El artista recrea en su trabajo una atmósfera parecida a la del cine, una de sus principales fuentes de inspiración. Otras referencias en su obra son los diferentes episodios históricos de Europa, sobre todo en el siglo XX. Para ello recurre a archivos y libros históricos. La Guerra Fría o la Segunda Guerra Mundial, al igual que ocurre con personalidades destacadas de aquella época, son abordados desde un prisma único y diferente con pinceladas psicoanalíticas y autobiográficas.

“La cuestión para mí es cómo crear una pintura que te da la intimidad de la experiencia cinematográfica, pero a la vez siga siendo una pintura”, Ghenie resume de esta forma su proceso creativo.

El estilo singular del artista hace que en su obra se perciba de una forma muy diferente a los personajes, que son estereotipos de una época, conocidos por todos, pero que son presentados con el rostro deformado, sólo con unos pocos rasgos perceptibles que ayudan a que sean identificados. Adolf Hitler (Untiled, 2011), Charles Darwin o Vincent Van Gogh (Self-Portrait as Vincent Van Gogh 3, 2014) son los protagonistas de sus pinturas.

En otros trabajos, Ghenie recrea momentos históricos como el entierro de personalidades (Duchamp’s Funerals II, 2009 o Stalin’s Tomb, 2006) o escenas de sus vidas (Charles Darwin at the Age of 75, 2014).

Las vivencias personales y autobiográficas están impresas en su obra. Al deformar estos personajes, el artista intenta trasladar cómo ha vivido desde su juventud en Rumanía los últimos cambios trascendentales para la evolución en diferentes campos, como son el político, científico o artístico. Para Ghenie, en determinadas ocasiones es necesario volver al pasado para entender el presente.

Cómo dirigir la escena

Para Fernando Francés, director del CAC Málaga, “Adrian Ghenie es un pintor que sabe cómo se puede crear el suspense, cómo dirigir la escena y, también, cómo se consigue provocar en el espectador esa mezcla mágica de desasosiego y expectación que tantos artistas desean y sólo unos pocos conocen. Ghenie utiliza magistralmente estos códigos, muy cercanos a los efectos que se pueden ver en el séptimo arte. Se esfuerza en dejar rastros de incertidumbre, interrogantes en el ambiente e incógnitas sin resolver. Lo que se puede sentir ante su pintura es algo parecido a la sensación de ser el actor secundario de un thriller, con unos guiones y localizaciones muy cuidados, casi diseñados con la intención de introducir lentamente al espectador en la historia, dejándole atrapar en cada gesto. Y el espectador es actor secundario porque el papel principal está reservado a personajes que son iconos de la historia contemporánea. Protagonistas que han cambiado por sus actos el ritmo y la velocidad de la historia, la ciencia y el arte y que han conseguido en repetidas ocasiones despertar la sorpresa siempre desde el pensamiento no desde el efecto. Hablamos de algo parecido al misterio y suspense que el espectador ha padecido en North by Northwest (1959) o Psicosis (1960) de Hitchcock, o en la popular serie Twin Peaks (1990) de Lynch, dos de los realizadores que son referentes para el pintor”.