Todo acontece en una lujosa casa de casa campo clónica inscrita en una urbanización de nivel alto. Al dueño parece que le va bien en la vida: es un alto funcionario y recibe la visita de fin de semana de su más estrecho colaborador, un trepa que viene para enseñar a su nueva esposa, un símbolo de estatus económico. Los quiméricos inquilinos se completan con el hijo de los propietarios, demasiado grande para que le muden los pañales, y una au pair sueca a la que no le importa hacérselo.

Todo parece perfecto hasta que comienzan los problemas: los váteres se atascan y no hay donde ir. Los dos funcionarios tienen que cambiar su plan de relax de fin de semana por algo más astringente: son policías y su deber es saber de dónde sale toda aquella mierda. Las sospechas se cruzan, los ojos espían de perfil, las narices se arrugan con desagrado, las sombras se deslizan en la noche… Todo bajo el enigmático vistazo de la Gioconda, que parece decir: en todo este asunto hay algo que huele muy mal.

Homenaje a Topor

Este es el delirante punto de partida de la comedia que la compañía Excéntricas estrena en el Teatro Principal de Santiago de Compostela. Quico Cadaval dirige y adapta la obra de Roland Topor, autor incluido dentro del grupo Pánico junto a Alejandro Jodorowsky y Fernando Arrabal. De su pluma salieron pizas como Un invierno debajo de la mesa o La cocina caníbal. Topor no se movió únicamente dentro de la dramaturgia, sino que probó suerte con la narrativa, dando al mundo obras como Las vacas negras o Acostarse con la reina y otras delicias.

Cuando se cumplen 16 años de la muerte de este dramaturgo, escritor, ilustrador, pintor, humorista gráfico y cineasta, la compañía Excéntricas le rinde un homenaje subiendo a las tablas la obra de este hombre del Renacimiento, quizá de los artistas más peculiares de la segunda mitad del siglo XX.