Ivorypress (Madrid) presenta Siderian Tides, la primera exposición individual en España del artista alemán Daniel Lergon (Bonn, 1978), que recoge sus últimos trabajos, en los que refleja sus estudios sobre el color, la interacción de la luz sobre diversas superficies y los efectos ópticos.

Desde que comenzó su formación en la Universität der Künste de Berlín (UdK) con el profesor Lothar Baumgarten, la pintura de Lergon ha abordado el diálogo entre la luz y los materiales. Sus piezas reflejan un concepto pictórico propio, fundamentado en la investigación de la interacción entre la luz y la superficie, a partir de la cual se origina el color.

El título de la exposición, Siderian Tides (Mareas sidéricas), alude al Sideriense, un período geológico que comenzó hace 2.500 millones de años, cuando tuvo lugar la llamada «Gran Oxidación» que hizo posible la composición química actual de los océanos y la atmósfera. En dicho periodo también se generó la glaciación Huroniana, una de las mayores que ha sufrido el planeta.

Metáforas de la luz

El hierro y el hielo fueron, por tanto, las claves de dicho periodo y son también esenciales en las pinturas de Lergon que podrán verse en Ivorypress Space. En palabras del artista, estas piezas «implican una metáfora de la dualidad de la luz y la materia: el color se genera mediante la combinación de los efectos lumínico-ópticos de la pintura y el barniz transparente aplicado sobre un tejido retrorreflectante, así como por la acción del agua sobre materiales como, por ejemplo, el hierro». En ambos casos, lo que se utiliza son medios y soportes pictóricos transparentes, no pigmentos coloreados. De este modo, la dualidad, que oscila de la herrumbre al blanco semejando una marea, se repite como las olas del mar.

A diferencia de la pintura realizada según las técnicas clásicas, que aplican una paleta de colores sobre una base neutra, Lergon utiliza una superficie de tela de diferentes cualidades ópticas y físicas. En el caso de la aplicación de laca y barnices transparentes sobre tejido retrorreflectante, la reflexión y la refracción de la luz producen un amplio abanico de efectos lumínicos que varían dependiendo de la posición del espectador. Se produce así una transformación de la imagen inducida y se altera su percepción, de manera diferente a las pinturas en las que el agua actúa sobre el hierro. Daniel Lergon combina estos subtextos científicos y este despliegue óptico con un enigmático lenguaje pictórico. El resultado es inclasificable y bascula entre dichas dualidades, un rasgo característico de su producción.