– ¿Cómo detectó la tortuosa e inquietante historia sobre Tchaikovsky  y qué le impulsó a llevarla al cine?

He estado interesado en Tchaikovsky durante mucho tiempo. Desde mi punto de vista es una especie de ovni: todo el mundo lo conoce, pero nadie sabe nada de él. Hay un libro de dos volúmenes, Tchaikovsky: The Quest For the Inner Man, del profesor de Yale Alexander Poznansky, que me impresionó mucho. Le estoy muy agradecido por escribir un libro que constituye un relato día a día de la vida de Tchaikovsky. Esa obra me hizo ver las cosas más claras. Más tarde leí el libro de Valeri Sokolov sobre Antonina Tchaikovsky. Ambos formaron parte de mi investigación inicial sobre Tchaikovsky, que tuvo lugar hace bastante tiempo. Escribí un primer borrador del guion que permaneció en un cajón durante mucho tiempo, esperando ver la luz, hasta que finalmente se dieron las circunstancias para poder llevar a cabo la película.  

– ¿Qué le hizo interesarse por la mujer del compositor?

Hay una manera interesante de examinar algo o a alguien grandioso que implica mirar el reflejo que emiten en lugar de mirarlos directamente. Hay una obra muy famosa de Mikhail Bulgakov, Alexander Pushkin, que trata sobre Pushkin, pero el propio Pushkin nunca aparece en la obra. Es un ejemplo de lo interesante que es ver qué se puede decir de alguien sin su presencia. Esa lente ofrece muchas posibilidades.

Mi película revela la historia de la vida privada del mundialmente famoso músico. Durante décadas, la vida íntima del compositor fue objeto de rumores e intencionadamente ocultada a quienes se interesaron por su historia y sus antecedentes. En la época soviética, todas las cartas y diarios “ilícitos” y “poco éticos” del compositor eran retenidos por las autoridades y censurados. Debido a esto, la propaganda creó la imagen del «gran compositor ruso» sin una sola cualidad y rasgo humano. Esta imagen de solo ensalzar lo ”bueno” en la vida y la música de Tchaikovsky y la falta total de lo «malo» todavía existe en la sociedad rusa moderna. El resto del mundo tiene una impresión bastante limitada y escandalosa del compositor homosexual que, como toda verdad a medias, está llena de rumores, vulgaridades y suposiciones cuestionables. La música de Tchaikovsky, por supuesto, no siempre está necesariamente relacionada con su sexualidad. Pero, para entenderlo y apreciarlo plenamente, es muy importante entender la vida de Pyotr Ilich. La decisión de casarse para acabar con los rumores y cambiar su vida fue finalmente la causa de una gran crisis interna y una depresión para Tchaikovsky, y la separación de su esposa Antonina prácticamente la destruyó y, en última instancia, la volvió loca.

– ¿A qué documentos tuvo acceso?

Los libros que he mencionado contienen todo lo necesario para entender a los dos protagonistas. Por supuesto, no me limité a esos dos libros: leí todo lo que pude sobre ella, pero no se ha conservado mucho más que sus memorias y algunas cartas. Sentí que su vida era aún más interesante por el hecho de que a menudo se le ve como una especie de idiota que no podía apreciar el talento de Tchaikovsky, alguien que no merecía ser su pareja. Eso me hizo preguntarme si ella realmente era la idiota que nos hacían creer. Me hizo querer profundizar más y aprender más. Considerar que tal vez ella quería expresar su personalidad de una manera diferente. Porque al lado de un sol tan grande sería imposible no quemarse. Así que tenía muchas preguntas. Entonces, entre el famoso compositor y su esposa, encontramos a la persona en las sombras sobre la que está poniendo el foco. Su vida es una entidad propia, una vida que exigiría más investigación, y esta no es una película sobre él. Es una película sobre ella, sobre una mujer. Es más que una simple historia de vida: es una investigación sobre su personalidad, sobre su naturaleza, sobre la esencia misma de una vida complicada, traumatizada, que roza la tortura.

 – ¿Se tomó alguna libertad con los hechos de su vida?

Alguna, pero bastante insignificante. Como en cualquier película te ves obligado a condensar una cierta cantidad de eventos en una porción de tiempo limitada. En realidad, casi todas las líneas de la película son verdaderas. Quería que se acercara lo más posible a la historia real, como la relación con su abogado, o el ambiente dentro de su familia, o los hijos que tuvo, a quienes dejó en un orfanato y donde murieron.  

– ¿Pretendía que el espectador se hiciera partícipe de su tragedia?

Creo que como espectadores acabamos por sentir mucha empatía con Antonina. Quería hacer un thriller psicológico porque la relación con su esposo le cambia profundamente. Su destino es horrible. Por increíble que parezca, ella termina en una situación terrible y traumática. Casi parece a veces una película de género, pero en el fondo es una película sobre el amor. Quería hacer una película sobre un tipo diferente de amor.

