Yves Berger (Saint-Jeoire, Alta Saboya, 1976) creció entre los campesinos del lugar en el que vivía con su familia y los numerosos artistas que acudían a visitar a su padre. Desde esa raíz, a lo largo de los últimos veinte años atesora una peculiar obra que se expresa en diferentes formatos: dibujo, pintura, grabado, escultura, novela, ensayo y poesía. En 2001 fue galardonado con el Théodore Strawinsky Prize de pintura. Hoy vive y trabaja en una pequeña aldea de los Alpes franceses.

Nos atiende desde su amabilidad y discreción habituales, completando determinadas respuestas con la colaboración de Prune Gaillard, una joven artista experta en la vida y obra de John Berger.

– Desde su punto de vista como hijo, ¿cómo definiría a John Berger?

John Berger es simplemente mi padre: «Papá». Pero si le pregunto a una artista como Prune Gaillard, que le conoció a través de su trabajo, esto es lo que ella responde: «No sé si él hubiera estado de acuerdo, pero lo defino como un investigador, un teórico y artista que toca todo haciendo malabarismos de un estilo de escritura a otro. Un creador que sabe adaptarse a su público y tocar sus emociones y su cerebro independientemente del tema que aborde. Le gustaba llamarse a sí mismo Storyteller. Lo tengo en mi recuerdo y en mis ojos con sus diferentes sombreros y su sabiduría. Con sus historias que van desde el recuerdo personal, la tradición, la popularización o el conocimiento científico».

– ¿Qué recuerdo esencial guarda de él?

Es una pregunta muy difícil, casi imposible de responder para mí. ¿Cómo fijar un recuerdo, cuando lo qué guardo es tan vasto como un cielo estrellado de verano? Por supuesto que hay pequeñas historias, anécdotas… Pero eso no dice mucho de lo profundo que me queda. Para ser más justos, deberíamos decir: nuestros intercambios continúan cada día y el hecho de que ya no sea de este mundo no cambia nada.

– ¿Qué cree que estaba buscando a través de los textos de Por qué miramos a los animales?

Para responder a esta pregunta vuelvo a recurrir a Prune, no solo porque ha sido una lectora comprometida y atenta, sino también porque ella es parte de esta nueva generación que está cuestionando, de una manera saludable, nuestra relación con el mundo. Así que voy a usar sus palabras, porque en ese sentido lo expresan mejor que yo. Ella afirma: «Creo que John Berger estaba ansioso por escribir un libro que pudiera llegar a una amplia audiencia. La transición de la narración de historias a la memoria personal, a través de una crítica referenciada de nuestros sistemas sociales y económicos, hace de este libro una pieza de enorme riqueza. Incluso más que hablar de animales, Berger nos habla de nosotros. Fuerte en su espíritu crítico, esta obra abre las conciencias sobre nuestra relación con el entretenimiento, con el consumo y con nuestros semejantes. Recopilando estos textos en un solo libro, nos ofreció un valioso trabajo introspectivo y educativo al mismo tiempo».

– ¿Estamos ante una visión nueva y diferente del mundo animal?

En 2023 y afortunadamente, la visión y propuesta de Berger no puede considerarse absolutamente nueva, aunque en buena parte todavía lo es, pues en gran medida no es el pensamiento dominante. Por otro lado, teniendo en cuenta que cinco de los nueve textos publicados en Por qué miramos a los animales fueron escritos antes del año 2000, ¡Sí! La visión de Berger es innovadora. Si yo no lo considerase así no podría colocar su pensamiento en la corriente antiespecista que propone. Sus escritos suponen un retorno a la historia de la relación que el hombre ha mantenido con el reinado animal. A veces personal, a veces científico, a veces crítico, abriendo el camino a una amplia audiencia mucho antes de que la palabra antiespecismo y la causa animal tuvieran el espacio mediático que ocupan actualmente.

– ¿La solidaridad como elemento esencial de Por qué miramos a los animales?

Sí, en Berger la solidaridad suena a respeto, a la atención necesaria y a la evidente interdependencia de los seres y las especies. El pastor nunca deja de unirse a nosotros y mostrar nuestras similitudes con los animales como reflejo de parte de nuestra humanidad. Desde las primeras páginas del libro el autor revela un contacto. La solidaridad por parte de un hombre frente a los ratones que invaden su cocina. La solidaridad de Berger va más allá de la otorgada a nuestros semejantes, pues la amplia a todo el espectro de la vida.

– ¿Considera que vivimos en un mundo que no se preocupa por la naturaleza en general y los animales en particular?

Quiero ser optimista y creer que nos importa cada vez más. Pero el camino sigue siendo largo y lento. Yo no diría que vivimos en un mundo que no se preocupa por la naturaleza y los animales, pero sí en un mundo que a menudo se preocupa por ello con razones equivocadas. Berger no le pide al ser humano que sacuda demasiado su comodidad y hábitos pero sí, al menos, que tome conciencia. Me gustaría creer que las cosas se van a acelerar, aunque puedan tildarme de loco o ingenuo. Por todo ello este libro es oportuno incluso considerando que la primera fecha de publicación de algunos de los textos que lo componen tienen 25 años. Aquí, terminaría recordando lo que dijo mi padre cuando le hicieron esta pregunta: «Ni optimista, ni pesimista, que son categorías arbitrarias». Creo que pensaba que las cosas eran más complicadas que eso. Cuando nos fijamos en algunos aspectos del mundo de hoy hay muchas razones para ser pesimista. Pero él estuvo siempre muy atento a las acciones de otras personas, de las que oímos hablar menos, pero que comportan esperanza, como activistas, artistas o campesinos de todo el mundo, con las que siempre compartió las mismas creencias. Para él, era más una cuestión de esperanza y ambición que de ser pesimista. Él se preguntaba: «¿No podemos caminar hacia un horizonte aún más oscuro y, sin embargo, mantener la esperanza?».

– ¿Qué mensaje le gustaría que el lector se llevara de este libro?

Si leer este libro puede ayudar a crear conciencia sobre nuestra forma de consumir e invitar a los lectores a tomarse un momento de tiempo para, simplemente, reducir la velocidad y observar lo que les rodea ya sería mucho. Espero que pueda provocar reflexión en los demás como me hizo razonar a mí. Algo sobre lo que, antes de leerlo, yo no había logrado poner palabras. Creo que Por qué miramos a los animales contribuye a la comprensión de nuestra sociedad contemporánea y de nosotros mismos. La observación y el pensamiento crítico son las consignas de John Berger.

– Por otra parte, ¿por qué cree que deberíamos acercarnos a la exposición Permanent red?

Lo sorprendente de la exposición es el objetivo y el estado de ánimo con el que fue concebida. No es una retrospectiva, ni un homenaje grandilocuente, ni un análisis crítico. Es una extensión de la obra de John Berger. Centrándose en lo que está en el epicentro de su trabajo. Es decir, aquello que eligió escuchar y quiso difundir, porque a veces sus historias fueron pasadas por alto. La muestra hace posible que surjan preguntas, ciertamente del pasado, pero dirigidas hacia el presente de hoy mismo. Y, para acabar de convencerle, le animaría a que echara un buen vistazo a una exposición que, entre otras muchas cosas, incluye fotos de trabajadores migrantes tomadas por su amigo y colaborador, Jean Mohr. Esas imágenes ya lo dicen todo.