta de tuerca con Black Dog. ¿En qué género la enmarcaría?
Diría que, ante todo, se trata de una película de autor. Es un filme nacido de mi observación personal, a través del cual examino los cambios que han ocurrido en China durante los últimos veinte años, así como sus repercusiones, ya sean positivas o negativas, sobre el individuo. Viviendo en China, he sido testigo del desarrollo del país en las últimas décadas. Siempre he sentido curiosidad por saber cómo era la vida de las personas que vivían fuera de las grandes ciudades o en las regiones más remotas de mi país durante este periodo. Inevitablemente, ha habido personas dejadas de lado. Lo que también me interesaba era tratar de comprender qué mantenía con vida a estas personas marginadas y qué les ayudaba a sobrevivir.
—¿Tuvo este proyecto repercusiones en su manera de dirigir?
Esta película se enfoca en la vida de un grupo de aldeanos que enfrentan enormes cambios sociales. Durante el proceso de realización, sentí que capturar y reproducir la vida de estas personas con la mayor autenticidad posible trascendía el proceso creativo. Me dirigí hacia una puesta en escena más sencilla y simple.
La figura animal es recurrente en tu obra: un caballo blanco en Los 800, una vaca en Cow, incluso un avestruz en Mr. Six. Esta vez es un perro…
Si hay animales en mis películas es, ante todo, porque creo que todos tenemos una parte animal que duerme en nuestro interior. Una animalidad que puede manifestarse cuando necesitamos mostrar coraje o desafiar la autoridad, como una especie de naturaleza primitiva que a menudo elegimos dejar dormida.
—¿Cómo fue el rodaje con esos “actores”?
Hay muchos animales en la película: perros, tigres, lobos, etc. Tuvimos que asegurarnos de que pudieran trabajar tranquilamente con los actores. ¡Eso requirió mucha paciencia! Por ejemplo, hay una escena en la que quería que el tigre mostrara a Lang dónde se escondía el perro negro. Por supuesto, parecía imposible de lograr. Pero justo cuando empezábamos a quedarnos sin ideas para concretarlo, el tigre de Manchuria se levantó solo y gruñó suavemente en la dirección donde se escondía el perro. El actor que interpretaba a Lang también miró por encima del hombro en esa dirección y encontró al perro. Un resultado más allá de mis expectativas. Obviamente, no podíamos comunicarnos con los animales mediante el lenguaje, pero tuve la sensación de que, en el set, los animales empezaban a entendernos.
—El personaje de Lang ha sido marginado por la sociedad, al igual que el perro que encuentra. Ambos han sido abandonados. ¿Son, premeditadamente, el reflejo uno del otro?
Son dos almas solitarias, marginadas, que eligen apoyarse mutuamente. Existe una antigua leyenda china que cuenta la historia de la divinidad Erlang, dios de la mitología china que tiene un tercer ojo en la frente. Está asociado con héroes que protegieron a la población de inundaciones durante las dinastías Qin, Sui y Jin. De hecho, nombré a mi héroe Lang en referencia a esto. Erlang a menudo se representa con un perro esbelto y famélico a su lado, que alivia su soledad mientras recorre los cielos.
—Hay pocos personajes femeninos en su película, con la excepción de Raisin, interpretada por Tong Liya, que tendrá una gran influencia en Lang. Un papel secundario, pero crucial…
Los papeles femeninos son muy importantes en mis películas porque reflejan la resiliencia y la madurez que busco en mi vida. En esta película, la manera en que Raisin ve la vida es extremadamente adulta y reflexiva. Tiene sobre Lang la influencia de una hermana mayor. Ella está muy decidida respecto a su futuro, pero ese tipo de vida ya trazada no es lo que Lang necesita en este momento de su existencia.
—En su libro En el camino, Jack Kerouac escribe que la gente ansía tomar la carretera porque son jóvenes. ¿Qué motiva a Lang a tomar la carretera?
Jack Kerouac también escribió: “Debemos seguir adelante y nunca dejar de avanzar, hasta que lleguemos allí”. La vida rutinaria y monótona asfixia a Lang y lo impulsa a recuperar su propia dignidad como ser humano. Necesita levantarse y emprender un nuevo viaje antes de que su existencia lo ahogue.
—En su película hay una toma muy impactante en la que todos los habitantes se reúnen en una colina para observar un eclipse solar. ¿Qué significado le ha querido dar a esa escena?
De hecho, un eclipse solar ocurrió en 2008 en el noroeste de China, y este evento fue considerado un presagio de buena suerte en la víspera de los Juegos Olímpicos. Quería que, en mi película, en ese momento preciso, el sol y la luna brillaran juntos. Que el cielo y la tierra se unieran como una forma de exteriorizar los cambios que se producen en Lang, cómo los enfrenta y cómo le permiten levantarse. Al mismo tiempo, los animales escapan del zoológico y deambulan por una ciudad abandonada. El eclipse creó para ellos una especie de libertad temporal, libre de toda interferencia humana. Lo veo como la realización del sueño de Lang. Espero haberlo sabido transmitir.