– ¿Puede ese amor tan complejo ser metáfora de un artista que está tan absolutamente dedicado a su arte que no tiene espacio para otra persona?

Quiero dejar que el espectador llegue a sus propias conclusiones. Pero eso es algo para pensar muy despacio. En la película casi nunca se hace alusión directa a la homosexualidad y, sin embargo, aparece en la pantalla varias veces.

– En ese sentido, usted ha denunciado la hipocresía con respecto a uno de sus héroes nacionales…

Sí. En realidad, toda la historia, en el fondo, trata de la hipocresía. Se trata de la hipocresía social, en primer lugar, de la imposible libertad de ser uno mismo. Pero vemos todo lo que sucede a través de sus ojos, y todo lo que sabemos de él es lo que ella sabe. Para mí era importante que fuera así.

– ¿Qué ha cambiado en Rusia entre esa época y la actualidad con respecto a la forma en que se vive la homosexualidad?

Debo decir que en esa época había una discriminación aún mayor que la relativa a los homosexuales: la discriminación de las mujeres. La sociedad era hipócrita con el tema de la homosexualidad, y era algo que se callaba. En ciertos casos incluso se toleró, particularmente cuando los homosexuales eran miembros de la clase dominante, como el Gran Duque Sergei Romanov o el poeta K.R. Gran Duque Konstantin Konstantinovich, siempre y cuando estuvieran en la cima de la jerarquía de poder. Pero la discriminación contra la mujer en ese momento era terrible. De ahí mi interés por esa violencia enmascarada.  

– Su trabajo para el cine, el teatro e, incluso, la ópera, se relacionan y se nutren entre sí, pero ¿se acerca a cada uno de ellos de diferente manera?

Todas esas obras se nutren unas con otras, y todas tienen algo en común: yo. Además, cada una de ellas funciona como una especie de cápsula del tiempo, un reflejo de cómo soy y cómo estoy viviendo en un momento determinado. En otro momento, al día siguiente, podría ser diferente. Me gusta pensar que cada una de ellas es como una Polaroid, una instantánea de nosotros mismos y de aquello con lo que nos estamos involucrando. Por otro lado es verdad que me preparo de manera diferente dependiendo de si voy a realizar una película, una obra de teatro o una ópera. Ese es mi lado Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

– ¿Cuáles son las referencias que guiaron su película? ¿Hasta qué punto le influyó la pintura y la religión cuando imaginaba las escenas?

Claramente estuve muy influenciado por la pintura, y eso se nota en la película. Quise que la pintura europea formara parte de la historia. En esta película, así como en El estudiante, la religión también juega un papel importante. La Biblia se cita extensamente dos veces, pero también están las escenas con los rituales paganos para alejar la mala suerte. Era importante para mí mostrar que el “ídolo” de Antonina era Tchaikovsky. El Dios más importante para ella era él. De ahí el hecho de que toda una especie de religión crezca en torno a él, de la cual ella es la primera devota. Para mí era importante mostrar que, en algún momento, el icono religioso se convierte en un cuadrado negro y que el Dios al que ella siempre había rezado e implorado para que la casara con Tchaikovsky se había desvanecido hasta el punto de ceder su lugar al compositor.

– Hablemos de los dos actores protagonistas…

Para el personaje de Antonina tuvimos una gran convocatoria de casting. Vi a casi todas las jóvenes actrices rusas, porque quería a alguien muy joven, pero también muy profesional. Rodamos la película de acuerdo con la estructura narrativa. Este fue uno de esos raros proyectos en los que la actriz tiene que pasar por lo que pasa la heroína, paso a paso. Así que filmamos las escenas en orden cronológico para llevar a Aliona Mikhaïlova, la actriz principal, al estado emocional que experimenta su personaje en cada escena. Tenemos una versión más larga de la película que espero estrenar algún día y que tiene algunas escenas eliminadas. Aliona es una estrella en ascenso en el cine ruso.  

Por otro lado, Odin Biron siempre ha sido actor del Centro Gogol, donde dirigí durante mucho tiempo. Hemos hecho shows juntos. Sabía que era un gran artista, y en algún momento me di cuenta de que físicamente se parecía a Tchaikovsky. Odin es estadounidense, pero estudió teatro en Moscú, en el Teatro de Arte, y luego comenzó a hacer teatro allí. Así que ha estado viviendo y actuando en Rusia durante mucho tiempo. Es un artista consumado y también un muy buen cantante. Su ruso es impecable, por lo que no tuve que sobregrabar sus diálogos y el ligero acento que tiene funcionó perfectamente para el período de tiempo en el que se desarrolla la película, porque la forma en que la gente hablaba en ese entonces era a menudo un poco extraña, así que decidimos dejarlo tal cual. Estoy muy satisfecho con el trabajo de los dos protagonistas.

– ¿Cuál es su próximo trabajo cinematográfico?

Estoy preparando un largometraje sobre el peculiar y radical poeta y escritor soviético Eduard Limonov, un personaje más que interesante al que dará vida en la pantalla el actor Ben Whishaw.