“Esta exposición remarca el revolucionario modo de pintar de este artista que fusionó elementos bizantinos y el arte del Renacimiento con la intensa espiritualidad de la Contrarreforma”, afirma Earl A. Powell, director de la National Gallery of Art. “El estilo expresivo de El Greco fascinó a los coleccionistas americanos de principios del siglo XX, los cuales empezaron a adquirir sus pinturas”.

La Galería posee siete pinturas de El Greco, lo que la convierte en una de las colecciones más grandes de las obras del maestro dentro de Estados Unidos, lo cual no habría sido posible sin la generosidad de sus primeros benefactores, Andrew W. Mellon, Samuel H. Kress, Joseph Widener y Chester Dale.

Del 4 de noviembre de 2014 hasta el 1 de febrero de 2015, también en Nueva York se celebrarán los 400 años de la muerte de El Greco con dos exposiciones que pondrán en evidencia las obras del artista presentes en las colecciones públicas de la ciudad. Esta muestras tendrán lugar en la Frick Collection y en el Metropolitan Museum of Art (con obras provenientes de la Hispanic Society of America).

Obras seleccionadas

La exposición de Washington incluye obras de varias etapas de la carrera de El Greco, desde pinturas de su periodo veneciano hasta otras inacabadas realizadas ya en Toledo.

La expulsión de los mercaderes (probablemente anterior a 1570, National Gallery of Art). En esta tempestuosa escena, El Greco representó un tema muy popular en la época de la Contrarreforma: la Iglesia Católica purificándose a sí misma. La obra se pintó en Venecia y la composición demuestra que el joven El Greco estaba aún asimilando el estilo de la pintura renacentista. La riqueza cromática y la enérgica pincelada revelan, sin embargo, la influencia de artistas venecianos como Tiziano o Tintoretto. El Greco firmó esta pintura, tal y como hizo a lo largo de su carrera, poniendo su nombre en caracteres griegos.

San Martín y el mendigo (1597/1599, National Gallery of Art) y La Virgen y el niño Jesús con las santas Martina e Inés (1597/1599, NGA). El Greco recibió el encargo de pintar una serie de obras para la Capilla de San José en Toledo. Aquellas destinadas a los altares laterales fueron luego adquiridas por el coleccionista de Filadelfia Peter A. B. Widener, el cual es también uno de los benefactores de la Galería. Los cuadros se exhibieron en la residencia de los Widener hasta 1942, fecha en la que Joseph Widener los donó a la National Gallery of Art. Ambas pinturas han sido limpiadas recientemente, por lo que, tras eliminar el velo amarillento de barniz, se ha puesto de manifiesto la relación existente entre los varios colores y la vibración de los mismos, gracias a la enérgica pincelada de El Greco.

San Francisco recibiendo los estigmas (1585–1590, The Walters Art Museum). En esta obra pintada en Toledo, un importante centro de la Contrarreforma, El Greco retrata al fundador de la orden franciscana vestido con su hábito gris, bañado por una dramática luz dorada, mientras recibe los estigmas.

Sagrada Familia con Santa Ana y San Juanito (1595/1600 c., National Gallery of Art). El Greco experimentó con el tema de la Sagrada Familia en varias de sus pinturas, la mayoría de las cuales son mucho más grandes que esta versión, que tiene unas dimensiones de 21×14 pulgadas. La pintura  fue donada a la Galería en 1959 por la Samuel H. Kress Foundation.

Las lágrimas de San Pedro (1600–1605 o posterior, The Phillips Collection). Las representaciones de santos penitentes resultaron útiles a la hora de afirmar la legitimidad de la penitencia, o incluso de la confesión, un sacramento que fue rechazado por los protestantes pero que fue enérgicamente defendido por los católicos durante la Contrarreforma.

San Ildefonso (1603/1614 c., National Gallery of Art). Edgar Degas fue uno de los propietarios del retrato del que fue arzobispo de Toledo en el siglo VII. Ildefonso, uno de los patrones de la ciudad, aparece representado en su estudio, amueblado conforme a la época de El Greco.

La visitación (1610/1614 c., Dumbarton Oaks). Esta obra representa el encuentro entre la Virgen María y su prima Isabel, ambas embarazadas –María con Jesús en sus entrañas e Isabel con Juan Bautista–. Las figuras están vistas desde abajo porque la pintura fue concebida para la bóveda sobre el altar de la Capilla de Isabel de Ovalle en la Iglesia de San Vicente en Toledo. Mildred y Robert Woods Bliss compraron esta obra en 1936 para la famosa Music Room de su hogar Dumbarton Oaks.

San Jerónimo (1610/1614 c., National Gallery of Art). En esta tela inacabada, El Greco representa a San Jerónimo –uno de los cuatro doctores de la Iglesia Católica y el responsable de la versión latina de la Biblia conocida como Vulgata–. El santo aparece como un penitente, arrodillado en medio del campo, mientras sostiene la roca ensangrentada que ha usado para golpear su cuerpo a modo de arrepentimiento, a causa de su pasión por la cultura clásica. Esta obra fue donada a la Galería en 1943 por el inversor neoyorquino Chester Dale, y con motivo de lo estipulado en el legado, la pintura puede ser vista tan sólo en la Galería.

El Laocoonte (1610/1614 c., National Gallery of Art). Ninguna obra de El Greco ha inspirado tanta controversia como ésta, la cual es, además, la única pintura mitológica del maestro que ha llegado hasta nuestros días. A pesar de estar basada en la historia del caballo de Troya que Virgilio narra en su Eneida, el Laocoonte de El Greco retoma un buen número de temas de la Contrarreforma: desde el martirio cristiano, hasta aquellos más críticos con el clero. El Greco sustituyó Troya con la vista de Toledo en el fondo, y colocó un caballo que se dirige hacia una de las puertas principales de la ciudad.

El Greco, además de un artista visionario, fue también un astuto hombre de negocios. Como cabeza de un vasto y productivo taller, supervisó la creación de numerosas réplicas de sus obras más admiradas. Existen hasta seis réplicas del San Martín y el mendigo de El Greco, y aquella que posee la Galería, está incluida en la exposición junto a la obra original hecha por el artista.