«¿Elvis qué?» fue lo que preguntó el fotógrafo Al Wertheimer cuando a comienzos de 1956 un publicista de RCA Victor le pidió que tomase algunas instantáneas de la nueva sensación llegada desde Memphis. Wertheimer no podía sospechar que aquel sería el encargo de su vida. Con apenas 21 años, Elvis, como sabemos ahora, estaba a punto de convertirse en leyenda.

Pegado a él como su sombra, Wertheimer tenía libertad total para acercarse a Elvis: incluso mientras seducía a jóvenes admiradoras en oscuros pasillos, el cantante le permitía que documentase cada uno de sus movimientos. Aquel año, Wertheimer tomó cerca de 3.000 fotografías y creó así el incisivo retrato de un hombre al borde del estrellato más rutilante.

De una intimidad y extensión incomparables, el proyecto de Wertheimer inmortalizó a un joven que se disponía a hacer historia. Apenas un mes después de retratar a Elvis durante las sesiones de grabación de Don’t be Cruel/Hound Dog, el disco se convirtió en el primero en liderar las tres listas de éxitos de Billboard.

La exposición se compone de unas 30 fotografías originales en diferentes formatos, firmadas por el autor, así como libros y ediciones sobre Presley.

 

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El gran momento

Alfred Wertheimer nació en Alemania en 1929, emigró a Estados Unidos y se afincó en Brooklyn siendo aún un muchacho. Su precoz interés por la arquitectura y el diseño lo llevó a la Cooper Union, donde se licenció en 1951. Sus fotografías, que atrajeron la atención internacional por primera vez tras la muerte de Elvis Presley el 16 de agosto de 1977, captan la metamorfosis de la música pop y la transformación cultural de los Estados Unidos.