Invertidos habla del cuerpo y de la propia consciencia que cada uno tiene de sí mismo y cómo se relaciona con su entorno. Según explica López-Aparicio, «con estas fotografías quiero poner el cuerpo en consciencia puesto que, al estar invertidas, las personas se dan cuenta de su peso, del equilibrio, de la presión sobre sus tobillos, del contacto de los otros».

Normalmente controlamos nuestro estado y no somos conscientes de nuestro cuerpo. Sin embargo, al colgarnos cabeza abajo nuestro cuerpo se nos muestra con sus cualidades físicas: peso, equilibrio, estímulos epidérmicos, etc., y volvemos a ser cuerpo con el que relacionarnos, en el que respiramos y desde donde nos posicionamos ante el mundo. Tanto en la soledad como en el conjunto, nos tocamos y buscamos nuestros cuerpos. Cuerpos en relación y, uno mismo, en relación con su cuerpo.

Para la realización del proyecto se llevaron a cabo acciones colectivas que implicaron la congregación de unas 200 personas, colgadas cabeza abajo desde una grúa en racimos en diferentes grupos, con la intención de que permanecieran juntas y mirando la realidad desde otro punto de vista al acostumbrado, abandonando así todo etnocentrismo y cualquier rastro de intolerancia. Por tanto, más que la creación de una obra, Invertidos, aprendiendo a relacionarse es la construcción de un lugar de reflexión.

Concepto

«Si cambiamos nuestros puntos de referencia, las cosas ya no encajan, los referentes sociales se alteran, nuestras vidas se alejan de las de nuestros antepasados, el pasado pesa, la memoria está presente, pero encima de ellos escribimos nuestras vidas. Tenemos que encontrar y definir nuevas formas de vivir y convivir. Perdemos la distancia entre nosotros, nos tocamos, compartimos el aire, tenemos que encontrar nuevas maneras para relacionarnos, indefensos y violados en nuestro espacio, pero nos encontramos. Si juntamos a personas, de distintas edades y condiciones, una acción tan corporal y social ayuda a romper tópicos y a acercarnos a las personas de manera más sincera», afirma Isidro López-Aparicio.

«Al cambiar los referentes nos desinhibimos pues hay que redefinir cómo relacionarse, el nuevo entorno nos permite nuevos comportamientos o poder mostrar los ya existentes en las fórmulas de vida. Lo invertido, no es tal, es tan sólo otra manera de vernos, de entendernos».